miércoles, 22 de agosto de 2018

El ocio digital y la economía naranja. Del ocio al negocio

El ocio digital y la economía naranja. Del ocio al negocio 

Carlos Lara G.

Hace aproximadamente ocho años, el gobierno español decidió declarar los videojuegos como Bien Cultural, esto luego de que España vivía una penosa fuga de cerebros, que terminaba por vender su Mindware en Estados Unidos para después convertirse en consumidor de lo que en realidad producía. Es verdad que sigue habiendo fuga de cerebros, pero algo ha logrado esta política pública, y es contener dicho fenómeno y robustecer su mercado dentro y fuera de sus fronteras. Hoy está en la cresta de la ola de esta industria. Encontró y supo aprovechar este importante nicho en el mercado mundial. 

El día de hoy, el diario El País, publica una nota del periodista Ángel Luís Sucasas, titulada  “España en la cima del videojuego”. Lo hace al reseñar el inicio de Gamescom, la feria de electrónica y consumo interactivo en el mundo, con alrededor de 350 000 asistentes. En este marco, el Ministro de Cultura y Deporte, José Guirao, representante de España como país invitado a la décima edición de Gamescom, dijo que los videojuegos son impulsores de valores e ideas, igual que las películas y los libros para apoyar el ocio digital como manifestación cultural.

Otra de las novedades es la aparición de Amazon en este lucrativo campo interactivo, luego de adquirir Twitch, un popular canal de streaming de videojuegos. Pero Netflix no se quiere quedar atrás, por Ángel Luis Sucasas, sabemos que, hace un par de meses anunciaba una vacante para un profesional del videojuego con gran experiencia que asumiera el tender puentes con estudios del sector para trasladar sus propiedades intelectuales al ruedo interactivo. La oferta laboral ya no está disponible. Lo veremos pronto pues en este terreno, seguramente. 

Véase la nota completa de Ángel Luis Sucasas en:



En Colombia, por allá de 2004 comenzaba a realizar estudios sobre la aportación del Café al PIB nacional, estudios que lograron poner a este sector en el centro de la agenda política y atraer más recursos. Posteriormente comenzó a hacerlo con las denominadas industrias culturales (Economía Naranja la laman ahora). Es verdad que ha destacado en este sector a nivel continental. Hoy tiene un presidente que sabe del tema, que ha escrito un libro con el economista Felipe Buitrago en 2013 titulado La Economía Naranja, sobre las oportunidades de América Latina para monetizar sus industrias culturales. Es un joven presidente que desea llevar a Colombia por este sendero. El pasado mes de junio el periodista Andrés Oppenheimer publicó un artículo en El Nuevo Herald, en el que narró la entrevista a Iván Duque. Señala que una de las cosas que más le llamó la atención de Iván Duque, fue su propuesta de convertir las actividades culturales de su país en una de sus grandes industrias de exportación. En el citado libro, los participantes demuestran que las industrias culturales han crecido exponencialmente en todo el mundo, pero América Latina —a pesar de sus talentos— solo representa el 1.7 por ciento del comercio mundial de bienes y servicios culturales.
Debo decir que en lo personal,, al igual que Oppenheimer, me agrada la idea de Duque de convertir a Colombia -el país de Gabriel García Márquez, Fernando Botero, Shakira y Juanes– en un gran exportador de bienes y servicios culturales.
Véase el artículo de Andrés Oppenheimer en el siguiente link: https://www.elnuevoherald.com/noticias/sur-de-la-florida/article213103464.html


Un reporte reciente de la Revista Portafolio de Colombia, destaca que las Industrias culturales le aportan más al PIB del país que el café. De acuerdo con la Cuenta Satélite de Cultura del Dane (La entidad responsable de la planeación, levantamiento, procesamiento, análisis y difusión de las estadísticas oficiales de Colombia), de 2005 a 2017 la participación promedio en la economía fue del 1,1%. En 2016 movió 6,2 billones de pesos. Las actividades económicas derivadas de la generación de contenidos, que dependen del talento humano y que se protegen bajo la impronta de los derechos de autor, se denominan industrias culturales.
Véase el reporte de la Revista Portafolio del mes de agosto 2018 “‘Industrias culturales le aportan más al PIB del país que el café”. Disponible en: http://m.portafolio.co/negocios/industrias-culturales-le-aportan-mas-al-pib-del-pais-que-el-cafe-520236

Y qué decir de India, que en lugar de alimentar el miedo a lo distinto, encontró su vocación en el desarrollo del software, o Islandia, que después del colapso financiero de 2008 se subió al vagón de su industria creativa, y que a diferencia del Sur de Europa, donde los recortes presupuestales y el incremento en el pago de los impuestos marcaron al sector cultural, apostó por el sector, a partir, por ejemplo, de la interpretación de encuestas que demostraban que un 70% de los jóvenes se decantaba por la música. 

Es verdad que México tiene su propio régimen fiscal y que también la economía creativa reporta un importante ingreso al PIB, somos un el país líder continental en elementos que constituyen este tipo de economía. La pregunta es ¿Qué hacemos con eso? 

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