La creatividad como empresa
Una gran cantidad de consumidores, “a la espera de la reprocultura”: Carlos Lara
Este fin de semana (09 y 10 de enero 2015) el Diplomado de Gestión Cultural para Instituciones Educativas, ofertado por la Secretaría de Cultura, continuará con el tema referente a las empresas culturales, tópico que de acuerdo con el ponente del mismo, Carlos Lara González, resulta pertinente “sobre todo por la etapa en la que se encuentra el país y concretamente el estado”.
Lara González, quien funge como asesor parlamentario en la Cámara de Diputados para el rubro cultural, manifestó que el punto relevante radica en aprovechar distintos tipos de estrategias y los marcos jurídicos vigentes “para poner a circular la creatividad en términos de empresa”.
Sin embargo, manifestó que éste es un fenómeno que en muchas ocasiones no se produce debido a que “se tiene la idea de que el mercado uniformiza, pero creo que hay formas de hacerlo, hay una gran cantidad de consumidores culturales que están a la espera de reprocultura, de reapropiarse de un imaginario pero con una reproyección del siglo en que vivimos. Lo podemos ver en joyería, en pintura, en la indumentaria, en bolsos, incluso en accesorios telefónicos y apropiación de espacios públicos”.
Por tanto, afirmó que a la cultura es posible verla “como un sector estratégico, como algo que recrea los elementos de la identidad y también puede ser empresa”. Ya hay algunos ejemplos de este fenómeno, como es el caso de la empresa Pineda Covalin, que a su vez expone algunas problemáticas en torno a los vacíos legales, puesto que “hay aprovechamiento de los elementos creativos en las diversas regiones de México pero no hay regalías de por medio”.
El también coordinador del Centro de Cultura Digital Media Telecom señaló que ha observado este problema desde el análisis de la reprocultura: “que tiene que ver con la apropiación de elementos para hacer negocio, pero sin que haya de por medio retribución a las comunidades, que son las que nutren este imaginario; lo mismo sucede con los chinos que vienen y explotan la herbolaria mexicana”, mientras que las comunidades de donde provienen esos bienes culturales “no ven un peso”.
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