La Secretaria de Cultura no ha podido tocar ningún balón importante desde que comenzó el Torneo Apertura 2018, denominado Cuarta Transformación. Al inicio tuvo buenas jugadas como la de pelear un mayor presupuesto para el sector, pero todos los balones se estrellaron, cuando no en la barrera en los travesaños, hasta convertirse en la única curva que han podido aplanar. Cabe destacar que desde antes del torneo practicaron muy buenas jugadas de pizarrón como esa de descentralizar los bienes y servicios culturales, pero se atravesó el dedito presidencial con el proyecto Chapultepec y terminó enviando el balón nuevamente al centro del terreno de juego. Una de las llegadas más clara fue esa del hallazgo de la voz de Frida Kahlo, de no ser porque saltó un aficionado desde las gradas y desvió el esférico a tiro de esquina.
Meses después tuvo un gran pase, esta vez frente a la portería y sin portero, con la presentación de la Estrategia Nacional de Lectura, pero el entrenador anunció el cambio, la envió a la banca y entró la antojadiza no primera dama, Beatriz Gutiérrez Müller, con ese imponente apellido alemán, que en el futbol es una gran carta de presentación, y sacó de la chistera El Tratado de Mocorito, arrebatándo así también ese balón.
Ya en el Clausura y Apertura 2019 experimentó una despiadada goliza registrando una racha peor que la del Atlas en temporada normal. Perdió siete partidos al hilo. Fue una triste espectadora de todo, en el palco de la transversalidad: La desaparición forzada del programa Pueblos Mágicos, ProMéxico, los fines de semana largos, el Instituto Nacional del Emprendedor, la nefasta absorción del Foprocine, el intento de desaparición forzada del Fidecine, el lamentable recorte en Alas y Raíces; la deplorable y vergonzosa reducción presupuestal al Fondo de Cultura Económica (en este partido los abucheos se escuchaban en América Latina), y qué decir del partido más reciente, el de la cancelación de ferias del libro en su versión digital, porque sus jugadores son todavía analógicos. Un auténtico desastre.
Hay que señalar que pese a ello, la secretaria no se dio por vencido, conocemos de su ahínco como buena guerrerense. Saltó a la cancha a jugar contra la pandemia portando una leyenda en la camiseta que decía “Contigo en la Distancia”. No le fue mal. Era un rival difícil contra el que nunca nos habíamos enfrentado. El problema es que fue en un torneo corto y en formato digital. No sé, era como ver un Necaxa Atlante narrado por Juan Dosal un domingo a las 11: 45. Dicho esto, no por la calidad de los jugadores, sino por el medio de transmisión en un momento de mucha, muchísima oferta audiovisual.
En términos generales no ha sido un buen torneo para la Secretaría de Cultura. Si tuviera que resumir en términos futboleros su desempeño de cara a las próximas temporadas, diría que es como jugar contra el Barça y tener a Messi dentro del área. No hay mucho que hacer. Y es que las indicaciones de su director técnico son las de replegarse lo más posible y correr tras los balonazos de Hacienda y la reducción del presupuesto, el decretazo presidencial de auteridad, los recortes laborales, la cancelación de programas, proyectos y fideicomisos, la lentitud en la implementación de acciones y sacar el pecho por ese maltrecho Programa Nacional de Cultura y su incleible confusión de estrategias con enunciados, propósitos y objetivos.
Es de entenderse que no haya asistido al mundial de clubes. Sí, la dejaron fuera del T-MEC, aunque hubo quienes decidieron jugar por la libre, pero más tardaron en bravuconear la muerte del neoliberalismo por decreto, que en votar a favor el tratado sin respingar; echando a la basura sus promesas en materia de cinematografía y ese empalagoso, obtuso y obnubilado discurso de sacar la cultura de los tratados comerciales.
Ahora bien, el equipo de la Secretaría de Cultura cuenta con un gran mediocampista ofensivo; el porblema es que le ha pasado lo mismo que a Maradona cuando debutó como director técnico de la Selección Argentina. Exacto, fracasó. Su nombre, Paco Ignacio Taibo II. Al igual que el 10, solía criticar a los hombres de pantaloncillo largo, a los directivos del balonpié por ineptos, capitalistas y corruptos. Claro, al igual que el 10, en la cancha, se había ganado el derecho a decir eso y más. Al igual que el 10, grandes goles lo inmortalizaron, son muy recordados Belascoarán, Pancho Villa y el Che Guevara. Al igual que el 10, había callado a sus más intransigentes críticos y detractores. Sí, al igual que Maradona podría, si quisiera, tatuarse en el brazo izquierdo “La mano de Dios”, alusivo al gol que metió a los ingleses en el mundial de México 86, Taibo podría tatuarse “Se las metimos doblada camarada”, alusiva a la forma en que llegó al FCE. Sin embargo, son sus bravuconadas ante la prensa y esa forma tan personal de jugar sin soltar el balón (caprichosas publicaciones personales acerca de autores exiliados y el gusto personal por los escritores muertos en dictaduras, refugiados, censurados), las que le distraen de su función sustancial. Por ello, Taibo es la más fiel imagen de Maradora en Sudáfrica 2010.
Siguiendo con la mala racha de Secretaría de Cultura, no podemos obviar la indisciplina en el equipo y esos balones difíciles que le ha puesto Jesusa Rodríguez, el propio Taibo, la desubicada periodista que preside Notimex y los aplaudidores a sueldo de Canal Once. Así las cosas, La Secretaría de Cultura solo puede hacer de coro de acompañamiento en ese remedo de estrategia transversal del subsecretario de salud, sumándose al minuto de silencio todos los días a las 12 de la mañana. Es como perder el partido sin tocar el balón.
Juan Villoro, que de esto sabe mucho, sostiene algo muy preocupante cuando señala la característica principal de los aficionados mexicanos al futbol (que son muchos). Dice que se saben desentender del resultado. Que su pasión no requiere de evidencia, que es una eficaz forma del autoengaño. Que por eso se resigna con facilidad y que el verdadero espectáculo en nuestros estadios está en las gradas: “Donde el público siempre hace más esfuerzo que los jugadores”. Fuerte, raso y colocado Villoro. Como los buenos pénaltis.
Bueno, es así como Secretaría de Cultura y su entusiasta equipo de gobernantes de izquierda, férreos conocedores, defensores, amantes, protectores y difusores del arte y la cultura del país, vuelve a ser el equipo llanero de La Cultura del Poder. Un equipo destinado a ser parte de la crónica del daño. Penúltimos en la tabla general, se limitan a hacer lo único que les ha enseñado su timonel: campaña. Ahora, no todo es malo en el descenso. El futbol llanero les ofrece la oportunidad de jugar contra equipos con los que se sentirán más ancanchados (nunca mejor empleado el término). Por ejemplo, Los trapicheros de Hidalgo, Los tlacoyeros del Bajío, Las bombas de mecate, Los carboneros de Bartlett, Los Mineros de Napito, Los eloteros de la Ciénega y Los jalapeños de piña miel. De momento, este es su nivel de juego. Visto desde el cuatroteismo, es decir, con harto optimismo, desde ahí podrían por lo menos practicar su gran afición al remedo.
5 comentarios:
😂😂🤣🤣 FANTÁSTICO !! NADA PODRÍA HABERLO DESCRITO MEJOR. Muchas felicidades, qué talento para hacernos reír de la fatalidad. Muy buen artículo Carlos Lara. Ya para qué intentar describirlo de otra manera 😂😂🤣🤣
Muchas gracias, saludo futbolero 👍🏿
Carlos, divertido análisis!! Pero se te pasó mencionar la jugada que más se entrenó, el tiro de esquina que más practicaron, el tiro libre que les iba a dar el gol, y les resultó en un tiro desviado: el Programa Cultura Comunitaria, con sus flamantes 400 mdp. Saludos!
Exacto! Esos serían las palomitas de maíz de Las Milpas para la porra y los trompetines, silbatos y banderas que compraron para cuando vinieran las anotaciones, pero no llegaron...Saludos! 👍🏿
Lo publica también El Universal👇
https://confabulario.eluniversal.com.mx/secretaria-cultura/
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