sábado, 25 de octubre de 2014

El égola inoculado de los BookTubers

Como todo lo ensalzado por las industrias de la moda y del aligeramiento efectista de la cultura, la industria editorial y los medios de comunicación, han presentado a partir de su presencia en la Feria del Libro de Monterrey, a los denominados BookTubers (jóvenes que recomiendan libros a través de YouTube a cambio de dinero, estímulos o regalos editoriales), como los nuevos críticos literarios. Nos hablan de una profesión emergente que, en efecto, comenzó como parte del uso de su tiempo libre de estos jóvenes. El número de “likes”, el rating de las redes sociales, los hizo visibles para la industria y comenzaron a recomendar libros a petición de parte. Estamos ante un movimiento de redes sociales cuyo modelo de negocios se encuentra aún en etapa embrionaria, no así el  ego que comienza a caracterizar a sus protagonistas, que está ya inoculado. Pocas posibilidades tienen de ocupar el privilegiado lugar de los críticos literarios, quienes han fungido como filtros y guías de los lectores, y para ello han tenido que pasar la mitad de su vida leyendo, estudiando, investigando y escribiendo. Por ello me parece demasiado apresurado el ensalzamiento que los medios y la industria editorial hace de esta tendencia, de este pasatiempo juvenil; en particular la forma en que lo convierte rápidamente en negocio y logran hacer que una parte de los lectores lean por encargo las recomendaciones editoriales de jóvenes sin el estudio, preparación y experiencia de los verdaderos críticos literarios. Este ensalzamiento es el que ha generado más escritores que lectores, como diría Emmanuel Carballo. Está apuntalando una cultura que es parte ya de los pilares que sostienen la actualidad humana en su existencia contemporánea, esto es, el sistema financiero, los medios y la digitalización de la sociedad, así como una tendencia social en la que es mejor mostrar que explicar, en particular en el mundillo de las redes sociales, donde reina la publicación del estatus. Aquí es donde reside el éxito de los BookTubers, en la publicación del estatus. Todo esto en el marco de una cultura que ha dejado de ser un estimulante, como bien apunta Bauman, para convertirse en un relajante. En mi opinión, estamos ante un grupo de screenagers que de momento puede aspirar a traducir las obras de Jordi Rosado, y de todos aquellos cantantes juveniles que la industria ha lanzado como escritores, screenagers que deben aprender a inhalar el helio que inyecta la industria editorial y los medios del infotainment, sino quiere nmorir a causa del égola que esto produce.

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