
En su momento critiqué el patrioterismo meloso de Cinco de
Mayo, la batalla, porque tanto su director, como la comentocracia
cinematográfica trataron de venderla al público como una obra digna del séptimo
arte; como cine de autor y todas esas chocarrerías que suelen aplicar los
directores de cine que dicen que en México no hacen cine, hacen milagros… Cinco
de Mayo es un buen complemento del libro de texto gratuito, cortesía del Gobierno de
Puebla, por eso debía ser melosa y patriotera. Nosotros los nobles tiene su parte criticable también en esa
escandalosa atmósfera de consumo inducido que generó a través de los medios de
comunicación, parecía una competencia contra reloj por lograr un record de
taquilla en el menor tiempo posible. Sin embargo, a diferencia de Cinco de
Mayo, fue financiada por la iniciativa privada y no por el Estado.
El éxito de No se aceptan devoluciones es explicable a partir del poder que
ejerce la pantalla chica en México. Si, de cómo la pantalla chica te puede
catapultar o a la presidencia de la república o a la pantalla grande. Atajo,
camino fácil, aligeramiento efectista lo que el lector guste, bajo mi punto de
vista es una comedia mexicana muy divertida que no aspira a nada más que a
hacer reír recreando parte de nuestra identidad cultural. No encuentro ningún
fundamento en las eruditas críticas de quienes aspiran a sentirse parte del
universo de entendidos; vamos, tampoco es que la estén proyectando en la
aburrida cineteca nacional para ensañarse de esa manera. Por cierto, el desplante
que hicieron al actor Eugenio Derbez los actores mexicanos radicados en la
Unión Americana a quienes invitó a la premier, refleja el “Mal de taquilla” que
éstos padecen. Deberían reconocer por lo menos que de la misma manera que
Amores perros, Heli, La jaula de oro, Better life…están apuntalando el
denominado Mexican new wave en el
mundo, directores como Gary Alasraky y Eugenio Derbez están comenzando a hacer
industria y eso es bueno para todos.
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