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lunes, 3 de febrero de 2020

El socialismo bicicletero de Martí Batres. Carlos Lara G.


El límite de nuestro lenguaje, de nuestra cultura,
es el límite de nuestro mundo.  
José Antonio Marina 

Los padres de Martí Batres, registraron a sus hijos con nombres de destacados santones del pensamiento zurdo. Viven orgullosos de ello. Sin embargo, la anécdota no ha pasado de ser un simple arranque de idealismo familiar. La reciente polémica que ha generado su pretendida iniciativa acerca del doblaje, me trae a la mente a uno de los personajes que tanto suelen adorar, Salvador Allende, cuyo ministro de justicia, José Antonio Viera-Gallo, solía decir que el socialismo podía llegar solo en bicicleta. Pues eso, la tetramorfosis legislativa que padecemos tiene muchos aficionados a este tipo de ciclismo de aventura.  
Martí Batres y los desmemoriados senadores de Morena deben saber, cuando citan el caso español, que el doblaje en ese país fue el estribillo cinematográfico del fascismo franquista, quien no solo se limitó a reducir el ancho de vías de los ferrocarriles españoles, para que nadie ingresara al territorio nacional, sino también a establecer el castellano como lengua oficial. Me atrevo a decir que lo hicieron a través del falangista Tomás Borrás, entonces Jefe del Sindicato Nacional del Espectáculo. En un momento en el que el analfabetismo era alarmante en España. Es decir, utilizaron el mismo argumento de Martí Batres: facilitar el acceso al público que no sabía leer. ¡Que fomenten la lectura! ¡Que se preocupen por los sordos en todo caso! Y no en quienes alteran las obras artísticas. Es necesario que la tetramorfosis que gobierna este país deje de memorizar los errores y fracasos del mundo. Debe dejar de ir tras la nota fácil. ¿En verdad creyó el senador que podía capitalizar el momento de la entrega de los Óscar? Para eso hace falta lo que no tiene, talento.
Nada gusta más a la ignorante panda de legisladores del partido de Martí Batres Guadarrama, que las barreras nacionalistas y proteccionistas (Véase la ley Monreal y las recientes reformas de Susana Harp al derecho de autor; pensada únicamente en la protección, y no en la promoción ni el respeto a los derechos fundamentales). Su propuesta de doblar al español las cintas producidas en otros idiomas, pasa por alto la alteración de las obras y la violación a una serie de derechos conexos. En lugar de fomentar la lectura entre el pueblo bueno, en un horizonde de mediano y largo plazo, prefieren de forma obtusa, cerril y populista, dar la obra peladita y en la boca; apostando una vez más a la relajación de los hemisferios y no a su estimulación. Algo propio de la industria del entretenimiento que tanto dicen detestar. A la tetramorfosis que padecemos le encanta bajar el techo en lugar de subir el piso y hacer creer, en La Hora del Atole, que vamos creciendo.
En lo personal, y en medio de esta oleada de miopes medidas proteccionistas, me decanto por aquello que decía Gandhi, al señalar que no quería que las ventanas de su casa estuvieran cerradas en todas las direcciones: quería que los vientos de las culturas de todos los países entraran en ella con aplomo y que también salieran.
Es difícil baremar el doblaje en la industria cinematográfica, puesto que atenta contra los derechos de los actores, creadores y porductores de una obra original; coarta además los derechos de la sociedad, de la audiencia, a la posibilidad de ver las obras en su forma primigenia. Pero si hablan de derecho de las audiencias, y pretenden garantizarlo sumiéndolas en el analfabetismo, antes deben saber que estas tienen ante todo, el derecho a la educación y a la cultura. Es decir, el derecho a saber leer y pensar, así como a ver la obra en su formato original. Además a no ser engañadas (por un criterio económico); esto es, el derecho a saber que quien actúa, según la publicidad de las cintas, no es quien habla a la hora de verlas. Impulsar el doblaje a estas alturas es poner puertas al campo. Es fomentar el crecimiento de una sociedad sedentaria, monolingue e irreflexiva en un mundo cada vez más globalizado.
Es afectar las obras cinematográficas en una parte sustancial, que es la banda sonora. Esta es consustancial a la actuación, a la realización de las escenas, a la atmósfera creativa y la intensidad de las interpretaciones. Comporta intencionalidad. El doblaje mata la esencia de los procesos de actuación, la intensidad e intencionalidad en las interpretaciones. Modifica el guión y la dirección al anular la carga emocional que tanto el guionista como el director imprimen a la obra. Nos priva además de la oportunidad de ser cómplices de escenas que abrazan perversidad, ternura, maldad, odio, esperanza.. Emociones. Es muy importante tener en consideración que, tanto en el teatro como en el cine, el cuerpo es la escenografía de la palabra. Por tanto, si este se altera mediante la voz, la banda sonora, la interpretación y en general la atmósfera creada por el director, dejan de tener sentido. Considérese que los actores son elegidos por un director de casting, a partir de una serie de cualidades interpretativas, que se van a la basura con el doblaje. 
Creo que no podemos aceptar que nos digan que están a favor del respeto de ciertos derechos fundamentales, estableciendo excepciones por factores económicos; pasando por alto otros derechos fundamentales enraizados en el interés público. La sociedad tiene el derecho a recibir la obra en la forma original en que fue concebida, como atinadamente señaló hace más de 20 años la entonces Ministra Olga Sánchez Cordero; derecho que se ve vulnerado por el doblaje como hemos señalado. Con la ocurrencia del senador Martí Batres, Morena colocan los derechos fundamentales en el terreno de los intereses privados que tanto dicen detestar. El senador debe hacer el intento de comprender que el lucro y el crecimiento económico de una industria no pueden pasar por encima del interés público establecido en una normatividad orientada a salvaguardar la originalidad, autenticidad y finalidad de las obras artísticas.
Lanzo dos preguntas al legislador 1) ¿Qué considera debe prevalecer en su propuesta, la integridad de los elementos que constituyen una obra, el respeto a la banda sonora, los derechos conexos que la integran, o el crecimiento económico de un determinado número de trabajadores del doblaje? 2) ¿Cómo entiende el artículo 4to., de la Constitución el cual establece: Toda persona tiene derecho al acceso a la cultura y al disfrute de los bienes y servicios que presta el Estado en la materia, así como el ejercicio de sus derechos culturales. Señala también que el Estado promoverá los medios para la difusión y desarrollo de la cultura, atendiendo a la diversidad cultural en todas sus manifestaciones y expresiones con pleno respeto a la libertad creativa. 
Me gustaría conocer la opinión de este apóstol de la Economía moral y el socialismo bicicletero. Amante de la nota fácil y las portadas de periódico, ya sea para mostrarse como asiduo comensal de oficina con sus tazones tupperware en la mano, o para soltar ocurrencias legislativas rodeado de actores de cara a la entrega de los Oscar.

martes, 16 de julio de 2019

El doblaje, un debate entre el interés público y el interés económico

El debate sobre el doblaje. La integridad de las obras y el crecimiento de una industria
Caros Lara G.  

Hace casi 20 años inició un debate en México que, a primera vista parecía un capricho nacionalista, pero en el fondo, ponía de relieve un aspecto fundamental del arte y la cultura: la integridad de los elementos en una creación artística. Hablo del doblaje de las películas. Hoy, a menos de un año del anuncio que hiciera el extinto ProMéxico el 21 de agosto pasado, de apoyar a empresas del sector audiovisual en el marco de MIPCOM 2018 en la ciudad de Cannes, Francia, donde se dio a conocer la creación del Consejo Mexicano de la Industria del Doblaje, tenemos un par de problemas nada menores, la desaparición de ProMéxico y el regreso a la agenda legislativa de la prohibición del doblaje. 
Por un lado escuchamos a quienes opinan y sostienen que estamos ante una industria muy importante que, en efecto, en estos 20 años se ha consolidado y cuenta con el antes mencionado Consejo Mexicano de la Industria del Doblaje, integrado en un principio por empresas como Caaliope Communications, Dubbing House, Grupo Macias y Labodigital. 
Como sabemos, México es líder continental en el campo audiovisual, cuenta con una gran producción creativa generada por el cine, la televisión, la animación, los videojuegos, así como los efectos visuales digitales, la realidad virtual y la realidad aumentada. Industrias que suelen defender y ser consecuentes con el derecho de autor y los denominados derechos conexos. ¿Que por qué subrayo esto? Porque considero que el doblaje en la industria cinematográfica, atenta contra los derechos del intérprete de los autores y contra los derechos de autor de los creadores de la obra original; coarta además los derechos de la sociedad, de la audiencia, a la posibilidad de ver las obras en su forma primigenia.
Uno de los propósitos del citado Consejo Mexicano de la Industria del Doblaje, a decir del extinto ProMéxico, es tener una personalidad representativa ante diferentes organismos gubernamentales y empresariales; impulsar y fortalecer el adecuado uso del idioma español; acreditar internacionalmente la experiencia actoral de ocho décadas de doblaje mexicano y ubicar claramente a los estudios de doblaje de calidad mundial certificada. Sin embargo existe un problema. Que quitando los documentales y las producciones infantiles, el doblaje altera, por no decir afecta, las obras cinematográficas en una parte que es sustancial, como la banda sonora que, dicho sea de paso, forma parte de un derecho conexo. La banda sonora es consustancial a la actuación, a la realización de las escenas y a su intensidad, comporta intencionalidad. Bajo mi personal punto de vista, el doblaje mata la esencia de los procesos de actuación, de esa intensidad e intencionalidad en las interpretaciones. Altera y modifica el guión y la dirección al anular la carga emocional Que tanto e guionista como el director imprimen en la obra. Todo esto nos priva de la oportunidad de ser cómplices de escenas que abrazan perversidad, ternura, maldad, odio, esperanza, en fin, emociones. 
Estamos ante una expresión (la cinematográfica), que es y ha sido una eficiente forma de comunicación en la que todo cuenta, un gesto por ejemplo, una mirada, la profundidad de una frase, puesto que encierra un poder simbólico y muestra al espectador la intención artística de este denominado séptimo arte. En el teatro como en el cine el cuerpo es la escenografía de la palabra, por tanto, si esta se altera mediante la voz, la banda sonora y en general la atmósfera creada por el director, se ven afectadas debido al doblaje, que termina por alterar la obra en la forma en que fue concebida. Pensemos por ejemplo, en el trabajo del responsable del casting, una actividad en la que la actuación, la intencionalidad y el poder interpretativo de los actores es fundamenta. Los actores son elegidos por estas cualidades, que se van a la basura lo mismo que la dirección etc. 
La pregunta es ¿Qué consideramos debe prevalecer, la integridad de los elementos  de una obra, el respeto a la banda sonora, los derechos de autor... o el crecimiento económico de una industria? En lo personal, considero que no podemos estar a favor del respeto de ciertos derechos y hacer excepciones por un factor económico, pasando por alto un tema de interés público. 
Ahora bien, recordemos que el español no es la única lengua en el país; si quedaba alguna duda, el amparo promovido por el poeta Maldonado Carballo en 2016, en contra del obtuso artículo 230 de la Ley Federal de Telecomunicaciones y radiodifusión, llevó a la Primera Sala de la SCJN a determinar que, establecer el uso exclusivo o preferente del idioma español en las concesiones de radiodifusión era inconstitucional, ya que la Constitución no reconoce una sola lengua nacional. ¿Por qué entonces no doblar las cintas a las diferentes lenguas que se hablan en nuestro país? No me digan, ¿Por un criterio económico? Por ese mismo criterio es que las comunidades alejadas de los centros urbanos, por cierto, en general son las mismas que hablan otro idioma diferente al español, no tienen cobertura de Internet. 
Insisto, la sociedad tiene el derecho de recibir la obra en la forma original en que fue concebida, como atinadamente señaló en su momento la Ministra Olga Sánchez Cordero; derecho que el doblaje viola como ya hemos señalado. Ahora, lo más importante de este debate es que, con la autorización del doblaje, los poderes públicos colocan un tema del interés público en el terreno de los intereses privados. El lucro y el crecimiento económico de una industria no puede pasar por encima del interés público establecido en una normatividad orientada a salvaguardar la originalidad, autenticidad y finalidad de las obras artísticas.
Las grandes cadenas distribuidoras de cintas se han diversificado tanto, creando y adaptando salas para los que quieren vivir las emociones con mayor intensidad, para los que no pueden dejar de comer, para quienes desean comer en plan VIP acompañados de una película, para los que no pueden desconectar de los teléfonos; para los que desean ver la final de un partido de futbol en una sala, para los que quieren festejar un cumpleaños etc... Su motivación siempre es la misma: poder llegar a más público. Solo que en este caso, insisto, estamos ante un tema fundamental enmarcado en el interés público. Por cierto ¿Qué hacemos con los sordos? 
Creo que debemos preservar el arte cinematográfico en la forma en que fue originalmente concebido. En lo personal, soy partidario de la promoción de los valores culturales y artísticos de cualquier nacionalidad, en particular del cine, por lo que representan tanto para la obra en sí, como para los derechos autorales, el trabajo de dirección, el trabajo autoral y de los responsables del casting (donde es fundamental y determinante, no solo la actuación, sino también la interpretación y la intencionalidad de lo escrito en el guión), lo mismo que la musicalización etc. Es verdad que la Corte ya sentó un criterio, que ya se manifestó sobre la constitucionalidad de esta práctica, por lo que revivir este debate a casi 20 años de distancia y a uno de la creación del Consejo Mexicano de la Industria del Doblaje, deberá por lo menos reconsiderar el interés público de las obras y la regulación del interés privado de una industria que las altera. Un tema que es todo, menos algo sencillo de abordar desde el Poder Legislativo. La pregunta es, cómo entenderán, tanto los legisladores como los Ministros de la Corte, el artículo 4to., de la Constitución que hace 19 años no existía, y el cual establece que: Toda persona tiene derecho al acceso a la cultura y al disfrute de los bienes y servicios que presta el Estado en la materia, así como el EJERCICIO DE SUS DERECHOS CULTURALES.  El Estado promoverá los medios para la difusión y desarrollo de la cultura, atendiendo a la diversidad cultural EN TODAS SUS MANIFESTACIONES Y EXPRESIONES CON PLENO RESPETO A LA LIBERTAD CREATIVA.   

sábado, 5 de octubre de 2013

No se aceptan devluciones, ni críticas infundadas

La comentocracia cinematográfica que integran los miles de entendidos de las redes sociales está indignada con el éxito en taquilla de Eugenio Derbez No se aceptan devoluciones. Han dejado en paz a Laura Bozo para ensañarse ahora con el cómico por haber traicionado al cine mexicano (Sic) al llevar a cabo un sketch cómico “melodramático inaguantable, predecible, pobremente estructurado, dirigido y actuado que ve sus mejores momentos en lo entrañable de sus albures y recuerdos de sus personajes televisivos”. Esto es lo que yo llamo “Mal de taquilla” y lo padecen generalmente los aspirantes a Cannes. En general son los mismos que aplauden las cintas de mojados, corrupción y violencia que siguen haciendo Demián Bichir (Better Life); Luis Mandoki (La vida precoz y breve de Sabina Rivas); Amat Escalante (Heli) Juan Carlos Valdivia (American Visa) y Diego Quemada-Díez (La jaula de oro), sólo por citar unos ejemplos de ese rebautizado cada diez años como “Nuevo cine mexicano”. Películas reconocidas y alabadas por su majestad las redes sociales; premiadas en festivales internacionales por recrear un universo narrativo ramplón, estancado en la melancolía de nuestras desgracias. Eso que a los extranjeros aún resulta  exótico; como si no hubiera otro vehículo narrativo que el de un país jodido, ni más papeles a nominar que esos de Demián Bichir haciendo de jardinero en Estados Unidos; Heli, contando una historia más de violencia y narcotráfico; La jaula de oro, un drama migratorio más; Después de Lucía los efectos del bullying…
En su momento critiqué el patrioterismo meloso de Cinco de Mayo, la batalla, porque tanto su director, como la comentocracia cinematográfica trataron de venderla al público como una obra digna del séptimo arte; como cine de autor y todas esas chocarrerías que suelen aplicar los directores de cine que dicen que en México no hacen cine, hacen milagros… Cinco de Mayo es un buen complemento del libro de texto gratuito, cortesía del Gobierno de Puebla, por eso debía ser melosa y patriotera. Nosotros los nobles tiene su parte criticable también en esa escandalosa atmósfera de consumo inducido que generó a través de los medios de comunicación, parecía una competencia contra reloj por lograr un record de taquilla en el menor tiempo posible. Sin embargo, a diferencia de Cinco de Mayo, fue financiada por la iniciativa privada y no por el Estado.   
El éxito de No se aceptan devoluciones es explicable a partir del poder que ejerce la pantalla chica en México. Si, de cómo la pantalla chica te puede catapultar o a la presidencia de la república o a la pantalla grande. Atajo, camino fácil, aligeramiento efectista lo que el lector guste, bajo mi punto de vista es una comedia mexicana muy divertida que no aspira a nada más que a hacer reír recreando parte de nuestra identidad cultural. No encuentro ningún fundamento en las eruditas críticas de quienes aspiran a sentirse parte del universo de entendidos; vamos, tampoco es que la estén proyectando en la aburrida cineteca nacional para ensañarse de esa manera. Por cierto, el desplante que hicieron al actor Eugenio Derbez los actores mexicanos radicados en la Unión Americana a quienes invitó a la premier, refleja el “Mal de taquilla” que éstos padecen. Deberían reconocer por lo menos que de la misma manera que Amores perros, Heli, La jaula de oro, Better life…están apuntalando el denominado Mexican new wave en el mundo, directores como Gary Alasraky y Eugenio Derbez están comenzando a hacer industria y eso es bueno para todos.
 

domingo, 2 de junio de 2013

El menosmalismo de nuestro cine de conciencia

¿Qué tiene en común Ángel Tavira (Don Plutarco en la película El Violín); Demián Bichir en Better Life; Greisy Mena, interpretando a Sabina Rivas; Heli, de Amat Escalante y La jaula de oro, de Diego Quemada-Díez? Que han sido películas premiadas por desarrollar un universo narrativo que ya resulta ramplón como parte del denominado séptimo arte. Al igual que muchos de ustedes, me agrada saber que un Demián Bichir es nominado al Oscar como mejor actor o que un guanajuatense ha obtenido el equivalente en Cannes. Sin embargo, creo que en parte por ello es que nuestro cine se ha estancado en la melancolía de nuestras desgracias; en ese vehículo narrativo de la Frontera Norte y de la violencia, sin intentar siquiera superar el discurso chillón del que habla Jorge Castañeda, al criticar la actitud del Gobierno mexicano, que de igual forma, no deja de culpar a Estados Unidos del avance del narcotráfico.
No sé cuántas películas existan en nuestro país sobre dramas migratorios y narcotráfico, pero seguramente hay más que directores de cine. Bajo mi punto de vista este tipo de reconocimientos, sin restar los méritos correspondientes a las cintas por lo que tienen de desarrollo artístico, lo son también a la terquedad cinematográfica de nuestra industria, empeñada en hacer de las desgracias de nuestros mojados, de nuestros desaparecidos, de nuestros asesinados y de nuestros humillados una especie de virtud homérica bajo el caparazón del “Cine de conciencia”. Ahí tienen a Luis Mandoki y su vida precoz y breve de Sabina Rivas; o De panzazo, de Carlos Loret de Mola, quien se estrenó como director de cine-conciencia y en su ópera prima nos mostró lo que todo México sabía: maestros que no enseñan, alumnos que abandonan la escuela, un sindicato ladrón; que tiene un partido político... El ya fallecido Ángel Tavira fue premiado en Cannes en 2006 por mostrar su capacidad de resistencia y encarnar a un mexicano pobre y despojado en medio de la guerrilla y la guerra sucia en México. Demián Bichir por hacer de jardinero en Estados Unidos; Heli, por una historia de violencia y narcotráfico en México; el elenco La jaula de oro, por desarrollar un drama migratorio más. Un año antes fue premiada Después de Lucía por mostrar los efectos del bullying. Al paso que vamos, no estamos lejos de ver un género denominado “Cine con Causa”.
El maestro John Carpenter definió el cine como la realidad editada. Ese podría ser el argumento de lo que estamos viendo, pero considero que tanto los cineastas como la cadena productiva del cine mexicano podría demostrar al mundo que eso que cada 10 años rebautizan como “El nuevo cine mexicano”, o eso que llaman ahora Mexican new wave, tiene mejores propuestas creativas. Es molesto ese menosmalismo mexicano que considera que el fin justifica los medios y que todo galardón es maravilloso, merecido, justo…pero qué le vamos a hacer, vivimos en el país de los premios, donde los directores de cine de conciencia avivan su discurso con comentarios como ese del Mejor Director de Cannes 2013 que dijo: “Es una esperanza para México. Espero que un día termine el sufrimiento”. En lo personal espero que esta Mexican new wave siga su exitoso camino por los innumerables universos creativos que ofrece el séptimo arte.