martes, 25 de septiembre de 2018

La bravuconería de la izquierda en materia de cultura

La bravuconería de la izquierda en materia de cultura 
Carlos Lara G.
Pues sí, atrás quedó la presunción de ese interés por la cultura que suele mostrar (de boquilla) la autodenominada izquierda del país, ahora desdibujada por lo más freático del priismo y la ramplonería del integrismo cristiano del Partido Encuentro Social. Me pregunto ¿Dónde están las carcajadas de El fisgón y su historieta esa de La raíz nazi del PAN? ¿Dónde la indignación de los intelectuales y la comentocracia cultural que descalificaba el arribo de Fox a la Presidencia? ¿Dónde los defensores del Estado laico? Elenita y su pancarta de “No al PES”; Taibo y sus Revueltas…Hoy que lo tienen todo, sepultan (Por el momento), el mito aquel de René Avilés Fabila y adláteres, de que la izquierda era quien más quería a la cultura.
Un breve recuento de la historia de la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados, nos dice que la izquierda queda a deber (Esto si consideramos su bravuconería y ese gran discurso que por décadas le confirió el papel de guardián de la cultura nacional). Por ejemplo, la Legislatura LIV 1988-1991, que fue la primera Comisión de Cultura como la conocemos, estuvo presidida por Jaime Sabines y Fernando Córdoba Lobo, del Partido Revolucionario Institucional. Lo único que hizo dicho partido fue dejar de lado al sindicato magisterial que venía utilizando en las comisiones de educación y cultura, para ir por parte del sector intelectual y actoral del país[1].
La legislatura siguiente, LV 1991-1993, presidida por Abhum Idelfonso Sorrilla Cuevas, también del Partido Revolucionario Institucional, elaboró el primer programa de trabajo en el que destacó la protección y difusión del patrimonio cultural.[2] En la Legislatura LVI 1994-1997, la presidenta fue Dulce María Sauri, Osbelia Arellano y Florentino Castro del Partido Revolucionario Institucional. Centraron su atención en la protección y difusión del patrimonio cultural, así como en la publicación de trabajos especializados. Destaca el Primer seminario de derecho de autor, el tratamiento fiscal de la industria cultural y los autores; el instructivo contable para los autores; las mesas de análisis sobre política cultural y legislación, y la creación del Museo Legislativo.
En la Legislatura LVII 1997-2000, conocida como la legislatura de la alternancia, pues fue la primera en que el PRI no contó con mayoría en el Congreso, la Comisión de Cultura fue presidida por la actriz María Rojo; fue también la primera ocasión en que este órgano legislativo era presidido por un partido distinto, el Partido de la Revolución Democrática. Destacó por la realización de seminarios, foros y publicaciones; tales como  “Los que nos somos Hollywod”, el denominado “Caso Cuicuilco” y la realización y publicación de El quehacer de la cultura; experiencias estatales (Primer encuentro entre legisladores de los estados y agentes culturales del país). Destaca la presentación de la primera iniciativa sobre derecho de acceso a la cultura, que fue uno de los resolutivos del encuentro antes mencionado[3].
La Legislatura LVIII 2000-2003, fue nuevamente presidida por el PRI, representado por José Manuel Ceseña, quien apostó por la elaboración y presentación de un proyecto de Ley General de Cultura, que no prosperó. De la misma manera y con el mismo resultado, la legislatura siguiente, LIX 2003-2006, que tuvo a la cabeza a Filemón Arcos Suárez del PRI, intentó impulsar una Ley General de Cultura. Realizó el foro denominado “Hacia un parlamento de cultura” y comenzó la asignación de recursos adicionales al subsector (Los denominados “Etiquetados). La Legislatura LX 2006- 2009, presidida una vez más por el PRD, en la figura de Emilio Ulloa, trabajó a favor de la protección del patrimonio cultural, a través de numerosos puntos de acuerdo y retomó la Reforma Cultural al enmarcar en el artículo 4to., constitucional el derecho de acceso a la cultura.
La Legislatura LXI 2009-2012 fue presidida por Kenia López Rabadán (Primera vez que fue encabezada por el Partido Acción Nacional). Impulsó reformas a la Ley de Monumentos, el levantamiento del veto a la nueva Ley del Libro y la aprobación de un presupuesto histórico para el subsector (Tomando en consideración el periodo que va de la creación de la Comisión y del CONACULTA, al año 2012).
Para el periodo 2012-2015, la Legislatura LXII tuvo como presidenta de este órgano a la diputada Margarita Saldaña también del PAN, quien asumió los trabajos con el cambio de nombre de la Comisión, que adoptó los asuntos cinematográficos. Destacó por la presentación de reformas a la Ley Federal de Monumentos, por la presentación de una iniciativa para crear la Ley General de Cultura y otra, encaminada a establecer la Secretaría de Cultura, iniciativas que tampoco prosperaron. La legislatura que recién termina, la LXIII 2015-2018, terminar el proceso de la denominada Reforma Cultural, al sacar adelante la creación de la Secretaría de Cultura y la primera ley de cultura, la Ley General de Cultura y Derechos Culturales. Impulsó además la aprobación de un nuevo estímulo fiscal, el EFIARTES, que se suma el EFICINE y al EFITEATRO.
El desdén morenista a la cultura
Bajo mi particular punto de vista, Jorge Castañeda y Roger Bartra son quienes mejor relatan, el motivo por el cual los intelectuales de izquierda vomitaron la alternancia encabezada por Vicente Fox. Bartra analizó la paradoja del rechazo, odio, desprecio o animosidad de una parte importante de la intelectualidad nacional hacia Fox, en una cena contada por el primero entre ellos dos y Carlos Monsiváis, organizada por Gerardo Estrada en 2001[4], en la que se preguntaba por qué la intelectualidad mexicana no apoyaba al gobierno de Fox; por qué no se había incorporado al mismo; por qué lo abandonaba en manos de la derecha; por qué casi prefería que se transformara plenamente en un gobierno conservador en lugar de jalarlo hacia el centro, y, en algunos aspectos, hacia la izquierda. Es verdad, la autodenominada izquierda no hizo más que lamentarse y documentar las frivolidades del sexenio. Detestaban a Fox por razones lógicas y hasta comprensibles, como afirma Castañeda, la principal era la enorme desilusión que para muchos significó el hecho histórico de que la salida del autoritarismo en México se diera por el centro-derecha y el PAN, y no por una izquierda.
Otra de las razones fue su origen. Era el primer presidente de la república salido de las filas del PAN, pero no propiamente un panista formado en la tradición política de este instituto, sino un personaje que agrupaba todo tipo de males para la izquierda: mocho, empresario y empresariófilo de la productora de las aguas negras del imperialismo; que rompió los valores sobreentendidos de la política en ámbitos como la religión, el patrioterismo anti yanqui, que adoptó a Madero y no a Juárez, que no rindió culto a la Revolución y fue en contra del paternalismo estatal. De lo inculto y mal hablado ya no hablamos (Y lo que son las cosas, lo sustituyó otro más inculto y ahora llega otro aún más). No le perdonaron el hecho de no haberse rodeado de personas que lo cuidaran de su ignorancia, o por lo menos la disimulara, como era la costumbre en Los Pinos. Algunos agradecemos, por lo menos, no haber echado mano de la tradicional cooptación que solía hacer el gobierno a la comentocracia intelectual del país, para que fungiera como correa de transmisión. Una práctica ya en decadencia.
En uno de sus primeros discursos en materia de cultura, Fox sostuvo la vieja idea vasconcelista de realizar una “Revolución cultural”, de la misma manera que ahora Andrés Manuel habla de una Cuarta Transformación… La cultura en el PAN era algo totalmente ajeno a lo implementado por Fox; contrastaba por mucho con su gobierno, o mejor dicho, con el de Los Amigos de Fox, que llegaron al poder sin referentes claros que la definieran, sin cuadros en este campo, sin un discurso coherente ni interlocutores con la comunidad cultural. Igual que Andrés Manuel, o mejor dicho, su Coalición Juntos Haremos Historia, que no es ni por asomo lo más granado tampoco de la social democracia, sino un batiburrillo de ideologías, donde destaca la ignorancia, y en el ámbito que nos ocupa, sin cuadros que sepan de Administración Pública de la Cultura, eso sí, conserva lo mejor de los agoreros del país, buenos para hablar, escribir y recitar lo que, según ellos, debe hacerse en cultura. El acto más osado que han tenido hasta el momento, ha sido oponerse a que un actor como Sergio Mayer encabece la Comisión de Cultura, quizá porque creen que esto refrenda su estatus de intelectuales, pero todo queda ahí. Estos guardianes de la catedral de la cultura, siempre a la espera de ser informados de cómo se gobierna, han acabado como cronistas de un pesimismo irresponsable, alérgico a la operación política; un pesimismo que no se la juega, que no emprender acciones eficaces para hacer valer su condición intelectual. Su audacia termina en la publicación de un desplegado que los coloca como abajofirmantes, y en el mejor de los casos como mesarredonderos.
Haber dejado la Comisión de Cultura y Cinematografía en manos de un partido rémora que creció en las axilas de la también autodenominada Cuarta Transformación, es poco más que un desdén de la izquierda a la cultura. Un mal mensaje. Esperemos que en el fondo, en la dirección de las acciones, el presupuesto, la política cultural y las estrategias de gestión, esto quede en una anécdota y demuestren un verdadero interés que los ponga al corriente con esa historia que tanto han pregonado. Por el momento el mensaje es claro, donde esté el poder, que se quite la cultura, ese elemento decorativo ligeramente estorboso.



[1] La política cultural en México surgió al mismo tiempo que la Comisión de Cultura en el Congreso de la Unión, hoy Comisión de Cultura y Cinematografía. Fue en la Legislatura LIV (1988-1991) y estuvo presidida por el poeta Jaime Sabines. Debido a que tuvo que renunciar casi de inmediato por problemas de salud, y a que no existe registro alguno en la Comisión sobre el trabajo realizado, podemos decir que no hubo acciones relevantes.
[2] En los archivos de la Comisión figura también como presidente el diputado Luis Danton Rodríguez
[3] La propuesta establecía este derecho en el artículo 3ro., constitucional; después, siendo Senadora volvió a presentar esta misma propuesta pero establecida en el artículo 4to.

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