viernes, 30 de noviembre de 2018

Cuidado con un vulgar cambio de gobierno

Cuidado con un vulgar cambio de gobierno
Carlos Lara G. 

Digamos que eligió el peor momento y el peor lugar para dar fe de que es bien mexicano. Sí claro, para muchas personas esta forma de expresarse es todavía una especie de patente de corso desde la cual pueden hacer valer sus ideas. Lamentable sin duda. Hace seis años asistíamos a un escándalo libresco en el mismo marco de la Feria Internacional del Libro, al de un candidato presidencial que no recordaba tres libros que habían marcado su vida. Hoy asistimos al de un candidato a dirigir el Fondo de Cultura Económica, que seguramente ha leído cientos de ellos, pero da muestras de lo contrario. Por supuesto que no me asusta ni me escandaliza la forma de hablar de Paco Ignacio Taibo II, pero dado que todo mensaje es intencional, y que la FIL es también pasarela me emisores, mensajes y receptores, es decir, lo que dijo lo pensó y lo expresó, pues aquí hay un receptor con una opinión. 
Insisto, no me escandaliza esta última expresión por todos conocida de Paco Ignacio Taibo II, mucho menos me extraña, en todo caso me asombra la torpeza y arrogancia del escritor que, hace unas semanas casi se atraganta con el cigarrillo al saber de un supuesto impedimento para ser titular del FCE, y decía que lo utilizaban de bestia negra para golpear al presidente electo. Hoy, obnubilado por el triunfo de su candidato, saca nuevamente de la peor manera su condición de militante y no esa de posible conductor de la política editorial del país. 

Ojalá entienda que ese postureo no le hacen más progresista; que su papel es otro muy diferente al de un triste tartufo postelectoral. Tanto él como sus aplaudidores y colaboradores deberían ser conscientes de lo siguiente: 1) Que su papel es el de seguir cautivando, ahora desde la edición de textos, a miles de lectores y no lectores. Pensar en lectores y no ya en electores. 2) Que ya no dirigen la cartera de un partido político, sino una de las área estratégica para el desarrollo del país. 3) Que haber ganado todo, no les da derecho más que a comportarse como demócratas: en el porcentaje de votación llevan a cuestas el tamaño del compromiso. 4) Que ese comportamiento tan soberbio, refleja todo lo que criticaban, el amiguismo, el creerse inamovibles, intocables, con charola y fuero para bravuconear; la fanfarronería de decirse amigo del Presidente en grado tal, que en su caso, hasta exigir a sus diputados que cambien la ley. Lamentable sin duda, porque si tanto quiere el presidente electo que Taibo II dirija el FCE, debería ser él mismo, a través de un decreto quien sacara de la Ley Federal de Entidades Paraestatales al FCE para enviarlo a Secretaría de Cultura, y desde ahí, hacer todo lo que dicen que quieren hacer, desde el nombramiento hasta la concentración de otras áreas para fortalecer el libro y la lectura en el país, pero optaron por la peor vía posible, esa de obligar a los legisladores a hacer una reforma a modo. El problema de Paco Ignacio no solo es el párrafo primero del artículo, sobre la nacionalidad. Es también el segundo párrafo, que a la letra dice: “Haber desempeñado cargos de alto nivel decisorio, cuyo ejercicio requiera conocimientos y experiencia en materia administrativa”. Este requisito es el que ayuda a moderar la bravuconería. Sucede que el escritor ni siquiera supo valorar que la senadora que propuso su reforma, fue justo quien preside la Comisión de Igualdad de Género que promueve, entre otras cosas, un lenguaje que no contribuya a normalizar la violencia, un lenguaje que promueva la democracia y el respeto a las diferencias.

En realidad, de momento, nada diferencia a Paco Ignacio Taibo II del actual titular del FCE, José Carreño, quien también llegó al cargo por sus relaciones con el denominado Peñismo, y nada más llegar, quizo dar muestra de sus buenos oficios políticos haciendo un polémico foro a modo desde la institución para hablar bien del Presidente. Es decir, actuó como militante de una causa política. Por tanto, tan condenable es lo de Carreño, como lo de Taibo, con la atenuante de que la de este último, es una invitación más a modo y los desfiguros se están dando desde un gobierno que aún no inicia.
Las reformas a la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal para ejercer un gobierno a modo, la reforma a la Ley de SAT para que la propuesta del presidente electo pueda llegar al frente de ese organismo, la pretendida reforma a la Ley Federal de las Entidades Paraestatales para que Paco Ignacio Taibo pueda ser director del Fondo de Cultura Económica y la creación de esa especie cuarto nivel de gobierno que busca instaurar el Presidente electo a través de los súper delegados estatales, son muestras no de un cambio de régimen, sino de un vulgar cambio de gobierno.


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