lunes, 20 de junio de 2011

Estadísticas añejas para la política cultural: Ernesto Piedras


Estadísticas añejas para la política cultural: Ernesto Piedras
Semanario Proceso. Judith Amador Tello 19/06/2011
La semana pasada, en estas páginas, se dio a conocer un informe sobre finanzas culturales preparado para la Cámara de Diputados. Ahora, el economista Ernesto Piedras anuncia una evaluación propia donde concluye que los datos aportados en los múltiples documentos conocidos no son empleados para elaborar las políticas culturales. El economista Ernesto Piedras dará a conocer el martes 21 un índice creado por su consultoría que, asegura, provocará urticaria a más de un responsable de las políticas culturales de las entidades del país, pues revela cuáles de ellas poseen mayores y menores capacidades culturales para aprovechar su infraestructura, oferta y demanda. Pero no teme. Por el contrario, los invita a "que le pierdan el respeto" a su llamado índice de Capacidad y Aprovechamiento Cultural Estatal (ICACE), "se le manosee" y sobre todo se use. En su opinión, si bien aun es poca la información estadística en torno a la cultura en México, lo peor no es carecer de ella sino tenerla y no utilizarla: "La peor política cultural es la no política cultural o la política añeja... Si alguien se enoja porque su estado aparece abajo de lo que hubiera considerado, me va a gustar mucho. Que entren a hacer sus propios estudios y se vean a sí mismos desde esa base cartesiana, desde esa plataforma de los números y de la aritmética cultural."
El fundador y director de NomismaeConsulting, especializada en el análisis de la contribución económica de las actividades basadas en la creatividad y la cultura al desarrollo y sustentabilidad regional, explica que el propósito no es generar "una bodega de números", sino análisis para ser utilizados por los responsables de la política cultural de los estados y nacional.
"Paul Tolilá (investigador francés creador del Departamento de los Estudios y de la Prospectiva del Ministerio de la Cultura y de la Comunicación en Francia) dice que en la cadena de la política cultural arrancas con estadísticas, las conviertes en indicadores y con ellos haces análisis, y luego viene la parte del diseño de la política pública para la cultura, la ejecución y la evaluación."
Tolilá refiere también en algunos de sus escritos que desde André Malraux se ha desarrollado un esfuerzo permanente en favor de la cultura y se sintió la necesidad de tener datos que permitieran proceder "con un mínimo de puntos de referencia y pensar en el establecimiento de prioridades".

Aquí, comenta Piedras, se han generado estadísticas, pero no de manera sistemática ni continua.
Una de las críticas al Atlas de infraestructura cultural de México y la encuesta nacional de hábitos, prácticas y consumo culturales, dados a conocer hace unos meses por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), fue haber considerado información no sistematizada, de años alejados del entonces presente 2010 y haber descartado otros estudios, entre ellos el realizado por la Universidad Nacional Autónoma de México, publicado en 2009.
Dado que el ICACE se basa tanto en el Atlas... como en la Encuesta... (y en datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, a partir de los cuales hizo su libro ¿Cuánto vale la cultura ), se le pregunta al economista qué tan válido es este nuevo índice.
Esgrime que es una abstracción de la realidad, "no la realidad completa", y que se irá enriqueciendo. Lo importante, a decir suyo, es ir conformando un sistema integral de información para la cultura en México. Recientemente, anuncia, el sector cinematográfico presentó un reporte y la Cámara Nacional de la Industria Editorial cuenta también con datos y "aunque sólo sean de su gremio... pero podemos ir llenando esta especie de rompecabezas".
Disparidad
Pero insiste en la necesidad de utilizar esa información y darle continuidad, pues "no se puede hacer política cultural en 2011 con información de 2004. La periodicidad es un punto clave".

-¿Se hace política a ciegas -se le inquiere.
Y opina que no es tanto a ciegas, pero carece de actualización. Detalla que en sus estudios ha identificado cuatro campos de importancia: la gente que participa en la cultura como creador o audiencia; la tecnología; las instituciones culturales; y los marcos legales. Y todo ha cambiado, pero los dos últimos no lo han hecho al ritmo de los primeros.
La política, continúa, debe actualizarse con nuevas herramientas. Expresa entonces su deseo de ver a las autoridades culturales discutiendo temas de banda ancha:
"Si nosotros fuéramos autoridad cultural nos preocuparía el precio del internet, es el medio de acceso a contenidos, y no escucho las voces de las autoridades hablando de los precios, de la conectividad, de la calidad. ¿Cómo vas a descargar un libro con los anchos de banda que hay en México Sí es un ejercicio de actualización, yo no diría que no hay política cultural, pero nuestra política cultural no corresponde a 2011, sigue siendo añeja. Se le comenta que en sus discursos la titular del Conaculta, Consuelo Sáizar, habla de estar creando la política cultural del siglo XXI. De hecho, en los últimos boletines de la institución de habla ya del "Proyecto Cultural Mexicano del Siglo XXI":

"Yo creo que no está mal -dice riendo un poco-, pero 2001 también era siglo XXI."

El índice creado por Piedras y su equipo de colaboradores, formado por Diego Gamboa, Alejandro Arriaga, Gonzalo Herrejón y Ariadne Rivera, considera tres subíndices: demanda, oferta e infraestructura culturales. A su vez éstos se componen de otras variables, entre ellas asistencia al cine, danza, eventos musicales, zonas arqueológicas, museos, bibliotecas, consumo de televisión, uso de internet; producción per cápita, población económicamente activa del sector cultural per cápita, remuneración promedio, y presupuesto cultural per cápita; monumentos históricos catalogados, número de centros culturales, de museos, sitios arqueológicos, teatros, salas de cine y librerías.
Los resultados, tras el análisis, colocan al Distrito Federal en el primer lugar de capacidad y aprovechamiento, seguido del Estado de México, y a San Luis Potosí y Durango en los lugares 31 y 32 de la tabla. Aclara el economista que no se trata de una medición cualitativa sino cuantitativa, por lo cual, por ejemplo, San Luis Potosí, que tiene el considerado como centro cultural más grande de América Latina (Centro Estatal de las Artes), aparece en los últimos lugares, pues sólo es uno, y por su ubicación pueden tener acceso a él un número limitado de personas. Oaxaca, agrega, ocupa uno de los últimos sitios en desarrollo humano, sólo por encima de Guerrero y Chiapas, pero sale bien en el ICACE en infraestructura, producción y demanda, aunque mal en oferta. Indica también que más que revelar la desigualdad social, el índice resalta la marcada disparidad, debida sobre todo a que algunas entidades como el Distrito Federal, Monterrey Guadalajara y el Estado de México gozan de economías de aglomeración (abundancia de infraestructura, creadores, audiencias y poder adquisitivo). Reconoce el problema de inequidad y advierte que la cultura no se abstrae de él. Hay una relación: los estados con mayor índice de desarrollo humano reportan también un mayor ICACE, pues la cultura es un componente del bienestar integral de la población y por lo tanto, la aspiración de una política pública para la cultura es colocar a la entidad lo más lejos posible de los últimos lugares.

El estudio será presentado el martes 21, a las 19:00 horas, en el Centro Cultural Tenanitla (Librería Porrúa), ubicado en Amargura 4, San Ángel, con la participación del editor Miguel Ángel Porrúa y el promotor cultural e investigador Carlos Lara.

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