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Cien días de gobierno
Carlos Lara G.
No sé quién haya tomado la decisión de solicitar la renuncia a
Mario Bellatin, o si fue despido, algo que considero está de más aclarar por
las evidencias del contexto, pero creo que debemos anotársela a la secretaria de cultura, Alejandra Frausto, de la misma forma que anotamos a su favor acciones
como la recuperación de exvotos en Italia o los hallazgos de bienes culturales
en Yucatán; que si bien no gestionó, son parte de su administración.
Parece mentira, pero la cultura es uno de los rubros que más
está costando a la denominada Cuarta Transformación. Algo que veía venir seguramente Laura Esquivel, primera en no aceptar la invitación a trabajar en dicho
proyecto; después Horacio Franco, luego Luis Mandoki, ahora Bellatin...y así, con un gabinete que, puede no ser el mejor para una izquierda que se ufanaba cada tres años de tener a lo más granado del arte y la cultura del país, pero
que intenta salir adelante con un ambicioso proyecto. Estamos ante la primera gran enseñanza de un desencuentro con la comunidad artística: dejar a los creadores ser creadores y echar mano de los servidores públicos más capaces, que los hay, esperando una oportunidad en el marco del servicio civil de carrera.
La decisión de Alejandra Frausto de aceptar la renuncia, o
despedir, a Mario Bellatin puede leerse como un descalabro en el accidentado arranque de su gestión, pero también como un
acierto ¿Por qué? 1) Porque encabeza una Secretaría que carga sobre
los hombros de cada funcionario miembro de su equipo, la misión de transformar “la cultura del poder,
por el poder de la cultura”; 2) que se ha comprometido a colocar el derecho a
la cultura en el centro de su agenda y 3) que pretende redistribuir los beneficios del
arte y la cultura a un mayor número de mexicanos. Lo anterior no es posible
teniendo al frente del FONCA a un creador que poco dimensionaba los alcances de
estos compromisos institucionales. El desaire, la pachorra y el desinterés, no podían ser ni el
tono, ni el trato, ni la conducta del nuevo gobierno de cara a la primera línea de promoción artística y cultural que es el Sistema Nacional de Creadores.
Dos enseñanzas más deja Mario Bellatin. Que la
comunicracia implementada por la comunidad artística y cultural del país en redes sociales funciona,
tiene un peso específico que se ha hecho notar. Busca un diálogo, pero
necesita interlocutores sensibles. Y que un creador al frente de este
tipo de instituciones, no es, como se ha dicho en repetidas ocasiones, el mejor
perfil para liderar y conducir sus objetivo.
La secretaria de cultura tiene la oportunidad de llevar este acierto
hasta el inicio de un diálogo con los creadores, del que habrá de surgir un FONCA
renovado; que responda a las necesidades, no solo de los creadores, sino de los
ciudadanos, que son los verdaderos destinatarios de las acciones públicas en
materia de cultura. El apoyo del Estado a los creadores, a través de sus instituciones, debe
ser subsidiario, no asistencial.
El próximo titular del Fondo, deberá tener además de
sensibilidad, experiencia y conocimiento de lo que comporta la nueva
administración pública de bienes y servicios culturales, y algo muy importante, que no se amilane ante
el reto que tiene por delante, por intentar evitar otra crisis, antes bien, habrá de asumirse como la
cabeza de un proyecto renovador que tenga como propósito hacer del arte y la cultura una experiencia
socialmente útil para los ciudadanos. Los creadores por su parte, podrían
asumirse como los agentes mediadores de este importante proceso renovador.
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