lunes, 19 de septiembre de 2011

El PAN, olvido y desatinos culturales (Entrevista publicada en la revista Proceso No. 1820 del domingo 18 de septiembre 2011)


El investigador Carlos Lara González, desde dentro del Partido Acción Nacional, ha rastreado sus ideales primigenios y le resulta inconcebible que, al llegar al poder, les haya dado la espalda. Ejemplifica el capricho de haber construido la megabiblioteca y la pretensión de diseñar la política cultural del siglo XXI a un año del fin de este gobierno. Todo ello a partir de su nuevo libro, dedicado al fundador de ese partido, Manuel Gómez Morín, como gestor cultural. Cerca de la aparición de su libro Manuel Gómez Morín. Un gestor cultural en la etapa constructiva de la Revolución, el investigador Carlos Lara González habla con Proceso sobre lo que juzga una deuda del Partido Acción Nacional (PAN) con su fundador y con la cultura. Afirma que en 11 años como gobierno, el partido no ha sabido capitalizar el legado del intelectual nacido en Batopilas, Chihuahua, el 27 de febrero de 1897, para articular un modelo cultural sólido a la manera del impulsado por José Vasconcelos luego de la Revolución Mexicana. Por el contrario, considera que las dos administraciones culturales panistas (de Vicente Fox y Felipe Calderón) se han distinguido por desatinos: el primero, por ejemplo, con la creación de la Biblioteca Vasconcelos y la idea de “ciudadanizar la cultura”; y el segundo, “más desafortunado”, con la “peregrina ocurrencia” de hacer la “política cultural del siglo XXI”. El comunicólogo, exdiputado local, exasesor legislativo del PAN ofrece su visión sobre las administraciones y los proyectos de Sari Bermúdez, en el sexenio inicial panista, y Sergio Vela y Consuelo Sáizar en lo que va del actual, así como sobre el desempeño de Kenia López, primera presidenta panista de la Comisión de Cultura en la Cámara de Diputados. Comenta, por principio, que más allá de números sobre la cantidad de becas otorgadas, eventos realizados o público asistente a las actividades culturales, el V Informe de Gobierno de Calderón, presentado hace dos semanas, no dice nada acerca del modelo cultural que se supone quiere construir. A decir suyo el gobierno calderonista concluye este quinto año en condiciones muy pobres y limitadas en cuanto a qué informar: “Se van al número, al dato duro del informe tradicional… ¡No! Esa es una cobertura del viejo modelo, a mí que me hablen del impacto cultural como ellos mismos lo están pidiendo en los proyectos que quieren fondear… Piden ‘impacto cultural’, que me definan primero qué es impacto cultural.” –¿No lo tienen en el Programa Nacional de Cultura? –¡Pero por supuesto que no! Entonces yo entiendo por impacto, en términos de Ernesto Cohen –el Canclini de la política social– que es aquello que cambia las condiciones de vida de una persona o una comunidad, si no, no hay impacto. Y para eso hay que tener indicadores de gestión. Entonces sí me vas a decir: se compraron tantas cosas, se dieron tantas becas. “Es un informe tradicional, insisto, de dato duro. No hay mucho que informar, desafortunadamente. El año pasado tampoco fue mejor y era el del Bicentenario.” Ya le corresponderá a la Secretaría de Educación Pública (SEP) informar, pues para el investigador esa tarea no le compete al Conaculta. Y ejemplifica con la Estela de luz, que juzga lamentable haya duplicado sus costos y no se concluya, al tiempo que se sigan anunciando otro tipo de proyectos (recientemente se dieron a conocer, por ejemplo, los de la remodelación de la Cineteca Nacional y de los Estudios Churubusco, este último con el mismo despacho arquitectual 911 sc” de la Estela de Luz). Como resultado de sus investigaciones encontró dos documentos que considera fundamentales: Las paradojas de México, que ofrece una visión de la historia “no oficial” hecha por personajes sobresalientes del PAN, y el otro presentado en una de las asambleas del partido por el propio Gómez Morín, en donde plantea crear un organismo hispanoamericano, “sentado sobre las bases de Vasco de Quiroga” para el intercambio cultural. Además presenta en el volumen, editado por Miguel Ángel Porrúa, la Fundación Rafael Preciado y LXI Legislatura, proyectos impulsados por quien fue integrante de Los Siete Sabios y rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) (1933-1934), como el apoyo a las giras de la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN), así como su relación con intelectuales de la época, entre ellos su correligionario Efraín González Luna, el mismo Vasconcelos, la poeta Gabriela Mistral invitada a México por éste y el promotor Marte R. Gómez, con quienes tuvo un intercambio epistolar. Su preocupación principal, dice, es dejar asentado que el fundador del PAN tuvo una noción clara en materia cultural y que el PAN la asumió como parte de sus principios. Pero alejado de ellos, el partido actual nunca se tomó la molestia ni el tiempo para estructurar un proyecto. Lejos de eso, los intelectuales que de algún modo estuvieron vinculados a la cultura, como Carlos Castillo Peraza (quien creó las colecciones editoriales Respuestas y Parlamentos), el poeta Hugo Gutiérrez Vega o el sociólogo y escritor Eugenio Ortiz Walls, han sido echados o han renunciado desencantados, y –lo peor– han hecho su mejor obra fuera del partido: “Han perdido grandes intelectuales por políticos de talla menor. No han sabido fomentar una estrategia de acercamiento, y lo vemos en las plataformas muy desafortunadas. Quizá la más estructurada fue la de Fox, en la que se plantea sin recato una Secretaría de Cultura y llama a las cosas por su nombre. La última presentada por el PAN fue la más pobre de toda su historia.” Una iniciativa que él mismo comentó en su columna periodística Los anteojos de Baskerville, donde se proponía una ley de difusión del patrimonio: “¡Cómo si el patrimonio requiriera de difusión… No dice si es general, si es federal, es un galimatías!” Lamenta: “Dentro del PAN no vemos un proyecto concreto, creo que ha descuidado una herencia que tenía muy clara Gómez Morín de fomento a la cultura, no como lo conocemos hoy pero sí había una noción de qué hacer en este campo. Y se debe en gran parte a que se centró en la reforma educativa y la libertad de la educación… Sí faltó desarrollar un programa de cultura sólido, por eso cuando arribó al gobierno, llegó como llegó.” Paradigma –Dice que Gómez Morín colabora en el proyecto cultural posrevolucionario, fue una época con intelectuales destacados, pero el proyecto que estuvo vigente hasta los años ochenta fue el de José Vasconcelos. –Sí, por supuesto. Ahí hay contribuciones, incluso intercambios, hay cartas donde se recomiendan mutuamente cosas, el primero como rector de la UNAM y el otro en Nueva York como agente financiero, luego le toca estar al otro en su papel. En fin, hay un intercambio muy interesante y también una ruptura por todos conocida que señaló ahí, porque creo que fue muy injusto por parte de Vasconcelos. Recuerda que hubo agrupaciones como la Sociedad de Conferencias y Conciertos, El Ateneo, Los Siete Sabios y la generación de Gómez Morín llamada de 1915, que hicieron aportaciones, y el fundador del PAN la llamaba la generación Eje. Pero Vasconcelos les dice un día: “Qué bueno que se llamen eje, pero ahora hagan girar los acontecimientos”. Prácticamente, enfatiza el investigador, “los ningunea y les dice que no ve en nadie de ellos algo sobresaliente…”, y aunque advierte que le pesa decirlo, en su opinión Vasconcelos tenía una visión coyuntural de las cosas y no vio las aportaciones de esa generación en la cual estuvieron también Narciso Bassols, Antonio Caso y Antonio Castro Leal, entre otros. –¿Sus ideas fueron sólo las de una persona interesada en la cultura, vinculada al PAN o el partido realmente las asumió como propias? –Sí, es el caso de una afición personal: la Orquesta Sinfónica, pues él era amante de la música clásica, pero la vincula al partido con Miguel Bernal Jiménez, que fue panista. Se le comenta que la afición a la música no hace un proyecto cultural, mientras se ha dicho que Vasconcelos sí tuvo la visión de crear un modelo cultural vinculado a un proyecto de nación que sentó sus bases y se mantuvo hasta entrados los años ochenta. Y aunque califica al modelo vasconcelista como un “paradigma”, no considera menor que la OSN hiciera sus primeras giras gracias a Gómez Morín, quien se apoyó en la naciente estructura del PAN: en Michoacán, Miguel Estrada Iturbide y Bernal Jiménez; en Querétaro, Carlos Septién García; en Jalisco, Víctor González Luna, hermano de Efraín. Inicialmente, hacia 1934, Gómez Morín fue invitado a respaldar a la Sinfónica por la promotora y mecenas Antonieta Rivas Mercado. Luego los directivos de la misma lo invitan en 1937, cuando comienza a ser patrocinador, y habla con Carlos Chávez sobre el método de financiamiento. No es, admite Lara, un modelo cultural, sino un proyecto musical. Pero sí considera como parte de un modelo al sistema de información cultural hispanoamericano que se propuso crear inspirado en ideas de Vasco de Quiroga. Sabía también, lo dejó en documentos, qué hacer para fomentar la lectura. Además de todo ello, dice que ha encontrado en los archivos del PAN documentos, iniciativas, reformas, discursos que, unidos, conforman una política cultural del partido, porque –remarca– “existe una política cultural del PAN”, pese a que las críticas indican que el PAN como gobierno no ha tenido un buen desempeño en materia cultural, como no lo ha tenido tampoco Kenia López en la Cámara de Diputados. “Lo que no hay son agentes interesados en la cultura. El caso de Kenia es lamentable, no que no sepa o no le entienda: ¡que no se interese!” Y es que, deplora, para ser diputado no se necesita saber de un tema, sólo acatar la disposición de tener 18 años cumplidos. Y casos de nulidad de titulares de Comisiones de Cultura hay varios, dice, y cita al poeta Jaime Sabines, quien incluso escribió el poema Estoy metido en política, que “retrata su ineptitud como diputado, ¡perdón! Pero no hizo nada”. Considera que la falta de iniciativas culturales es problema también de otros partidos políticos. Muestra de ello es que aunque el PRI se la ha pasado realizando foros y consultas para hacer una Secretaría de Cultura, se fue por la salida “fácil”, y aprovechando una coyuntura política dada por el poeta Octavio Paz, se creó por decreto presidencial el Conaculta, que tuvo en realidad una “intención política”. Ya con la llamada “alternancia” vinieron las administraciones de Sari Bermúdez, y luego de Sergio Vela y Consuelo Sáizar. En la primera ve aciertos y errores, como el “capricho empresarial” de construir la Biblioteca Vasconcelos, y asegura que Bermúdez se opuso a ese proyecto pero tuvo que acatar órdenes, pues había intereses de empresarios, entre ellos Carlos Slim. Y ahora, para Calderón, la cultura no es prioridad. Puso a Vela por ser “un amigo” pero tuvo una gestión “muy desafortunada”, y en el relevo todo se desarticuló. Lo peor, dice, es que en el cambio se han gastado cerca de 9 millones de pesos por indemnizaciones a las cuales los anteriores funcionarios no tenían derecho “en estricto sentido”. Y los nuevos equipos laborales no han demostrado ser mejores que los anteriores: “Caen en el mismo problema de cuando se dijo ‘vamos a ciudadanizar la cultura’. Ahora se dice ‘vamos a diseñar la política del siglo XXI’. Bueno, pues dime en qué consiste. Hay un problema de origen, alimentado creo yo por el deseo de figurar mediáticamente. Es decir, la ciudadanización de la cultura suena muy bien pero ¿en qué se reflejó? Llegan otros y viene todo un cambio de estructuras, un giro en la promoción y una nueva ocurrencia: la política del siglo XXI. “Y volvemos otra vez a lo mismo: mientras no se den las bases de a qué se están comprometiendo con eso… Además lo dicen a finales del sexenio, cuando ya existe un Programa Nacional de Cultura (PNC). Pregunto: ¿cabe en ese proyecto hacer una Ley General de Coordinación Cultural? ¡Ah, pero de eso no quieren hablar! Bueno, pues entonces díganme qué cabe ahí. Para mí, un tema fundamental para sentar las bases de un proyecto cultural para el siglo XXI es una ley general…” Política mediática –¿Quienes pudieran ser responsables de retomar lo que llama política cultural del PAN? Consuelo Sáizar por ser parte del gobierno panista, y Kenia López, por ser diputada del PAN, ¿la conocen? –No, no la conocen, porque nadie la tiene. Está en los archivos del PAN, no está como “política cultural del PAN”, está en un análisis plataforma por plataforma, discursos por discursos, plataforma legislativa por plataforma legislativa, documentos fundacionales. Lo que yo hice fue sistematizarla, pero tampoco es muy difícil llegar a un cargo y decir: “Bueno, el PAN qué ha sostenido en el Poder Legislativo desde el 1949 a la fecha: esto, esto y esto. Ah, pues la política cultural del PAN va por aquí. “Sáizar no es militante, no tiene porqué serlo, pero tiene una cercanía y un conocimiento desde que trabajó en Editorial Jus (fundada por Salvador Abascal), es más, tiene una relación con gente clave en el PAN. Sergio Vela tampoco tenía ese conocimiento, pero creo que lo fundamental era llegar, sentarse y ver el PNC y las bases fundamentales del PAN en la materia. “Y partir de ahí para hacer una serie de acciones en el mismo marco del PNC y es algo que no he visto. Existe sí, un discurso repetido: vamos a llegar a más gente, a hacer más con menos, a hacer la política del siglo XXI, pero no veo esos esfuerzos… Y hace once años estamos en el siglo XXI, ¡por Dios! Más bien son decisiones de carácter mediático: ‘Vamos a…’ En el discurso está muy bien, hagámoslo en la práctica.” Respecto de lo realizado por López Rabadán, afirma que haber conformado hace apenas un par de meses a un grupo de especialistas, como el jurista Jorge Sánchez Cordero, la antropóloga Lucina Jiménez, el historiador de arte Renato González Mello y la promotora Hilda Trujillo, da la imagen de “querer pasar la responsabilidad a ese grupo de lo que no se va a hacer. “Lo digo con conocimiento de causa. Conozco a unos de los colegas que están ahí y les dije: ojo, porque primero vean la reunión plenaria de cada grupo parlamentario y vean si traen el tema de cultura, concretamente el de la ley. ¡No lo traen! Dos: es el último ejercicio de este año, lo que se pueda hacer será en éste, pero si no va en la agenda ni del PAN ni del PRD, olvídenlo, no va a salir, el siguiente es año electoral y adiós. “No va a haber condiciones. Un proyecto de esta naturaleza se tiene que gestar desde el primer año. Yo les decía: a ver, ¿conocen el proyecto de la Ley Sari, conocen el análisis que hizo Bolfy Cottom al respecto, que es muy interesante, conocen el proyecto que dejó Sergio Vela? No. ¿Entonces sobre qué van a trabajar? Me parece poco serio.” –Usted dice que el tema del Bicentenario no le compete al Conaculta, pero ¿se puede desvincular a la cultura de la historia, de la educación, de la economía incluso, si se quiere hacer un proyecto integral? --Y además, si queremos plantear un modelo de política cultural del siglo XXI, yo empezaría por trasladar facultades de la Secretaría de Gobernación al Conaculta, en materia de cine, por ejemplo. Eso implica para mí tener una política cultural del siglo XXI, implica tener una Ley General de Coordinación Cultural, que armonice los artículos 4º y 73 con los estados, definir qué le toca a la federación, qué a los estados y qué a los municipios, es algo que no tenemos claro tampoco. Lara considera que el modelo de gestión cultural posrevolucionario comenzó a minarse en realidad desde el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, estando al frente del Conaculta Rafael Tovar y de Teresa, y “ahí está el Tratado de Libre Comercio como muestra”. Pero tanto en la aprobación del TLC como en la implementación del proyecto neoliberal, participaron el PAN y el PRI, se le inquiere. Admite que así es, pero se niega a aceptar al PAN como un partido de derecha, pues sus orígenes estuvieron vinculados al humanismo propuesto por Jacques Maritain y el individualismo de Emmanuel Mounier. –Se ha dicho que está alejado de su doctrina fundacional (como lo ha consignado en varias entrevistas y reportajes Álvaro Delgado, reportero de este semanario), y ya no tiene una política social ni cultural. Argumenta el investigador que el PAN no se ha alejado de la cultura, sino más bien no se ha acercado a ella, siendo que tiene en sus documentos propuestas como el mecenazgo y la descentralización cultural. Ahí, subraya, en los documentos del partido, sobre todo ahora que el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ha vuelto a poner en el centro de la discusión el desarrollo integral de la persona, hay toda una bibliografía para “explorar y sentar las bases de la tan cacareada y peregrina idea de hacer una política cultural del siglo XXI”.

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