Carlos Lara G.
Los exilios en nuestro país no han sido pocos. El español, por ejemplo, el chileno, el argentino… Son numerosos como múltiples también sus aportaciones en el terreno educativo y cultural. Y es que, como sabemos, los intelectuales suelen ser los primeros en abandonar las dictaduras, sea en forma voluntaria o pactada, asumen un destierro, que con el tiempo suele tornarse en transtierro. Un concepto, espléndidamente acuñado y descrito por el maestro José Gaos, para definir la condición de muchos españoles que emigraron a México con la guerra civil. Es la integración sin reserva a la patria de destino, condición que sólo puede darse si lo permiten las circunstancias halladas en la nueva residencia, una misma lengua y una historia común. En efecto, la historia común de la patria grande que fue América, antes de que los gobiernos miopes y corruptos la acotaran a sus respectivas naciones con resultados catastróficos luego del avasallamiento de Estados Unidos en la región, cuyas consecuencias hoy vemos en forma de caravana.
El exilio español trajo a nuestro país familias como la de los Taibo, digno ejemplo de Transtierro; que de inmediato se entregó sin reservas a esta que sería su patria de destino. Una familia volcada a las letras, Paco Ignacio Taibo I, al periodismo cultural, Paco Ignacio Taibo II, a la literatura y Benito Taibo a la poesía. Como sabemos, el Presidente electo Andrés Manuel López Obrador ha invitado al segundo a encabezar el Fondo de Cultura Económica, una de las instituciones que más se ha beneficiado del transtierro desde su creación, en 1934. Una editorial abraza las dos condiciones que señala el maestro Gaos debe tener el transtierro: misma lengua y misma historia. Sin embargo, y pese a que el Fondo ha sido una institución de mano abierta para destacados intelectuales de Iberoamérica, una reforma de los años noventa que agrupó a las entidades paraestatales en una ley, impide a este ser el titular, por no ser nacido en México. Es mexicano naturalizado y nuestra legislación aún abraza reminiscencias del nacionalismo revolucionario así de absurdas. Reminiscencias que no terminan de dar derechos plenos a los extranjeros que optan por nacionalizarse mexicanos, pese a que la propia Constitución establece en su artículo 1ro. la prohibición de todo tipo de discriminación, por motivos de origen étnico, nacional … o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas. Asimismo, señala que en nuestro país todas las personas gozarán de los derechos humanos reconocidos en la Constitución y en los tratados internacionales que el Estado Mexicano tenga vigentes. Cabe señalar que la doble nacionalidad es un derecho humano. Por si fuera poco, señala que las normas relativas a los derechos humanos se interpretarán de conformidad con la Constitución y los tratados internacionales de la materia favoreciendo en todo tiempo a las personas la protección más amplia posible.
El artículo 21 de la Ley Federal de Entidades Paraestatales que afecta al escritor Paco Ignacio Taibo podría ser reformado. El problema es que no afectaría solo al titular del FCE sino a cerca de trescientos organismos que regula esta ley, además el contexto no le ayuda. Acaban de reformar la Ley del Sistema del Sistema de Administración Tributaria para permitir llegue la propuesta del presidente electo, así como la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, con propósitos similares. Por tanto, se antoja imprudente una nueva reforma. En lo personal, me parece anacrónico y hasta ofensivo discutir la doble nacionalidad en casos como este. A Paco Ignacio Taibo, con quien no comparto en absoluto sus ideas y menos su activismo político ideologizante, no le podemos regatear mexicanidad. Sería social y moralmente mezquino, así como jurídicamente discriminatorio. Considero que existen los elementos jurídicos en la constitución para que pueda asumir el cargo, sin embargo el equipo jurídico del presidente electo titubea.
Permitir que mexicanos naturalizados puedan acceder a altos cargos de la función pública no debe ser ya un tema de nacionalismo ni nacionalidades. Son mexicanos. A qué tenemos miedo, hemos tenido gobiernos completos, qué digo gobiernos, un régimen supeditado al Fondo Monetario Internacional; incluso presidentes de la república en la nómina de la CIA.
¿Por qué reducir con banderas nacionales la patria grande que es Iberoamérica? ¿En verdad hay quien crea, por ejemplo, que el colombiano Gabriel García Márquez pudo ser nuestro segundo Nobel de literatura por vivir en México, o bien, que Perú deba disputar a España el galardón otorgado a Mario Vargas Llosa? Por algo el movimiento literario en que se inserta su obra, se denominó “Boom latinoamericano”.
Hace algunos años estuve en Gijón en la boda de una amiga; justo en la semana de la novela negra, proyecto literario de Paco Ignacio Taibo II, al que acudí como parte de mi itinerario cultural por la ciudad. Caminando por la calle Camin de la Fontica, me topé una escultura de Eduardo Chillida, titulada “Elogio del Horizonte”. Recordé enseguida su eterna pregunta ¿No será el horizonte la patria de todos los hombres? En lo personal considero que sí. Cuando las condiciones generan la urgente necesidad de un transtierro. La del maestro Chillida es una pregunta muy pertinente, particularmente en tiempos de caravanas migrantes, éxodos y hégiras. Tenía razón Bolívar cuando decía que somos un pequeño género humano. Ojalá se entienda.
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