
Sartre fue uno de los consejeros de la generación de Hessel al decirles, como él mismo comenta, que ésta era responsable en tanto que individuos. Ese fue parte de su mensaje libertario, un mensaje entendido como la responsabilidad de un hombre que no podía encomendarse ni a un poder ni a un dios, sino comprometerse en nombre de su responsabilidad como persona humana.
En 2004 viví una temporada en la ciudad de Portland, en el noroeste de los Estados Unidos. Presencié una conferencia con Michael Moore; acudí a Seattle a una de las reuniones que años atrás habían dejado instaladas integrantes del movimiento antiglobalización. Estaba sumamente interesado en el trabajo de Naomi Klein, comencé leyendo No logo, una obra en la que explica la lógica del relanzamiento de las marcas y las atmósferas de compra generadas por el mercado. Posteriormente, Vallas y Ventanas, una especie de crónicas desde la trinchera de las protestas antiglobalización, y finalmente La doctrina del shock, en la que explica parte de lo que están evidenciando los indignados en Europa y Estados Unidos. Hoy veo con mucho agrado a la escritora y activista en medio de los jóvenes reunidos en el corazón de Wall Street, al lado de figuras como Michael Moore apoyando el movimiento y me vienen a la mente sus predicciones; mismas que se agudizan con la lectura de Hessel, que nos pide indignación ante el sometimiento del Estado por parte del Mercado. En lo personal, espero saber tomar la estafeta generacional de su legado, y al igual que Naomi, defender lo que la generación ese veterano de la resistencia logró para la nuestra el siglo pasado.
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