domingo, 2 de enero de 2011

La Encuesta Nacional de Cultura 2010 (Primera de tres partes)

Los resultados de la Encuesta Nacional de Hábitos, Prácticas y Consumo Cultural 2010 dicen que el 48% de los mexicanos no se interesa en la cultura, que 86% nunca ha pisado un museo, 57% una librería, y que el 73% no ha leído un libro en el último año. Los encuestados argumentan no tener tiempo, pero están expuestos de manera considerable a los medios de comunicación. La titular del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, destaca que la encuesta es mejor que la realizada en 2003 por Sari Bermúdez por ser más grandota (aunque la metodología es la misma), asimismo, que permitirán evaluar las políticas públicas en el sector cultural e identificar necesidades. La dramaturga Sabina Berman señala que en diez años, el PAN sólo ha logrado diagnosticar la enfermedad del “Secreto sucio de nuestra cultura” y no avanza en la prometida ciudadanización de la cultura. Coincido con Sáizar en que los resultados permitirán evaluar acciones, identificar necesidades y reorientar presupuestos en el diseño de su tan cacareada política cultural para el siglo XXI. Con Sabina Berman, sólo en su señalamiento de que en diez años se esperaba algo más que un diagnóstico. No coincido con la gran mayoría de medios y articulistas que han exacerbado el pesimismo de los resultados, me parece que están dando demasiada importancia a una encuesta cuya metodología deja fuera las nuevas formas de consumo cultural.
La pregunta es ¿Qué se entiende por consumo cultural? A principios de los noventa en su libro El Consumo Cultural en México, García Canclini se preguntaba por qué éste era uno de los temas menos estudiados en México y América Latina. En ese momento, ni siquiera se tenía claro cómo denominar a los destinatarios de la producción y comunicación cultural; las aproximaciones eran intuitivas, no habían datos básicos ni reflexión teórica sobre la (asistencia) a espectáculos y el consumo cultural (a domicilio). Un concepto que Canclini desarrolló después con el economista Ernesto Piedras, no sin definir consumo cultural como “el conjunto de procesos socioculturales en que se realiza la apropiación y los usos de los productos”. Sólo considérese que podemos apropiarnos de una actividad cultural desplazándonos a un recinto, o bien en la comodidad de casa. Existen diversos tipos de apropiación de bienes y servicios culturales cuyo principal valor percibido es el simbólico; producidos y consumidos de manera diferenciada, como diferenciado es el conocimiento para su apropiación y uso. Este tipo de apropiación debe medirse con metodologías apropiadas: considerando el consumo cultural a domicilio a través de las máquinas cultuales que conforman la canasta básica aspiracional del mexicano, descrita por Ernesto Piedras como parte de las herramientas de su denominado Homotelecom: pantallas de plasma, consolas de videojuegos, DVD, TV por cable, Internet, cámaras digitales etc. A partir de lo anterior, es necesario aceptar, en primer lugar, que quien ve una película subtitulada en casa ha leído una obra (Un consumo cultural que no es medido en la citada encuesta). Y en segundo lugar, que este tipo de encuestas deben usarse del mismo modo que el borracho utiliza el farol de la calle: para apoyarse, no para iluminarse.

No hay comentarios: