lunes, 8 de julio de 2013

La industria editorial de los "autores marca"

En el más reciente número de la revista Letras Libres Enrique Serna publica una entrega titulada “La devaluación de la palabra” en la que da cuenta de ese —él lo llama trueque de papeles— yo diría trasvase de calidad y contenidos entre la literatura barata y las series de televisión. Cita ''Los Soprano'', ''Mad Men'', ''Roma'', ''Boardwalk Empire'' como ejemplos de recreación de la complejidad de la existencia mediante técnicas narrativas audaces y sin concesiones a la audiencia. Entiendo que por el otro lado, escritores marca tipo Dan Brown, Idelfonso Falcones… se dedican a desarrollar un abanico de contenidos un tanto ramplón.
Señala que Ruiz Zafón decía en 2008 que la mayor parte de la mejor narrativa de hoy, estaba en la televisión y el cine; que la gente con ambición, oficio y talento, ya no estaba en la literatura, un terreno en el que se instaló la mediocridad, el aburrimiento, la pretensión y la pose. En efecto, es muy evidente la forma en que desarrollan un juego del que se conocen bien las reglas. Se dedican a investigar y planificar cuidadosamente tramas de interés popular utilizando la mixtura de realidad histórica y ficción.
Serna asesta una elegante crítica a la más reciente obra de Laura Restrepo ''Hot sur'' (Planeta 2013), no sin reconocerle un poderío verbal admirable, pero a condición de aceptar que esta obra es producto de una claudicación pasajera que la llevó a imitar atmósferas de misterio, tramas forzadas y torpes, así como las truculencias de las peores series televisivas.
Al hablar del fundamento de la actividad cultural del Estado, autores como Antonio Pau y María J. Roca, en ''Estado y cultura'' (2009) Fundación Coloquio Jurídico Europeo, plantean un fundamento que consiste en la corrección del mercado directamente relacionado a la reacción de los poderes públicos frente al fracaso estético de éste. Y es que expresiones como la literatura se rigen cada vez menos por criterios de calidad expresiva y riqueza narrativa. En España se han ventilado un par de casos que ilustran muy bien lo anterior. El lanzamiento de una obra que desde el inicio fue promovida como ''best seller'', sin que un solo lector imparcial la haya leído ni juzgado. Son obras que suelen ser recomendadas a los interesados con la insistente recomendación de reservar un ejemplar en las librerías; el argumento comercial que ofrecen es que a pesar de que la primera edición es de un millón de ejemplares, se agotará el primer día y no podrán obtenerla.
El otro caso tiene que ver con el falseamiento del mercado, en el que un conocido premio literario, cuya dotación es de las más altas (130 mil euros) fue entregado no al autor de la obra, sino al editor. Esto es, como el destino es la promoción de la obra de lo que en ese momento comienza a ser impulsado como un “autor marca”, inyectan en el mercado todo el dinero con una estrategia publicitaria que ensalza artificialmente una obra en perjuicio de otras que pueden tener igual o mayor mérito y valor.
Es aquí donde se echa de menos el oficio del relegado crítico literario que la lógica editorial de los autores marca ha ido desplazando. Esta lógica da sentido a lo expresado por uno de ellos, el maestro Emmanuel Carballo, quien señala que en la actualidad existen más escritores que lectores. Y cómo no, si los “lectores” están siendo formados por el ''softnews'' y el ''infotainment'' que impulsan y aprovechan los autores marca y la literatura de autoengaño.

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