sábado, 13 de octubre de 2012

Un pájaro contraataca

Hace dos años, en medio del despliegue de la Estrategia de Seguridad Nacional del Presidente Felipe Calderón, el poeta Joaquín Sabina, de visita en el país en su gira “Dos pájaros de un tiro” (por venir acompañado de Joan Manuel Serrat), llamó a Calderón ingenuo por plantear una batalla contra el narcotráfico, ya que para el cantante parecía mentira que no supiera que la Policía estaba infiltrada a sueldo, por lo que advirtió que dicha guerra no la podía ganar ni él ni nadie. La declaración causó polémica en los medios al grado que el Presidente Calderón le envió una carta con algunas precisiones, y posteriormente la invitación a comer. En la comida el Mandatario se empeñó defender su estrategia y el poeta en cuestionarla.
Hace dos días, en un contexto casi distinto al de 2010, Sabina, esta vez en una gira denominada “Dos pájaros contraatacan”, visita un país al final del sexenio del Presidente Calderón y de su Estrategia de Seguridad Nacional, en medio de la polémica muerte de Heriberto Lazcano “El Lazca” (el golpe más importante del sexenio de dicha estrategia), y lo contraataca llamando a Calderón incongruente por sus comentarios en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, sobre la revisión del incómodo tema de la despenalización de las drogas.
Considero que un cantante como Sabina, que tiene la gracia últimamente de escuchar el malestar de la gente de los sitios que visita y juzgarlo en voz alta; que tiene las agallas para gritar en su país, en medio de un concierto en terrenos de ETA “¡ya dejen de matar gente, cabrones!” Se puede permitirse ciertas licencias. Sabina es un poeta, cantautor y polemista determinante, abajo firmante de sus propias batallas y consejero mediático indirecto de algunos gobiernos y organismos. Sin embargo, creo que dichos roles, en particular los de poeta y polemista, los desarrolla desde una posición muy cómoda, la de un groupie de la provocación; la de un trovadicto de la justicia que cree en la posibilidad de un altermundismo en plan comuna hippie. En sus poemas, canciones y entrevistas se asoma de vez en vez ese señalamiento del deber ser de los gobiernos, sólo que en un nivel primario, por lo que queda en mera provocación. Esta es una de las cosas que no comparto con quienes reprueban la estrategia implementada por el gobierno para combatir el crimen organizado, pues recurren al número de muertos, demasiados si, lamentables también, pero qué opción tenemos ¿Tolerarlo como a la piratería?
Termina un sexenio que la gente ha reprobado particularmente por esa Estrategia Nacional de Seguridad; concluye un Gobierno en el que caen los aviones con mandos de primer nivel a bordo; que creyó haber atrapado al narcotraficante más buscado y resultó ser un delincuente parecido; que mató tres veces al mismo capo en diferentes fechas y al final le robaron el cadáver…Sin duda, y pese a todo, me quedo con la estabilidad económica generada en este periodo. En relación al pájaro de Úbeda, me quedo con su poesía. Me quedo con el Sabina que me llevó a la obra de Luis García Montero, de Francisco Umbral y de Caballero Bonald. Porque es ahí donde está su mejor contraataque, en el mundo de las letras.

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