viernes, 23 de marzo de 2018

El salario emocional de la cultura (1ra. de 3 partes)

El salario emocional de la cultura
(1ra. de 3 partes)
Carlos Lara G. 

En un artículo reciente, titulado Historias de Peté, Mario Vargas Llosa narra la intriga que le generó un primo lejano de nombre Pedro, al haberle solicitado una entrevista. Prominente estudiante, orgullo de la familia Llosa, dueño de una vivacidad natural que lo llevó a obtener una beca para estudiar en una de las más prestigiosas escuelas la carrera de economía. Una vez graduado con honores y habiendo obtenido un buen contrato en un banco, el Nobel, intrigado, le concedió la entrevista solicitada. En ella, el ecónomo le confesaría una vieja inquietud. Se había equivocado de profesión y quería verbalizarlo con alguien que pudiera entender que no quería ser economista y mucho menos banquero, sino escritor. Esto llevó al novelista a imaginarse sentado en el banquillo de los acusados rodeado de la parentela Llosa en todos los gradosEn vano trató de persuadirle diciendo que no tenía futuro en la literatura; que el salario en el mundo de las letras no era ni por asomo comparado al del mundo financiero. Sin embargo, según nos dice, de eso vivió el resto de su vida, de su escrituraEsta anécdota me lleva a decir en descargo de Peté, que en la actualidad ninguna profesión garantiza estabilidad económica, que hoy la escuela quita más de lo que ofrece;que nunca como antes las ciencias exactas -la economía entre ellas- habían estado tan de la mano de las humanidades -el arte y la cultura- en términos de promoción y consumo, y que el salario de quienes se dedican a la promoción y difusión de la cultura, es prácticamente emocional.
¿De qué viven los gestores y promotores culturales?
Alguien me podía decir que de promover y difundir el arte y la cultura, de impartir cursos, dirigir y atender museos, galerías e instituciones públicas y privadas. Sin embargo, una gran mayoría, la que está fuera de las instancias degobierno, no llega a fin de mesno vive de lo que hace, tienen siempre una actividad alternativa, ese ingreso fijo que permite sostener la aficiónPor tanto, ninguna profesión en el país como esta, que pese a estar en ciernes, cuenta con los profesionistas mejores pagados, por lo menos en la parte emocional.
Por supuesto que no deja de ser injusto, si consideramos su formación y especialización en diplomaturas, licenciaturas y maestrías, en áreas que van de la antropología a la sociologíade esta a las políticas culturales, a la legislación, la economía creativa, el marketing cultural, consecución de fondos, emprendurismo etc. Es decir, tiene un perfil completo para incidirya desde instituciones culturalespúblicas o privadas, o bien desde la sociedad civilorganizada, en la transformación de la sociedad, como cualquier otro profesionista.  
No son pocos seguramente los padres de familia o tutores que piensan como Vargas Llosa, pero por cada uno de ellos parece haber varios primos como el del Nobel, sólo así se explica la inversión, el  entusiasmo y la entrega de estos agentes culturales a su salario emocional. Tengo la suerte de conocer a cientos de ellos en todos los estados de la república, ya por haber coincidido en algún curso, haber asesorado algún proyecto, compartido material bibliográfico o bien, por afinidad de temas y puedo decir que son de verdad entregados...

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