viernes, 19 de abril de 2019

¿Por qué juegan en la CDMX con los #DerechosCulturales?


¿Por qué juegan en la CDMX con los #DerechosCulturales?
Carlos Lara G.
José Manuel Hermosillo

Hace un par de años fue promovida por todo lo alto la aprobación de la denominada Ley de los Derechos Culturales de los Habitantes y Visitantes de la CDMX. De forma por demás absurda, estableció la creación de un Instituto de los Derechos Culturales (el cual no tenía sentido, considerando la existencia de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y la propia Comisión de los Derechos Humanos de la CDMX). Sin embargo, fieles a su espíritu sobrerregulador y a la promoción discursiva de sus relatos, siguieron adelante. 
Otorgaron a dicho Instituto, facultades que no tiene ni la CNDH, tales como la calidad de vinculante en sus recomendaciones. Sí, los legisladores que elaboraron la Ley, decidieron establecer un procedimiento de queja en el Instituto de los Derechos Culturales, “diferente” al de la Comisión de Derechos Humanos de la CDMX y al de la CNDH.
Pero ahora que son gobierno, desde la presidencia de la Comisión de Derechos Culturales, la Diputada Gaby Osorio, quien preside el órgano congresional, quiere echar marcha atrás y eliminar esta facultad. Reconoce que se extralimitaron, que hay duplicidad de funciones entre el Instituto de los Derechos Culturales, dependiente de la Secretaría de Cultura, y la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, debido a que ambos organismos resuelven conocer de quejas. ¿En serio? Debería saber que eso fue justo lo que se dijo en su momento, pero no escucharon.
De tal forma que, el Instituto de los Derechos Culturales cuenta con efectos vinculantes en las resoluciones de sus quejas; mientras que las resoluciones de la Comisión de Derechos Humanos local, no tiene efectos vinculantes, sino indicativos, al igual que la CNDH.
El artículo 13 de la Ley dice que toda persona, grupo o comunidad cultural tiene legitimidad para ejercerlos (sic) recursos que se enuncian, con el objeto de demandar el cese de cualquier transgresión a sus derechos culturales, exigir su plena vigencia y el resarcimiento del daño causado:
a) Recurso de queja ante el Instituto, mismo que la recibirá, substanciará y resolverá; b) Recurso de queja ante la Comisión; y
c) En el caso de la queja ante la Secretaría, este deberá apegarse al procedimiento establecido en esta Ley.
Si los diputados de la CDMX reculan y deroga este artículo, cancelarán un importante mecanismo para garantizar el respeto y ejercicio de los derechos humanos, como bien ha afirmado la diputada Margarita Saldaña, pues además afectaría a pueblos y barrios originarios que en esta misma Ley tienen el recurso para que se obligue a las autoridades a respetar sus manifestaciones y patrimonio culturales. Considérese además, que no hay constancia de que se hubiera realizado la consulta previa a los pueblos y barrios originarios, en términos del Artículo 59, Apartado B, numeral 8, de la Constitución Política de la Ciudad de México. De verdad los desconocemos, el impulso a los derechos culturales y el respeto a las comunidades originarias eran dos de sus pilares fundamentales.
Estarían pues, derogando un importante mecanismo de exigibilidad para el cumplimiento de sus derechos culturales, como es un recurso de queja de carácter vinculatorio.
El artículo 12 dice que los pueblos y barrios originarios, así como los productores culturales populares, tienen derecho a la protección de sus saberes ancestrales, así como a la salvaguarda de sus costumbres, diseños, arte y artesanías en general, música, lenguas, rituales, festividades, modos de vida, arte culinario y de todo su patrimonio cultural material e inmaterial. El Gobierno, por medio de la Secretaría y el Instituto desarrollará los mecanismos, programas e instrumentos legislativos para proteger los derechos de los pueblos y barrios originarios y de su enorme patrimonio cultural. 
Los legisladores de la CDMX deben saber que esto representa una medida regresiva en la garantía de los derechos culturales 
¿A qué teme Morena en la Cámara de la CDMX al no querer garantizar los derechos culturales de manera efectiva? Para colmo, el titular del Instituto, que hasta hace unos meses violaba derechos culturales en el metro, no sabe de qué va esta discusión. Cambiaron el nombre de la Comisión de Cultura por el de Comisión de Derechos Culturales, lo presumieron también por todo lo alto, como se puede apreciar en la foto, crearon un Instituto con atribuciones mayores a cualquier comisión del país; y sin embargo no son capaces de respetar los derechos culturales de los artistas urbanos del centro histórico. Señores, lamentamos decirles que fabricaron dos grandes sillas, con espíritu de ebanistas, pero están sentados en el suelo.

martes, 2 de abril de 2019

La cultura en la Tetracultura


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La cultura en la Tetracultura
Carlos Lara G.
José Manuel Hermosillo

El problema de las autoridades culturales de la Tetracultura no es la falta de carácter, decisión o tino, tampoco la falta de un proyecto que sirva de base para articular una política cultural, mucho menos esa incapacidad que confunde la descentralización con la ocupación de en edificio en Tlaxcala. No, el problema de la Tetracultura es la confusión de lo grandote con lo grandioso, diría Ibargüengoitia.
Grandota es la idea del presidente de abrir Los Pinos a toda la gente, grandiosa la propuesta de dedicar dicho espacio al arte y la cultura. Grandota es la pretendida ampliación del proyecto Chapultepec a 800 hectáreas, grandioso sería hacer de este un verdadero espacio artístico y cultural, con eso que tanto detestan, estudios y diagnósticos, dejando a un lado las absurdas comparaciones con Central Park. Grandota es la idea es la idea de redistribuir la riqueza cultural, grandioso sería apuntalar la descentralización presupuestal, de actividades, programas y políticas culturales en todo el país. 
La descentralización cultural es algo tan sobado como el 1 % a la cultura que escuchamos en todos los foros de consulta; quizá porque hemos dejado de leer y escribir, para dedicarnos a cortar y pegar. En su momento, Sari Bermúdez, decidió apostar todo su programa estrella de fomento a la lectura en la millonaria Biblioteca Vasconcelos, en lugar de impulsar un programa nacional descentralizado, como se le sugería. Sergio Vela, decía que ya no era necesario pagar más estudios para saber que era necesario descentralizar acciones, acto seguido, no solo pagó a Solana y Asociados un estudio para ello, sino que liberó alrededor de seis millones de pesos etiquetados por la Cámara de Diputados para hacer un Diagnóstico Nacional de Cultura, que terminó siendo un librote bien grandote que nadie conoce. Consuelo Sáizar invirtió en la Segunda Encuesta Nacional de Hábitos, Prácticas y Consumos Culturales, que entre otras cosas dejó clara la necesidad de descentralizar acciones; aunque también realizó el Centro Cultural Elena Garro ¿Dónde? En Coyoacán. Rafael Tovar estaba convencido de la necesidad de descentralizar el trabajo de la ahora Secretaría, pero al mismo tiempo autorizaba proyectos como el donativo de 100 millones de pesos a la Academia Mexicana de la Lengua para comprar una sede ¿Dónde? En Coyoacán. 
Hoy la Tetracultura viene con el slogan de cambiar la cultura del poder por el poder de la cultura, cuyo eje es la descentralización. En su florido lenguaje, algo así como redistribuir las bondades de la riqueza cultural. Comienza ocupando un edificio en Tlaxcala (Aunque sigue pagando más de 180 millones en rentas en el centro del país), y remata anunciando la inversión del esfuerzo institucional, la atención y un presupuesto que no se tiene, en el Proyecto Chapultepec ¿Dónde? ¡Exacto, adivinaron! en el centro del país. Así, sin diagnóstico, sin estudios, sin el programa nacional de cultura terminado, en medio de las consultas para la realización del Plan Nacional de Desarrollo.
Si algo tiene la Tetracultura son entusiastas agentes culturales. Artistas, curadores, museógrafos, gestores y promotores culturales, en todas partes, no solo en La Condesa, pero decidió juntar el hambre con las ganas de comer, recurriendo a un artista, un gran artista contemporáneo, que vive del salario emocional del arte y la cultura, que se encuentra quizá aburrido o con ganas de hacerle un poco al Frank Gehry. No lo sabemos. Nuestro reclamo a la Tetracultura sigue siendo, luego de las invitaciones a Laura Esquivel, a Horacio Franco, a Luís Mandoki… que deje a los creadores ser creadores.
Pareciera que la descentralización de acciones, esfuerzos, atención, y sobre todo, presupuesto, es un elemento discursivo para agentes culturales en tiempo de elecciones. Lo dicho, confunden lo grandote con lo grandioso, por ello hay que aclararles que, ocupar un inmueble en Tlaxcala, no es ni el inicio de una descentralización cultural; es parte de la cultura del poder, esa que pretenden cambiar por el poder de la cultura...