Cuando el gobierno de Felipe Calderón decidió exhumar los polémicos restos, el objetivo, según se dijo, era evaluar su estado y determinar las medidas de conservación, pero la manoseada Comisión Organizadora de la Conmemoración del Bicentenario del Inicio del Movimiento de Independencia Nacional y del Centenario del Inicio de la Revolución Mexicana, generó tal confusión que no supimos si el verdadero propósito era atender la humedad que afectaba a la Columna de la Independencia; realizar un homenaje o identificar los restos con exactitud, lo cual fue descartado porque implicaba análisis de ADN y no todos los supuestos héroes tenían descendencia. Los restos de José María Morelos ilustran lo sucedido. Nadie sabía dónde estaban; algunas fuentes decían que en París, que su hijo Juan Nepomuceno los había llevado consigo en su exilio, pero el acomodaticio presidente de la Comisión organizadora, José Manuel Villalpando, lo negó. Muchos sabemos que en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari viajó comisionado al cementerio de Montparnasse, en París, para corroborar la versión, y en aquella ocasión dijo que sí, que los restos de Morelos yacían en Francia ¡Tres sexenios después dice que en la Columna de la Independencia! ¿Qué veremos en los estudios de antropología física y osteología practicados por el INAH? ¿Por qué no transparenta el INAH la información? No lo sé, lo que sí sé es que vivimos en un país, que al igual que el resto del continente, fue educado mediante el relato. Un país donde el relato de los restos óseos de supuestos héroes de la patria puede ser falso, un país donde el relato de la inocencia de una secuestradora puede ser verdad.
lunes, 11 de febrero de 2013
El INAH incumple orden del IFAI
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