
Los
especialistas en políticas culturales Eduardo Cruz Vázquez, Carlos A. Lara y
Bolfy Cottom definen así, en entrevistas por separado, el perfil ideal de quien
llegará a dirigir el máximo organismo rector de la cultura del país para la
administración de Enrique Peña Nieto, cuyo nombre aún no se daba a conocer al
cierre de esta edición.
En
el marco del 24 aniversario de la creación del Conaculta, cuyo decreto fue
publicado el 7 de diciembre de 1988 en el Diario Oficial de la Federación,
los entrevistados detallan los retos y los pendientes que deberá enfrentar el
sexto presidente de la dependencia, cuya trayectoria y transformaciones se
revisan en el volumen 1988-2012. Cultura y transición.
Cruz
Vázquez comenta que la gran reforma del Conaculta debe llevarse a cabo en el
modelo económico de manejo de la cultura, no en las políticas culturales y su
contenido. “Las políticas culturales ya mostraron su generosidad en tanto que
generadoras de significados. En 1988 se tenía una visión con la lógica del
Estado interventor; pero, en 2012, la economía debe ser la gran multiplicadora
del sector cultural del país”.
El
gestor cultural afirma que a lo largo de 25 años la noción de cultura cambió
radicalmente. “Pasó de la visión tradicional permeada por el nacionalismo, a
una amplitud de bienes que abarca también el esparcimiento y el turismo. Ahora
no sólo vemos el valor simbólico de la cultura, sino el económico, pues de otra
manera no tenemos posibilidad de desarrollo”.
El
estudioso de la UAM destaca que el México de 1988 no tiene nada que ver con el
actual. “La economía neoliberal y las nuevas tecnologías han trasformado el
mercado y a los creadores. Ya no sólo el Estado canta en el palenque. Hay una
disputa salvaje por el consumo. Por ejemplo, durante noviembre hemos
contabilizado 91 actividades culturales diarias. Esto era imposible hace 24
años”.
Dice
que el Conaculta evolucionó en la lógica tradicional; pero no fue factor, ni
hizo nada para generar las reformas estructurales para que todos los actores de
la cultura participaran de las políticas culturales. “Una nueva gestión debe
ser más compleja, porque también la ciudadanía se complejizó”.
Para
Carlos A. Lara, el organismo federal debe consolidar su paso hacia una especie
de republicanismo cultural, donde ya no sólo dependa del Ejecutivo, sino que el
ingreso a la cultura y al arte de instancias como la Cámara de Diputados, el
Senado y la Suprema Corte de Justicia sea cada vez más frecuente.
“Durante
los 12 años que el Consejo operó bajo regímenes priistas, se dio forma a las
instituciones que lo integran, surgió una política cultural y se crearon dos
programas nacionales de cultura. Con los panistas, se relanzó esa política
cultural, se apostó por la infraestructura y por la sistematización de la
información cultural. Ahora se necesita un administrador que resuelva los
problemas del sindicalismo y legislativos”.
Bolfy
Cottom considera que el desafío del nuevo titular del Conaculta será repensar
esta institución para que en realidad posea representación institucional y
construya de manera sólida una buena relación entre sus dependencias.
“Otro
gran pendiente es desactivar o desalentar la confrontación que existe entre el
Conaculta y dependencias como el INAH, el INBA y Radio Educación, por ejemplo,
que se muestran inconformes con diversas formas de manejo. Y uno más es llevar
un trabajo de estímulo y mayor respeto con las entidades del país, que
realmente se les asignen los recursos”, añade quien también participó con un
testimonio en el libro 1988-2012. Cultura y transición, que se
presentará el 11 de diciembre.
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