martes, 15 de mayo de 2018

La revaloración como política pública Carlos Lara G.

Escuché con atención el diálogo sobre la reforma cultural al que convocó el Grupo de Reflexión sobre Economía y Cultura y la Editorial Editarte, entre los representantes de las coaliciones electorales, el cual merece una felicitación por el esfuerzo, la coordinación y la convocatoria. Sobre lo discutido comparto tres puntos de vista.

Los acuerdos

El primero es que todos los representantes de las coaliciones reconocen que la cultura es importante, que es eso que ya sabemos, generadora de identidad y cohesión social, pilar del desarrollo, más del 7 % del PIB, un ámbito desatendido, y al mismo tiempo un sector con perspectivas de crecimiento. Todos se decantan por un incremento al presupuesto en igual porcentaje, por un mayor apoyo por parte de la iniciativa privada, una relación más cercana con la sociedad civil,  la descentralización de los bienes y servicios culturales, la seguridad social para los artistas y el robustecimiento de la Secretaría atrayendo áreas sustanciales que ahora forman parte de otras secretarías. En fin, hacer de la cultura una política de Estado. Como vemos, hacer de la revaloración una suerte de política pública. Ah y la ocurrencia del evento: ¡Que la Secretaría de Cultura pueda ser denominada Secretaría de las Culturas! Bueno, si eso hace feliz a alguien, adelante.

Horas antes del evento leía la columna semanal de Jesús Silva Herzog-Márquez, me viene a la mente una afirmación para tan atinada ocurrencia. Dice que este gobierno (yo diría que todos), ha hecho del narcisismo su principal política pública. Que los recursos públicos sirven para celebrarse. Que el Estado Narciso se adora y pretende que todos nos unamos en el amor a su espejo. En efecto, habiendo necesidades apremiantes, nos detenemos a vernos en el espejo para preguntar cómo se vería mejor la Secretaría. Entiendo que los temas de nomenclatura hacen feliz a muchas personas, y emplean a otras tantas, pero rompamos ya ese espejo para salir del espejismo. Por cierto, no dejo de preguntarme por qué tenemos una política cultural endógena. Sí, diseñada e implementada casi exclusivamente para los creadores y promotores del arte y la cultura, donde la evaluación es positiva por aceptar la afirmación de, si ellos están bien, estamos haciendo las cosas bien. Parte de la respuesta está en el evento de ayer, la mayoría de los asistentes eran creadores y promotores del arte y la cultura, lo cual está muy bien, simepre que no se piense que son los únicos destinatarios o los destinatarios finales de las acciones públicas en esta materia, sino agentes mediadores cuyo trabajo hace llegar las bondades del arte y la cultura a los ciudadanos.

Las propuestas

El segundo punto es relativo a las propuestas. A ver, en realidad este ejercicio fue una buena y necesaria puesta al día de temas de la agenda cultural. La oportunidad para que las coaliciones respondan lo que la comunidad cultural escuche lo que desea escuchar. Es decir, ya no analizamos y cuestionamos a los partidos (hoy coaliciones) en función o a partir de lo que registraron ante el Instituto Nacional Electoral, hoy todo es acumulable y expresable en el camino; algo así como ¿Qué proponen? Lo que usted guste, y si no lo traigo o no lo he dicho, se lo digo ahora mismo. Bastaría que alguien con demasiado tiempo disponible hiciera una correlación entre lo que registraron ante el INE y lo que dijeron ayer, para darnos cuenta de que todo está en construcción.

Dentro de las propuestas a destacar están las de la representante de Margarita Zavala, Consuelo Sáizar, quien planteó la necesaria descentralización de los bienes y servicios culturales, con indicadores, el incremento del presupuesto al 1 % del presupuesto aprobado, la  creación del instituto de guionismo, así como de cinetecas y una mayor atención a los trabajadores de la cultura. Raúl Padilla, representante de la coalición Por México al Frente, planteó la necesidad de aumentar la deducibilidad fiscal en el impulso de los bienes y servicios culturales, una sana distancia con Secretaría de Hacienda, debido a que debe ser la Secretaría de Cultura quien realice la gestión y aplicación de los recursos, así como un mayor impulso a la denominada economía creativa, considerando el crecimiento y el rumbo económico del país y una ley de mecenazgo. Beatriz Paredes, representante de la Coalición Todos por México, lanzó la expresión del candidato Meade, de impulsar un programa cultural sin precedentes, a partir de los ejes rectores de la inclusión y la pluriculturalidad. Sostuvo que la cultura es un eje transversal de la acción gubernamental, por tanto las políticas culturales también debían serlo. Propuso también la seguridad social para los artistas, apoyos a la industria cinematográfica y la acciones que consoliden a las instituciones culturales en general.

Por su parte, la representante de la Coalición Juntos Haremos Historia, Alejandra Frausto, señaló que la propuesta consiste en orientar las acciones culturales a la reconstrucción social y hacerla valer como una herramienta de paz. Se decantó también por apoyar a los creadores y trabajadores de la cultura, así como una política cultural gestada directamente desde los municipios, a manera del programa México Cultura para la Armonía, aprovechando la infraestructura cultural, fortaleciendo la legislación de los derechos de autor y devolviendo el Fonart a las Secretaría de Cultura, propuesta a la que se sumaron los demás representantes.

La revaloración como política pública

El tercer punto es justo la revaloración de todo lo que ya sabemos, como política pública. No es que no hayan dicho nada nuevo, como muchos han comentado. Sucede que llevamos años sin acciones progresivas de gobierno, hablamos de transvesarilad pero no la vemos, de descentralización y tampoco, de presupuesto y menos… Sé que todo está dicho, pero como nadie escucha hay que repetirlo, diría Cortázar. Por esa razón cada tres y seis años escuchemos lo mismo. Considérese que desde inicios del siglo pasado, en lo que hoy conocemos como Comisión de Cultura y Cinematografía, no solo hemos tenido como legisladores a gente destacada en el ámbito de la creación, sino también interés por el cuidado y difusión del patrimonio cultural, tanto hemerográfico, bibliográfico, fotográfico, como el histórico e indígena[1]. Desde entonces se ha venido reconocido el asfixiante centralismo y la necesidad de impulsar la descentralización de la función pública en esta materia, de dar mayor presupuesto e incorporar a la realización de sus tareas, a la representación colectiva etc.

Ya en la etapa moderna del país, particularmente en 1996 fue presentado lo que podríamos considerar el primer proyecto legislativo de la Comisión de Cultura. Resultado de diez mesas de trabajo que llevaron por título Análisis en Materia de Política y Legislación Cultural, en las que se abordaron temas como el registro fiscal aplicable a los productores e industrias culturales, y a los creadores de arte, intérpretes y ejecutantes. Mesas divididas en: Producción cultural en medios audiovisuales; derechos de autor; culturas indígenas y populares; educación, arte e investigación en y para la cultura; promoción de la lectura; patrimonio material e intangible; infraestructura, centros comunitarios y regionales; el papel de la sociedad civil en la cultura; promoción y difusión de la cultura y empresas culturales y estructura de la creación artística[2]. Como vemos, ni la estructura de los foros ha cambiado.

Ese mismo año tuvimos un Primer Seminario de Derechos de Autor en la LVI Legislatura, celebrado en noviembre de 1996, así como El Tratamiento Fiscal de la Industria Cultural y los Autores; la publicación del Instructivo Contable para los Autores un año después; la organización del Foro Virtual de la Cultura Mexicana en 1997[3]. La elaboración del Proyecto Legislación Cultural realizado por la legislatura y la Dirección de Difusión Cultural de la Universidad Autónoma Metropolitana, en junio de 1997[4]. Desde ese mismo año se vienen organizando al seno de la Comisión de Cultura, foros ciudadanos acerca de las reformas y adiciones a la Ley Federal del Derecho de Autor y cinematografía. Un año después, se organizó un foro ciudadano más, orientado a la creación de la Ley Federal del Libro.
Posteriormente en la Legislatura LV (1991-1993) la Comisión de Cultura elaboró el primer programa de trabajo del órgano congresional, basado en los “Objetivos de la política cultural del gobierno de México” así como del Plan Nacional de Desarrollo 1989-1994, en el que destacó la protección y difusión del patrimonio cultural del país, el apoyo a la creación y la difusión del arte y la cultura. En la legislatura siguiente, la LVI (1994-1997) la Comisión centró su trabajo en la protección y difusión del patrimonio cultural, así como en la publicación de trabajos especializados como el Primer Seminario de Derechos de Autor, uno más enfocado en el Tratamiento Fiscal de la Industria Cultural y los Autores, del cual salió el Instructivo Contable para los Autores, así como las primeras mesas de análisis sobre política cultural y legislación.
La siguiente legislatura, la LVII (1997-2000) realizó diversos seminarios, foros y publicaciones, entre los que destaca Los que no somos Hollywood, donde se discutió la legislación en materia cinematográfica, de cara a la discusión de las reformas a la Ley Federal de Cine. Asimismo, el primer foro interparlamentario denominado “El quehacer de la cultura. Experiencias estatales”, cuyo objetivo fue conocer el trabajo cultural de los diferentes estados: la problemática, alcances y perspectiva. Fue en este foro donde se adoptó el resolutivo de presentar la iniciativa de incluir el derecho de acceso a la cultura en la Constitución, particularmente en el artículo 3º constitucional.
Sí, en efecto, lo que vimos ayer fue la revaloración de nuestra cultura como base de una política pública. Nada nuevo en realidad a lo ya analizado, discutido, propuesto e incumplido en otros años, en otros foros, tales como La agenda para un México nuevo presentada por el equipo de cultura de Vicente Fox, la primera Encuesta Nacional de Cultura 2003, del foro Hacia un Parlamento de Cultura realizado en 2006 en la LIX Legislatura, del foro Parlamento Alterno de Cultura y Educación celebrado ese mismo año en la ENA, del foro Identidad y cultura organizado por los seguidores de la izquierda mexicana, en torno a Andrés Manuel López Obrador, de las propuestas publicadas por revistas como Nexos, en particular su No. 135 titulado ¿A quién le importa la cultura?. El frustrado intento de la UNAM por hacer, con recursos aprobados por la Cámara de Diputados, lo que denominó El Diagnóstico Nacional de Cultura; el pliego petitorio presentado en 2007 por Víctor Hugo Rascón Banda a la Comisión de Cultura; las enriquecedoras propuestas publicadas en el número 362 de la Revista Nexos de febrero de 2008 intituladas “Rumbas y rabias de mamá cultura”, el libro Revisión y prospectiva de la cultura mexicana, presentado en 2008, coordinado por Francisco Toledo, Enrique Florescano y José Woldenberg, el foro Modelos de gestión para el México del siglo XXI celebrado por el entonces Conaculta en febrero de 2009 en el Auditorio Nacional; el foro El futuro del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, organizado por la Comisión de Cultura de la LX Legislatura en julio de 2009; en los foros de Reflexión Compromiso por México, realizados por el PRI en junio de 2010.
Y qué decir de la Segunda Encuesta Nacional de Hábitos Prácticas y Consumo Culturales, presentada en noviembre 2010; del foro Por una cultura para el bienestar y el desarrollo, realizado por la Fundación Colosio en septiembre de 2011; del foro México 2020, organizado por los promotores de la candidata panista Josefina Vázquez Mota en noviembre de 2011; del foro Mesoamericano de Cultura, Turismo e Identidad, realizado en noviembre de 2012; el foro Una política cultural para México, organizado por la Fundación Colosio en la ciudad de Guadalajara, en mayo de 2012; del foro Cultura y Arte, realizado en febrero 2012 por los seguidores de Morena en la ciudad de Morelia.

Qué decir también de los Diez puntos básicos para la política cultural 2010-2018 (carta entregada por parte de un grupo representativo de la denominada comunidad cultural a los candidatos presidenciales, y en mano, al ahora Presidente de México en 2012); del foro La configuración estratégica para las políticas culturales en México, organizado por el gobierno federal; del foro El papel del Estado en la cultura del siglo XXI, organizado por el Centro de Estudios Estratégicos para el Desarrollo en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2012. Del Pacto por México en materia de cultura; del foro de Consulta Ciudadana México actor con responsabilidad global, realizado por el gobierno federal en Marzo 2013; del foro Federalismo y financiamiento de la cultura, organizado por la Comisión de Cultura del Senado de la República en febrero de 2013; el foro México con Educación de Calidad para Todos, realizado por el gobierno federal en abril 2013. Las propuestas para la agenda legislativa entregadas a la Comisión de Cultura y Cinematografía de la LXII de la Cámara de Diputados, por parte del Consejo Asesor de la Comisión en mayo de 2013; del Foro interparlamentario de cultura, organizado por la Comisión de Cultura y Cinematografía de la Cámara de Diputados en mayo de 2013…Sería ocioso continuar con el conteo de foros. Sobre el contenido de los mismos se puede ver el libro Voces ecos y propuestas para la agenda cultural del siglo XXI. Disponible en: http://biblioteca.diputados.gob.mx/janium/bv/md/LXII/voc_eco_prop.pdf

De los libros y plataformas políticas y legislativas ya no hablamos, pero igualmente vienen en el citado libro.

¿Cómo queremos al Estado en la cultura, como facilitador, patrocinador, arquitecto o ingeniero?

Al hablar del fundamento de la actividad cultural del Estado, autores como Antonio Pau y María J. Roca (2009), rechazan acertadamente que dicho fundamento radique en una función social dirigida a los artistas, debido a que el servicio cultural no debe ser visto como una especie de seguridad social para éstos. No tiene como meta, dicen, el sólo hecho de asegurar su sustento. Reconocen en el servicio cultural una función social que es la prestación, pero una prestación referida a los consumidores del arte. En el derecho de acceso a la cultura, el Estado, a través de los poderes públicos que lo integran debe generar acciones positivas para garantizar un piso mínimo de acceso de forma subsidiaria. Esto es, apoyar al que no puede acceder a los bienes y servicios culturales, pero no suplir su esfuerzo individual de forma asistencial. Citando a Milton Cumming y Richard S. Katz, pregunto ¿Cómo queremos al Estado después de la Reforma Cultural? Creando diversas fuentes de financiamiento a través de una política impositiva con libertad de opción de los individuos y corporaciones donantes (Facilitador). Respetuoso del principio de autonomía con un Consejo que determine a quienes se apoya (Patrocinador). Como financiador de las artes a través de un funcionariado cultural que las apoye como parte de los objetivos generales de bienestar social basados en la tradición histórica (Arquitecto). O bien, como dueño de todos los medios artísticos de producción, que financie sólo el arte que alcanza los niveles políticos de excelencia (Ingeniero). Es el modelo de política pública de Estado el que se debe discutir y no solo las propuestas de forma aislada. Desde luego, me decanto por un Estado arquitecto, matizando mi elección con lo señalado por Stefan Huster, quien al hablar de la cultura del Estado constitucional, señala lo que da sentido a la intervención de los poderes públicos en materia de cultura. La cuestión, dice, no es la responsabilidad del Estado por la cultura, sino la responsabilidad de la cultura por la sociedad. En esto los creadores deben ser subsidiarios y asumirse como agentes mediadores en el consumo cultural de los ciudadanos. 

Concluyo diciendo que la cultura es un sector sobre diagnosticado, por ello es que se ha hecho de la revaloración de sus bondades una suerte de política pública en cada foro 2) Que en el sector cultura nunca llueve a gusto de todos, y por ello en esta ocasión, ninguna propuesta está escrita en piedra, sino que se encuentra en elaboración continua. El análisis ya no es a partir de las propuestas registradas eante el INE, sino de lo que va saliendo en el camino, que si la economía naranja en Colombia, que si el mecenazgo francés, que si el vale cultura brasileño… 3) Que el gran reto de la política cultural de Estado en la que todos estamos de acuerdo, se reduce al sintagma expresado por Raúl Padilla: voluntad política. 





[1] Un resumen, no actualizado por cierto, del historial de la ahora Comisión de Cultura y Cinematografía de la Cámara de Diputados se puede ver en: http://www.diputados.gob.mx/cesop/Comisiones/5_cultura.htm Otro más actualizado se encuentra disponible en: https://www.academia.edu/16458774/Historial_de_la_Comisión_de_Cultura_de_la_Cámara_de_Diputados
[2] Los resultados de este encuentro conformaron un “Resumen analítico” bajo los criterios de problemática general o diagnóstico del tema, denuncias e inconformidades de los participantes, propuestas y argumentos. La información se estructuró de la siguiente manera: Diagnóstico y fundamentación, planteamiento histórico, conceptual o ideológico. Ordenamiento geográfico, por sectores, académico, público, privado, social, gubernamental, no gubernamental. Criterios cualitativos y cuantitativos para la sistematización de las demandas, propuestas, argumentos, etc. Clasificación de las propuestas; Especificación sobre la normatividad cultural, política cultural, económica, social, profesional relacionado con temas de cada mesa. Organizaciones e instituciones encargadas de las tareas culturales. Estímulos y apoyos a la creación artística y a la actividad laboral y gremial. Clasificación de inconformidades y comentarios.
[3] Un foro de discusión en torno a las políticas culturales a través de Internet con diferentes actores sociales
[4] Se trata de un inventario electrónico de la legislación cultural en México desde 1903

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