miércoles, 13 de junio de 2012
El flashmobe del movimiento “Yo soy 132”
Los jóvenes del
denominado movimiento 132 se han vuelto objeto de análisis, tanto de sus
profesores como de la “comentocracia” radiofónica y televisiva del país. Hablan
ya de una primavera mexicana y hasta recuerdan el movimiento del 68… perdón,
conozco legendarios personajes de esa época y puedo decir que en su mayoría
leían libros, contrastaban tesis, armaban argumentos y salían a la calle a
abanderar un ideal. La twitteratura
de este movimiento, y lo digo sin ánimo de ofender, es el Facebook y su
estrategia el flashmob. Un acto
performativo conocido también como multitud instantánea; una acción
generalmente multitudinaria convocada a través de redes sociales para reunir
personas de forma improvisada en lugares públicos, hacer algo inusual y
dispersase rápidamente, sólo que aquí no hay dispersión. Los hay desde aquellos
que convocan a bailar canciones de Michael Jackson, hasta los que invitan a
viajar en metro sin pantalones, o bien los convocados por fotógrafos de
renombre para desnudarse en sitios públicos y captar y difundir el momento… En
ocasiones generan importantes cadenas de comunicación y por ende movilizaciones
significativas. Al igual que el happening y el performance, no ha estado exento
de campañas publicitarias a manera de product
placement (técnica publicitaria que para insertar productos o marcas en
lugares visibles). Y la razón es simple, se trata de un acto performativo
movido por el entretenimiento, aunque los hay también con fines políticos o
reivindicativos. Algunos sociólogos llaman a sus participantes “tribus
temporales”. Eso es lo que bajo mi punto de vista estamos viendo en este
movimiento, una tribu temporal que si bien no sabe con exactitud lo que quiere,
sí sabe lo que rechaza, y no es una cosa menor, es el inicio de toda
manifestación legítima de descontento. Tiene dos retos fundamentales:
mantenerse al margen de los pepenadores de banderas políticas, y pasar de lo
coyuntural a lo estructural con las demandas que viene hilvanando. El sociólogo
polaco Zygmunt Bauman, con su tesis de la modernidad líquida, desencantó en su
momento a los “indignados” al explicar por qué la evaporación sería el paso
natural de su movimiento. Y es que no hay evidencia reciente de que las
manifestaciones por más masivas, pacíficas y heterogéneas que sean, hayan
logrado promover una democracia real. La primavera árabe logró derrocar, falta
ver qué logra construir. El movimiento 132, de entrada ha logrado modificar la
agenda política y la cobertura informativa. Sin embargo, bajo mi punto de
vista, sigue siendo un flash, un destello, una ráfaga performativa. Dicho de
otro modo, una golondrina no hace primavera. Pero deseo fervientemente que
logre derrocar la dictadura televisiva que padecemos desde hace más de 50 años,
y pueden hacerlo, sus líderes saben que si la información es poder, la comunicación
es contrapoder. Y ya lograron comunicar lo que rechazan, lo que millones de
ciudadanos rechazamos.
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