lunes, 16 de febrero de 2015

Las 50 sombras de Grey, de best seller a fast seller

Acudí al estreno de Las 50 sobras de Grey en compañía de mi esposa. Ella, motivada por ver la adaptación de la saga, yo por observar la fiebre mediática de la industria en torno a la cinta. Puedo decir que su pirotecnia promocional es proporcional a la tomadura de pelo que hace a los lectores, que acudieron incitados por ver la historia de una relación sadomasoquista devenida en amor, y seguro estoy que se encontraron con un descarado largo, lineal y aburrido primer capítulo de una historia que no prometería mucho en el cine, de no ser porque cuenta con un público masivo bastante condescendiente, poco exigente en su consumo cultural, un púbico de best sellers. Pude observar cómo decenas de adolescentes acudieron en grupo como a una convocatoria de flashmob, como a una de esas modas urbanas de un día sin pantalones en el metro, o mejor aún, a un llamado de Spencer Tunik, se percibía una cierta sonrisa cómplice y curiosa, previa a la participación de un acto performativo y trasgresor.
Los realizadores de la cinta solo pensaron en el retorno de inversión; en sacar el máximo provecho al fenómeno literario de E.L. James, bajo la fórmula probada del cine que seguramente replicará su éxito como película. En su primer fin de semana recaudó 248 millones de dólares. Apostaron a la creación de una atmósfera de consumo animada por el día del amor y la amistad, mediante un fuerte ardid publicitario. Supieron motivar a un público masivo que suele pagar por un evento, recibir una cachetada y dar las gracias a través de un selfie en sus redes sociales. Es el mismo fenómeno que podemos apreciar con Luis Miguel, un cantante con talento que ya solo vive de rentas, que no crea ni produce nada nuevo y sigue llenando auditorios incluso, cancelando fechas a causa de su lamentable estado físico.
Las dos cosas buenas de la cinta son la actuación de Dakota Johnson y la banda sonora. No sé qué es peor, si el guion o la decepcionante caracterización de Jamie Dornan, clara muestra de que una cara bonita y un físico atractivo no lo es todo en el mundo del cine. Lo dicho, 50 sombras de Grey fue un libro de venta masiva, que ha devenido en cinta de venta rápida, que no motiva a ser vista, aunque sí a ser practicada.
En lo personal considero que esta película no es nada recomendable para quienes vimos o leímos obras tales como Las edades de lulú (1989) en cuya trama la protagonista de 15 años, se enreda sexualmente con el amigo de su hermano y le fascina el juego que van urdiendo; Lolita, el clásico de Vladimir Nabokov llevada al cine por Kubrick; Inmaculada o los placeres de la inocencia, de Juan García Ponce (1989) o bien, Pasión turca (1993), donde una mujer en un viaje a Turquía conoce a un hombre con el que vive una pasión dominante, que la lleva a olvidar a su marido, a su país, incluso su vida misma.     
Las 50 sombras de Grey tiene también el record de asistencia, para una película a la que la crítica califica de regular a mala ¿Pero quién hace caso a la crítica en estos días? La cinta es un fenómeno cinematográfico que está siendo visto y recomendado casi por contagio cultural, que es como se ve, se recomienda y genera hoy el consumo reprocultural de las nuevas generaciones.

No hay comentarios: