Escuché con atención el diálogo sobre la reforma
cultural al que convocó el Grupo de Reflexión sobre Economía y Cultura y la
Editorial Editarte, entre los representantes de las coaliciones electorales, el
cual merece una felicitación por el esfuerzo, la coordinación y la convocatoria.
Sobre lo discutido comparto tres puntos de vista.
Los acuerdos
El primero
es que todos los representantes de las coaliciones reconocen que la cultura es
importante, que es eso que ya sabemos, generadora de identidad y cohesión
social, pilar del desarrollo, más del 7 % del PIB, un ámbito desatendido, y al
mismo tiempo un sector con perspectivas de crecimiento. Todos se decantan por
un incremento al presupuesto en igual porcentaje, por un mayor apoyo por parte
de la iniciativa privada, una relación más cercana con la sociedad civil, la descentralización de los bienes y servicios
culturales, la seguridad social para los artistas y el robustecimiento de la
Secretaría atrayendo áreas sustanciales que ahora forman parte de otras
secretarías. En fin, hacer de la cultura una política de Estado. Como vemos,
hacer de la revaloración una suerte de política pública. Ah y la ocurrencia del
evento: ¡Que la Secretaría de Cultura pueda ser denominada Secretaría de las
Culturas! Bueno, si eso hace feliz a alguien, adelante.
Horas antes
del evento leía la columna semanal de Jesús Silva Herzog-Márquez, me viene a la
mente una afirmación para tan atinada ocurrencia. Dice que este gobierno (yo diría que todos),
ha hecho del narcisismo su principal política pública. Que los
recursos públicos sirven para celebrarse. Que el Estado Narciso se adora y
pretende que todos nos unamos en el amor a su espejo. En efecto, habiendo necesidades apremiantes,
nos detenemos a vernos en el espejo para preguntar cómo se vería mejor la
Secretaría. Entiendo que los temas de nomenclatura hacen feliz a muchas
personas, y emplean a otras tantas, pero rompamos ya ese espejo para salir del
espejismo. Por cierto, no dejo de preguntarme por qué tenemos una política
cultural endógena. Sí, diseñada e implementada casi exclusivamente para los
creadores y promotores del arte y la cultura, donde la evaluación es positiva
por aceptar la afirmación de, si ellos están bien, estamos haciendo las cosas
bien. Parte de la respuesta está en el evento de ayer, la mayoría de los
asistentes eran creadores y promotores del arte y la cultura, lo cual está muy bien,
simepre que no se piense que son los únicos destinatarios o los destinatarios
finales de las acciones públicas en esta materia, sino agentes mediadores cuyo
trabajo hace llegar las bondades del arte y la cultura a los ciudadanos.
Las propuestas
El segundo punto es relativo a las propuestas. A ver, en realidad este ejercicio fue una buena y
necesaria puesta al día de temas de la agenda cultural. La oportunidad para que
las coaliciones respondan lo que la comunidad cultural escuche lo que desea escuchar. Es decir, ya no analizamos y
cuestionamos a los partidos (hoy coaliciones) en función o a partir de lo que
registraron ante el Instituto Nacional Electoral, hoy todo es acumulable y
expresable en el camino; algo así como ¿Qué proponen? Lo que usted guste, y si
no lo traigo o no lo he dicho, se lo digo ahora mismo. Bastaría que alguien con
demasiado tiempo disponible hiciera una correlación entre lo que registraron
ante el INE y lo que dijeron ayer, para darnos cuenta de que todo está en
construcción.
Dentro de
las propuestas a destacar están las de la representante de Margarita Zavala,
Consuelo Sáizar, quien planteó la necesaria descentralización de los bienes y
servicios culturales, con indicadores, el incremento del presupuesto al 1 % del
presupuesto aprobado, la creación del
instituto de guionismo, así como de cinetecas y una mayor atención a los
trabajadores de la cultura. Raúl Padilla, representante de la coalición Por
México al Frente, planteó la necesidad de aumentar la deducibilidad fiscal en
el impulso de los bienes y servicios culturales, una sana distancia con Secretaría
de Hacienda, debido a que debe ser la Secretaría de Cultura quien realice la
gestión y aplicación de los recursos, así como un mayor impulso a la denominada
economía creativa, considerando el crecimiento y el rumbo económico del país y
una ley de mecenazgo. Beatriz Paredes, representante de la Coalición Todos por
México, lanzó la expresión del candidato Meade, de impulsar un programa
cultural sin precedentes, a partir de los ejes rectores de la inclusión y la
pluriculturalidad. Sostuvo que la cultura es un eje transversal de la acción
gubernamental, por tanto las políticas culturales también debían serlo. Propuso
también la seguridad social para los artistas, apoyos a la industria
cinematográfica y la acciones que consoliden a las instituciones culturales en
general.
Por su
parte, la representante de la Coalición Juntos Haremos Historia, Alejandra Frausto,
señaló que la propuesta consiste en orientar las acciones culturales a la
reconstrucción social y hacerla valer como una herramienta de paz. Se decantó
también por apoyar a los creadores y trabajadores de la cultura, así como una
política cultural gestada directamente desde los municipios, a manera del
programa México Cultura para la Armonía, aprovechando la infraestructura cultural,
fortaleciendo la legislación de los derechos de autor y devolviendo el Fonart a
las Secretaría de Cultura, propuesta a la que se sumaron los demás
representantes.
La revaloración como política pública
El tercer punto es justo la revaloración de todo lo que ya sabemos, como
política pública. No es que no hayan dicho nada nuevo, como muchos han
comentado. Sucede que llevamos años sin acciones progresivas de gobierno, hablamos
de transvesarilad pero no la vemos, de descentralización y tampoco, de
presupuesto y menos… Sé que todo está dicho, pero como nadie escucha hay que
repetirlo, diría Cortázar. Por esa razón cada tres y seis años escuchemos lo
mismo. Considérese que desde inicios del siglo pasado, en lo que hoy conocemos
como Comisión de Cultura y Cinematografía, no solo hemos tenido como legisladores a gente
destacada en el ámbito de la creación, sino también interés por el cuidado y difusión del patrimonio
cultural, tanto hemerográfico, bibliográfico, fotográfico, como el histórico e
indígena[1]. Desde
entonces se ha venido reconocido
el asfixiante centralismo y la necesidad de impulsar la
descentralización de la función pública en esta materia, de dar mayor presupuesto e incorporar
a la realización de sus tareas, a la representación colectiva etc.
Ya en la etapa moderna del país,
particularmente en 1996 fue presentado lo que podríamos considerar
el primer proyecto legislativo de la Comisión de Cultura. Resultado de diez
mesas de trabajo que llevaron por título Análisis en Materia de Política y
Legislación Cultural, en las que
se abordaron temas como el registro fiscal aplicable a los productores e
industrias culturales, y a los creadores de arte, intérpretes y ejecutantes.
Mesas divididas en: Producción
cultural en medios audiovisuales; derechos de autor; culturas indígenas y
populares; educación, arte e investigación en y para la cultura; promoción de
la lectura; patrimonio material e intangible; infraestructura, centros
comunitarios y regionales; el papel de la sociedad civil en la cultura;
promoción y difusión de la cultura y empresas culturales y estructura de la
creación artística[2]. Como vemos, ni la
estructura de los foros ha cambiado.
Ese mismo año tuvimos un Primer Seminario de
Derechos de Autor en la LVI Legislatura, celebrado
en noviembre de 1996, así como El Tratamiento Fiscal de la Industria Cultural
y los Autores; la publicación del Instructivo Contable para los
Autores un año después; la organización del Foro Virtual de la Cultura
Mexicana en 1997[3].
La elaboración del Proyecto Legislación Cultural realizado por la legislatura
y la Dirección de Difusión Cultural de la Universidad Autónoma Metropolitana,
en junio de 1997[4]. Desde
ese mismo año se vienen
organizando al seno de la Comisión de Cultura, foros ciudadanos
acerca de las reformas y adiciones a la Ley Federal del Derecho de Autor y
cinematografía. Un año después, se organizó un foro ciudadano más, orientado a
la creación de la Ley Federal del Libro.
Posteriormente en la
Legislatura LV (1991-1993) la Comisión de Cultura elaboró el primer programa de
trabajo del órgano congresional, basado en los “Objetivos de la política
cultural del gobierno de México” así como del Plan Nacional de Desarrollo
1989-1994, en el que destacó la protección y difusión del patrimonio cultural del
país, el apoyo a la creación y la difusión del arte y la cultura. En la legislatura
siguiente, la LVI (1994-1997) la Comisión centró su trabajo en la protección y
difusión del patrimonio cultural, así como en la publicación de trabajos
especializados como el Primer Seminario de Derechos de Autor, uno más enfocado
en el Tratamiento Fiscal de la Industria Cultural y los Autores, del cual salió
el Instructivo Contable para los Autores, así como las primeras mesas de
análisis sobre política cultural y legislación.
La siguiente
legislatura, la LVII (1997-2000) realizó diversos seminarios, foros y
publicaciones, entre los que destaca Los
que no somos Hollywood,
donde
se discutió la legislación en materia cinematográfica, de cara a la discusión
de las reformas a la Ley Federal de Cine. Asimismo, el primer foro
interparlamentario denominado “El quehacer de la cultura. Experiencias
estatales”, cuyo objetivo fue conocer el trabajo cultural de los diferentes
estados: la problemática, alcances y perspectiva. Fue en este foro donde se
adoptó el resolutivo de presentar la iniciativa de incluir el derecho de acceso
a la cultura en la Constitución, particularmente en el artículo 3º
constitucional.
Sí, en efecto, lo que vimos ayer fue la revaloración de nuestra cultura
como base de una política pública. Nada nuevo en realidad a lo ya analizado,
discutido, propuesto e incumplido en otros años, en otros foros, tales como La agenda
para un México nuevo presentada
por el equipo de cultura de Vicente
Fox, la primera Encuesta
Nacional de Cultura 2003,
del foro Hacia un Parlamento de Cultura realizado
en 2006 en la LIX
Legislatura, del foro Parlamento Alterno de
Cultura y Educación
celebrado ese mismo año en la ENA, del foro
Identidad y cultura organizado por los seguidores de la izquierda
mexicana, en torno a Andrés Manuel López Obrador, de las propuestas publicadas
por revistas como Nexos, en particular su No. 135 titulado ¿A quién le importa la cultura?. El frustrado intento de la UNAM
por hacer, con recursos aprobados por la Cámara de Diputados, lo que denominó El Diagnóstico Nacional de Cultura;
el pliego petitorio presentado en 2007 por
Víctor Hugo Rascón Banda a la Comisión de
Cultura; las enriquecedoras propuestas publicadas en el número 362 de la
Revista Nexos de febrero de 2008 intituladas “Rumbas y rabias de mamá cultura”, el libro Revisión y
prospectiva de la cultura mexicana, presentado en 2008, coordinado por Francisco
Toledo, Enrique Florescano y José Woldenberg, el foro Modelos de gestión para el México del siglo XXI celebrado por el entonces Conaculta en
febrero de 2009 en el Auditorio Nacional; el foro El futuro del Consejo Nacional para la Cultura y las
Artes, organizado
por la Comisión de Cultura de la LX Legislatura en julio de 2009; en los foros
de Reflexión Compromiso por México, realizados por el PRI en junio de 2010.
Y qué decir de la Segunda Encuesta Nacional de Hábitos Prácticas y Consumo
Culturales, presentada en noviembre 2010;
del foro
Por
una cultura para el bienestar y el desarrollo, realizado por la
Fundación Colosio en septiembre de 2011; del foro México 2020, organizado por los promotores de la candidata panista Josefina
Vázquez Mota en noviembre de 2011; del foro Mesoamericano de Cultura, Turismo e
Identidad, realizado
en noviembre de 2012; el foro Una
política cultural para México, organizado por la
Fundación Colosio en la ciudad de Guadalajara, en mayo de 2012;
del foro Cultura
y Arte, realizado en febrero 2012 por los seguidores de Morena en la ciudad de Morelia.
Qué decir también de los Diez
puntos básicos para la política cultural 2010-2018 (carta entregada por parte de un grupo
representativo de la denominada comunidad cultural a los candidatos
presidenciales, y en mano, al ahora Presidente de México en 2012);
del
foro La configuración estratégica para
las políticas culturales en México, organizado por el gobierno federal; del foro El papel del Estado en la cultura
del siglo XXI, organizado
por el Centro de Estudios Estratégicos para el Desarrollo en
el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2012. Del Pacto por México en materia de cultura; del foro de Consulta
Ciudadana México actor con
responsabilidad global, realizado por el gobierno federal en Marzo 2013; del foro Federalismo y financiamiento de la cultura, organizado por la Comisión de Cultura del Senado de la
República en febrero de 2013; el foro México
con Educación de Calidad para Todos, realizado por el gobierno federal en abril 2013. Las
propuestas para la agenda legislativa entregadas a la Comisión de Cultura y Cinematografía de la LXII de la
Cámara de Diputados, por parte
del Consejo Asesor de la
Comisión en mayo de 2013;
del Foro interparlamentario de cultura, organizado por la Comisión de Cultura y Cinematografía
de la Cámara de Diputados en mayo de 2013…Sería ocioso continuar con el conteo de foros. Sobre
el contenido de los mismos se puede ver el libro Voces ecos y propuestas para la agenda cultural del siglo XXI.
Disponible en: http://biblioteca.diputados.gob.mx/janium/bv/md/LXII/voc_eco_prop.pdf
De los libros y plataformas políticas y legislativas ya
no hablamos, pero igualmente vienen en el citado libro.
¿Cómo queremos al Estado
en la cultura, como facilitador, patrocinador, arquitecto o ingeniero?
Al hablar del fundamento
de la actividad cultural del Estado, autores como Antonio Pau y María J. Roca
(2009), rechazan acertadamente que dicho fundamento radique en una función
social dirigida a los artistas, debido a que el servicio cultural no debe ser
visto como una especie de seguridad social para éstos. No tiene como meta,
dicen, el sólo hecho de asegurar su sustento. Reconocen en el servicio cultural
una función social que es la prestación, pero una prestación referida a los
consumidores del arte. En el derecho
de acceso a la cultura, el Estado, a través de los poderes públicos que lo
integran debe generar acciones positivas para garantizar un piso mínimo de
acceso de forma subsidiaria. Esto es, apoyar al que no puede acceder a los
bienes y servicios culturales, pero no suplir su esfuerzo individual de forma
asistencial. Citando a Milton Cumming y Richard S. Katz, pregunto
¿Cómo queremos al Estado después de la Reforma Cultural? Creando diversas fuentes
de financiamiento a través de una política impositiva con libertad de opción de
los individuos y corporaciones donantes (Facilitador). Respetuoso del principio
de autonomía con un Consejo que determine a quienes se apoya (Patrocinador).
Como financiador de las artes a través de un funcionariado cultural que las
apoye como parte de los objetivos generales de bienestar social basados en la
tradición histórica (Arquitecto). O bien, como dueño de todos los medios
artísticos de producción, que financie sólo el arte que alcanza los niveles
políticos de excelencia (Ingeniero). Es el modelo de política pública de Estado
el que se debe discutir y no solo las propuestas de forma aislada. Desde luego,
me decanto por un Estado arquitecto, matizando mi elección con lo señalado por Stefan Huster, quien al hablar de la cultura del Estado
constitucional, señala lo que da sentido a la
intervención de los poderes públicos en materia de cultura. La cuestión, dice,
no es la responsabilidad del Estado por la cultura, sino la responsabilidad de
la cultura por la sociedad. En esto los creadores deben ser subsidiarios y
asumirse como agentes mediadores en el consumo cultural de los ciudadanos.
Concluyo diciendo que la cultura es un sector sobre
diagnosticado, por ello es que se ha hecho de la revaloración de sus bondades
una suerte de política pública en cada foro 2) Que en el sector cultura nunca
llueve a gusto de todos, y por ello en esta ocasión, ninguna propuesta está
escrita en piedra, sino que se encuentra en elaboración continua. El análisis
ya no es a partir de las propuestas registradas eante el INE, sino de lo que va
saliendo en el camino, que si la economía naranja en Colombia, que si el
mecenazgo francés, que si el vale cultura brasileño… 3) Que el gran reto de la
política cultural de Estado en la que todos estamos de acuerdo, se reduce al
sintagma expresado por Raúl Padilla: voluntad política.
[1] Un resumen, no actualizado por cierto, del historial de la ahora
Comisión de Cultura y Cinematografía de la Cámara de Diputados se puede ver en:
http://www.diputados.gob.mx/cesop/Comisiones/5_cultura.htm
Otro más actualizado se encuentra disponible en: https://www.academia.edu/16458774/Historial_de_la_Comisión_de_Cultura_de_la_Cámara_de_Diputados
[2] Los
resultados de este encuentro conformaron un “Resumen analítico” bajo los
criterios de problemática general o diagnóstico del tema, denuncias e
inconformidades de los participantes, propuestas y argumentos. La información se estructuró de la
siguiente manera: Diagnóstico y fundamentación, planteamiento histórico,
conceptual o ideológico. Ordenamiento geográfico, por sectores, académico,
público, privado, social, gubernamental, no gubernamental. Criterios
cualitativos y cuantitativos para la sistematización de las demandas,
propuestas, argumentos, etc. Clasificación de las propuestas; Especificación
sobre la normatividad cultural, política cultural, económica, social,
profesional relacionado con temas de cada mesa. Organizaciones e instituciones
encargadas de las tareas culturales. Estímulos y apoyos a la creación artística
y a la actividad laboral y gremial. Clasificación de inconformidades y
comentarios.
[4] Se trata de un inventario electrónico de la legislación cultural en
México desde 1903
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