domingo, 18 de diciembre de 2011

Serrano Migallón y la ley de cultura


Poco duró Fernando Serrano Migallón al frente de la Secretaría Cultural y Artística del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta). Su renuncia es la cuarta que se presenta en esa secretaría en cinco años. Llegó en marzo de 2009 a sustituir a Álvaro Hegewisch, con el firme propósito de sacar adelante la pretendida ley de cultura y poner orden a la estructura del Consejo, que bajo su punto de vista “nació mal y ha crecido mal”, por lo que, según él, corresponde al Congreso de la Unión, al Presidente de la República y al titular de la Secretaría de Educación Pública, determinar cuál de las propuestas, que dice haber trabajado, sería la mejor para corregir esa anomalía legal. En su primera rueda de prensa, la titular del Conaculta, Consuelo Sáizar, manifestó que su propósito sería trabajar en el diseño de una reforma para que el Consejo adquiriera identidad jurídica. Afirmó que Serrano Migallón tenía un avance de 80%. En agosto de 2010, cuando la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados organizó los foros de consulta, aseguró: “Ya la hemos presentado. El doctor Serrano Migallón trabajó arduamente en eso”. Afirmación que desmintió el diputado Armando Báez, secretario de la Comisión de Cultura. La Comisión se había comprometió a presentar ante el pleno una iniciativa para crear la Ley General de Cultura en 2010, pero la Legislatura llega a su fin sin ni siquiera haber podido integrar un proyecto.
Lo que en realidad dejó Serrano Migallón a su paso por el Conaculta fueron tres tristes hojas enviadas a la Comisión de Cultura, en el marco de una reunión de trabajo. En ellas figura la propuesta de convertir al Consejo en un Organismo Descentralizado de la Secretaría de Educación Pública (SEP). Llama la atención que una propuesta de tal trascendencia no fuera acompañada de una mayor argumentación. Particularmente si consideramos que el Dr. Migallón es considerado un abogado destacado en derecho constitucional. Otra de las propuestas de las tres tristes tarjetas es que el Conaculta pudiera convertirse en un organismo autónomo por acuerdo del Presidente de la República, o bien por una Ley del Congreso. Es de lamentar la falta de sensibilidad y seriedad del personaje en cuestión, pues sus tres tristes tarjetas señalan que si no fuera a través de una ley, podría ser mediante un decreto o acuerdo presidencial. Con esta segunda opción, se estaría fomentando el presidencialismo en materia de cultura; hay que recordar que la Cámara de Diputados ya está facultada desde 2009, para legislar en la materia. Fernando Serrano Migallón asumió desde esta semana que termina la Secretaría General de la Cámara de Diputados, hasta allá va la pregunta: ¿Qué pasará con la ley general de cultura y ese 80% de avance que aseguran dejó en Consejo?

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