miércoles, 13 de junio de 2012

El modelo Oaxaca de promoción cultural 2011-2016

Pocos estados como Oaxaca, la quinta entidad federativa más grande del país, cuyo centro histórico aún resguarda la primera traza urbana del territorio nacional, cuentan con indicadores claros de voluntad política en materia de cultura. Tiene un órgano rector con rango de Secretaría, denominado de las culturas y las artes de Oaxaca; una Ley de Desarrollo Cultural en la que los legisladores estatales resolvieron colocar también la protección y salvaguarda de su patrimonio cultural, incorporando los bienes intangibles, a saber: rituales, actos festivos, prácticas artesanales, representaciones, folclor, narraciones, leyendas y lenguas, así como normas para el correcto uso, aprovechamiento y conservación del patrimonio edificado. Dicha entidad cuenta además con un Consejo denominado de participación para el desarrollo cultural del estado, un fondo presupuestal, una comisión legislativa de cultura y bienestar social, y ahora con un Programa Sectorial 2011-2016 enmarcado en su ley estatal de cultura. Todo un sistema para impulsar el desarrollo cultural del segundo estado más diverso de la república mexicana, después de Chiapas[1]. Cuando digo sistema, me refiero a una infraestructura jurídico-normativa que permite dar cumplimiento a los principios constitucionales que establecen cómo debe ser el desarrollo cultural del país.
El artículo 116, por ejemplo, establece en su segundo párrafo, que los poderes de los estados se organizarán conforme a la Constitución de cada uno de ellos, con sujeción a una serie de normas[2]. En ese sentido, debe haber armonía entre la Secretaría de Cultura, su ley marco, el órgano congresional, su consejo, el fondo estatal, y por supuesto, su Programa Sectorial. Por su parte, el 124 señala que las facultades no expresamente concedidas a los funcionarios federales se entienden reservadas a los estados. Por lo que las autoridades estatales pueden legislar en materia de cultura para todos los casos que no sea competencia federal. Eso es lo que ha hecho el gobierno de Oaxaca al impulsar una legislación propia y un Programa Sectorial de vanguardia, en el que recoge lo establecido en el artículo 3ro., de la Constitución que señala como obligación del Estado, alentar el fortalecimiento y difusión de nuestra cultura; complementando esta labor con la facultad y responsabilidad de las universidades y demás instituciones de educación superior a las que la ley otorga autonomía, para difundir la cultura. Abraza también lo señalado en el artículo 2do, respecto a la composición pluriculturalidad de nuestra nación, no se esperaba menos del segundo estado con mayor diversidad cultural del país. Este artículo establece lo que tanto el Programa Sectorial como la propia Ley de Desarrollo Cultural asumen como  compromiso: la protección y promoción del desarrollo de las lenguas, culturas, usos, costumbres, recursos y formas especiales de organización social de los pueblos indígenas. Asimismo, abraza el compromiso instaurado en el artículo 4to., constitucional, que estableció el derecho de acceso a la cultura y al disfrute de los bienes y servicios que presta el estado en la materia, así como el ejercicio de sus derechos culturales. Esta reforma plasmó el compromiso del estado por promover los medios para la difusión y desarrollo de la cultura, atendiendo a la diversidad cultural en todas sus manifestaciones y expresiones con pleno respeto a la libertad creativa. Y según se lee en el Programa Sectorial, dicho acceso y disfrute de los bienes y servicios culturales será de la manera más planificada posible, a partir de lo que tiene para ofrecer como estado, y lo que tiene para recibir para sus habitantes y visitantes.
Este Programa Sectorial 2011-2016 tiene dentro de sus bondades, el haber caracterizado, y en cierta medida tamizado también, las manifestaciones culturales que detonan cultura en la entidad, a partir de una caracterización innovadora del sector y la conformación de la denominada economía cultural. Lo anterior da fiel cumplimiento también a lo establecido en el artículo 26 constitucional, en relación a cómo debe ser el sistema de planeación democrática que impulse el Estado: “que imprima solidez, dinamismo, permanencia y equidad al desarrollo nacional y al crecimiento de la economía para la independencia y la democratización política, social y cultural de la Nación[3]”.
El Programa Sectorial puede ser analizado bajo los pilares que rigen las políticas públicas, que el especialista Tomás Ejea cita en su trabajo Poder y creación artística en México. Un análisis del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (2011)[4]. Estos son: continuidad, legalidad, participación ciudadana, coordinación, una relativa autonomía presupuestal y transparencia. En relación al primero, el Programa Sectorial es en sí una muestra de continuidad de la política impulsada por la Secretaría de las Culturas y las Artes de Oaxaca, no sólo por establecer las bases de una política estructural de mediano y largo plazo, sino por prever un apartado al final del documento en el que establece la visión del programa en el horizonte 2022. En relación a la legalidad, el marco normativo con el que cuenta, en este caso, la Secretaría de las Culturas y Artes de Oaxaca, es más que suficiente. La participación ciudadana, está representada en su Consejo de participación para el desarrollo cultural del estado. Quizá el reto mayor de este programa sea la coordinación, pues no siempre se cuenta con el apoyo de los agentes culturales involucrados para el desarrollo de las acciones establecidas. En relación a la relativa autonomía presupuestal, es importante resaltar que además del presupuesto aprobado por el Congreso del Estado, recibido a través del Ejecutivo estatal, su rango de Secretaría dentro de la nomenclatura gubernamental es en parte garantía de autonomía presupuestal. Otro dato relevante en el caso de la Secretaría de las Culturas y Artes de esta entidad, es que ha sabido gestionar desde hace más de cinco años, recursos adicionales provenientes de la Comisión de Cultura del Congreso de la Unión, y del propio Consejo Nacional para la Cultura y las Artes[5]. 
En relación a la estructura del Programa, vale la pena mencionar que cuenta con un diagnóstico preciso, del cual parten los ejes y programas de trabajo. Contiene un programa de formación continua para la profesionalización artística, un apartado reservado al fomento del desarrollo cultural sustentable; un programa de estímulo a la creación y desarrollo artístico, uno de fomento editorial, otro orientado al fortalecimiento de la infraestructura, y uno más al fortalecimiento artístico y cultural de las iniciativas ciudadanas. Conocedores de la interrelación actual del país con otras latitudes del mundo, los diseñadores de este programa, establecieron una escala en el rubro de promoción cultural que va de lo estatal a lo nacional y a lo internacional, así como uno dedicado al impulso de las instituciones artísticas y culturales de la entidad y uno de festivales. Otro de los campos novedosos en este Programa, es el relativo al impulso de la Economía Cultural a Emprendedores y a Empresas Culturales, cuya caracterización está debidamente identificada en las primeras partes del documento. Cuenta además con un apartado en el que incluye a los organismos públicos descentralizados, sectorizados a la Secretaría de las Culturas y las Artes de la entidad.
El Programa prevé también un espacio en el que enmarca instituciones tales como la Casa de la Cultura de Oaxaqueña, el Centro de las Artes San Agustín, el de diseño; la Coordinación de Espacios Culturales de la entidad; el Instituto del Patrimonio Cultural; la Unidades Regionales y las Estatales de Culturales Populares. Asimismo, prevé los lineamientos de los mecanismos de coadyuvancia participativa, los del Consejo de Participación para el Desarrollo Cultural del Estado; para los integrantes del mismo, así como los relativos al Sistema Integral de las Músicas de Oaxaca, los del Fondo Estatal  para el Desarrollo Cultural, y la promoción y difusión del arte y la cultura, a través de los medios de comunicación, y lo relacionado a la evaluación, medición y transparencia de la gestión cultural en la entidad. Finalmente, incluye un capítulo de lo más pertinente en el que establece la visión de la cultura en el estado basado en el horizonte 2022.
Una de los datos más valiosos de este Programa Sectorial, es el cruce de información generada por diversas instancias estratégicas el cual nos permite ver, por ejemplo, que la Población Económicamente Activa de la entidad asciende a 1.6 millones de personas, de las cuales 971 mil son hombres y 632 mil son mujeres, o bien, que el Producto Interno Bruto (PIB) representa en Oaxaca 1.57% del total nacional, en tanto el Producto Interno Bruto per cápita (PIB/PC) estatal suma 44 mil 240 pesos, frente a los 101 mil 520 pesos a nivel nacional. Se puede apreciar también el registro de los bienes y tecnologías de la información y la comunicación según disponibilidad, y las actividades que detonan cultura, con la consabida precisión de que hay actividades productivas que en alguna parte de sus respectivas cadenas son vinculantes con una  de las actividades más preponderantes de la economía cultural: las manufacturas, el mundo artesanal. Este cruce muestra que el 64 % de las comunidades originarias realizan actividades agropecuarias y forestales; que junto con el sector pesquero, el agropecuario y forestal es uno de los de mayor potencial. Dentro de los denominados sectores en movimiento hace énfasis en las 236, 465 unidades económicas registradas en 2009, en las cuales trabajan 761 mil 253 personas. En este punto se ha detectado que una de las carencias que afecta estos impulsos es la insuficiencia de servicios financieros.
Cuantifica también la derrama económica generada por la ocupación hotelera, de la que se tiene bien identificada la nacionalidad de los visitantes, lo mismo que la  infraestructura turística[6].  La gran mayoría acude a la entidad por su patrimonio cultural, natural y los destinos de playa que ofrece. Oaxaca cuenta con once zonas arqueológicas, posee la declaratoria de Pueblo Mágico, asignada por la Secretaria de Turismo federal; la capital del estado es Patrimonio de la Humanidad declarado por la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo de la Ciencia y la Cultura (UNESCO), condición a la que se suma el interés arquitectónico e histórico de cinco ex conventos en los Valles Centrales[7].
La caracterización de la economía creativa de la entidad que muestra el Programa Sectorial, era hasta hace poco tiempo un campo invisible en los programas de cultura. Esta caracterización abarca la recreación, los sitios históricos, el comercio, la publicidad, el turismo cultural y los servicios de consultoría. Lo anterior, bajo la concepción que el Plan Estatal de Desarrollo de la entidad tiene por cultura: “conjunto de modos de vida, costumbres, conocimiento y grado de desarrollo artístico, científico e industrial en una época o grupo social… El cúmulo de expresiones artísticas y culturales creadas a lo largo de la historia, así como el sistema de valores simbólicos que identifican y cohesionan a una comunidad”. En ese sentido, el Programa Sectorial consideró la economía cultural y la caracterización del sector como fuente primaria en el análisis y desagregación de los datos contenidos en el Sistema de Clasificación Industrial de América del Norte (SCIAN) que, según el documento es la información más completa para una construcción sectorial y/o satelital, ya que se trata de un sistema creado para generar estadísticas comparables entre los tres países de América del Norte[8].
Otro más de los análisis que presenta este Programa es el gasto corriente en los hogares mexicanos contenidos en la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2010 (ENIGH, 2010) que tiene como objetivo central, proporcionar información sobre la distribución, monto y estructura del ingreso y gasto de los hogares. Adicionalmente, ofrece información sobre las características sociodemográficas y ocupacionales de los integrantes del hogar, así como la infraestructura de la vivienda y el equipamiento en ella. Una referencia nacional en este campo es el gasto corriente en los hogares destinado a educación y esparcimiento denominado “corriente monetario”, que da cuenta de los gastos realizados regularmente para la adquisición de la canasta de consumo. En 2010 el gasto en educación y esparcimiento representó el 13.62% del gasto corriente monetario de los hogares del país. De 2008 a 2010 el gasto disminuyo conservadoramente. En este punto es pertinente resaltar que cualquiera que analice a detalle este tipo de gasto, se dará cuenta de dos cosas, de la configuración, por una parte, de esa nueva “Canasta de Consumo Aspiracional” del mexicano, así denominada por el economista Ernesto Piedras, así como de la necesidad de mejorar el acceso de la población a la cultura, como recomienda el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados, en su reciente reporte “El apoyo a la cultura en México”. En este último documento se subraya la imperiosa necesidad de contar con mejores ingresos y disminuir la pobreza, dado que los hogares destinan en promedio tan solo el 3.0% de su gasto al esparcimiento, cifra que se reduce al 1.4% en los hogares que ganan hasta cinco salarios mínimos. Considérese que 19.9% de las mexicanos nunca ha asistido al cine, según el Atlas de Infraestructura y Patrimonio cultural de México 2010. Habrá que considerar en este rubro la gran cantidad de personas que consumen cine en su casa, y generalmente cine “pirata”, como parte de las nuevas formas de consumo cultural que estamos experimentando. En ese sentido, es acertado introducir este tipo de mediciones en los programas sectoriales, siempre que se considera que el consumo cultural a domicilio, que ingresa a través de las máquinas cultuales que conforman la canasta básica de consumo aspiracional antes señalada, forman parte ya de las herramientas del denominado Homotelecom[9].
Estamos ante un Programa Sectorial de Cultura centrado en el aprovechamiento de lo que realmente se tiene en materia de cultura para ofrecer y para recibir de manera estratégica y con visión de largo plazo. Un programa que por su contenido innovador e integral puede llegar a ser el eje sobre el cual gire un nuevo modelo de desarrollo cultural. Por el momento se trata de un programa de gestión a prueba que tiene el reto de saber articular con precisión el sistema cultural que tiene en materia de cultura.









[1] Cuenta con 570 municipios, 418 se rigen por usos y costumbres y solo 152 por estructuras partidistas, distribuidos en ocho regiones geoeconómicas y culturales: Canadá, Costa, Istmo, Mixteca, Papaloapan, Sierra Norte, Sierra Sur y Valles Centrales. En su geografía se asientan dos sistemas montañosos fundamentales: la Sierra Madre del Sur y la Sierra de Oaxaca, además de los ríos Papaloapan, Salado, Quiotepec, Tomellin, Tonto, Coatzacoalcos, Mixteco, Tlapaneco, Tuxtla, Coyuca, Atoyac, Sordo, Verde y Tehuantepec.
[2] Algunas secretarías de cultura, direcciones o institutos de los estados, cuentan con un apartado de cultura dentro de los respectivos planes estatales de desarrollo, pocos son los que desarrollan un programa sectorial propio aún siendo secretarías de estado. Lo mismo ocurre con su denominación ya que muchos organismos son direcciones o consejos adjuntos a otras áreas. El caso de Puebla es emblemático, dado que fue la primera secretaría de cultura del país y el gobierno de coalición entrante, tomó la decisión de darle la categoría de Consejo.
[3] Cabe señalar que el Senado de la República acaba de aprobar una reforma a Ley de Planeación en la que establece la adopción de la denominada “Factibilidad cultural” como parte de los principios que rigen las políticas de desarrollo nacional. Dicha adopción implica la realización de una evaluación del impacto cultural de todas las actividades humanas planificadas, o de las que sean objeto de una intervención deliberada por parte de cualquier actor o agente social. El objetivo es que tanto en la teoría como en la práctica de la planificación, se realicen los estudios de factibilidad cultural necesarios, de la misma manera que se realizan estudios de factibilidad financiera, económica, social, política o ambiental. Busca que todo instrumento de intervención (política, estrategia, plan, programa o proyecto) que no demuestre una adecuada factibilidad cultural –o que tenga impactos culturales negativos–, en concordancia con la teoría de la evaluación en cualquier contexto de formulación de planes, programas y proyectos, sea sustituido por una alternativa mejor.
[4] Editado por la Universidad Autónoma Metropolitana plantel Azcapotzalco
[5] La titular de Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, en el marco de la presentación del Programa Sectorial y de la firma del acuerdo de colaboración con dicho estado, anunció además una inversión de 120 millones de pesos para la entidad, orientados a concretar proyectos que el Gobierno del Estado tiene previstos para consolidar la entidad como el corazón cultural de México.
[6] En 2009 Oaxaca fue la entidad número trece a nivel nacional, por el número de visitantes, que en su mayoría son de procedencia nacional (95%) y el resto extranjera.
[7] Otro tipo de medición que muestra el Programa es la aportación de las instituciones sin fines de lucro a la economía nacional, la participación de los profesionistas de la cultura en el campo laboral, y la diversidad de estadísticas para la comprensión de la movilidad cultural en la entidad, así como el monitoreo de recursos asignados, a través de los presupuestos locales a los organismos culturales del país.
[8] Esto a través de La Statistics Canada, el Economic Classification Policy Commitee de los Estados Unidos y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) de México.
[9] Este término es también del economista Ernesto Piedras, se habla del consumidor de pantallas de plasma, consolas de videojuegos, DVD, TV por cable, Internet, cámaras digitales etc.

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