jueves, 20 de mayo de 2010

El Onésimo Cepeda del PAN

La desaparición de Diego Fernández de Cevallos deja al Presidente Calderón sin operadores políticos al final de su sexenio. Periodo que inició sin la brújula doctrinal de su amigo Carlos Castillo Peraza y un año después perdiera a Juan Camilo Mouriño. Esto lo llevó nuevamente al Jefe Diego. Castillo Peraza y Fernández de Cevallos representan los dos polos opuestos del panismo y del Presidente Calderón. Son el fundamento ideológico moderno y la operación política pragmática, pero fundamentalmente un dilema para el Presidente de la República. En “Los Intocables”, libro coordinado por Jorge Zepeda Paterson, Felipe Calderón responde con dificultad la primera pregunta hecha por Roberto Rock. Inicia diciendo: como dice…no, no, bueno sí, lo voy a decir, como dice un amigo, Diego Fernández de Cevallos... En la entrevista se relata el incidente en el que Felipe Calderón reta a golpes al Jefe Diego en 1996 por haber puesto en duda la hombría de Castillo Peraza.
Fernández de Cevallos es un personaje controvertido de la vida política nacional. Encantó a la sociedad mexicana en el histórico debate de 1994. Su estupenda oratoria y elocuencia verbal mostró a los televidentes del país 45 años de historia del PAN, en una perfecta exposición de 27 minutos sin anuncios comerciales. Años más tarde, sus escandalosas incongruencias desencantaron a sus televidentes. Miembro distinguido del Comité Ejecutivo Nacional de un partido cuyos principios de doctrina reprueban el aborto, y sus estatutos el modo deshonesto de vivir, desconcierta saber que estos aforismos no hayan logrado establecer cláusulas de consciencia en el ejercicio de su profesión. Heredero de una parte del despacho de Manuel Gómez Morín, con quien inició su actividad profesional, asombra saber que igual defienda a la asociación de médicos abortistas, que a Carlos Ahumada y a Gerardo de Prevoisin. Prácticas que definitivamente no aprendió de su padrino de profesión, pues el fundador del PAN inició el ejerció de la abogacía en la etapa constructiva de la Revolución, fundando instituciones como el Banco de México y parcialmente Nacional Financiera, hasta descubrir que eran utilizadas en beneficio de las haciendas de la clase política gobernante. En el sector privado fue notable su trabajo en el Banco de Londres y México, y grupos industriales como el de Monterrey. Algo sucedió con el pasante de derecho del despacho de Gómez Morín, cuyas prácticas lo asemejan más a Onésimo Cepeda dentro de la iglesia católica que a don Manuel dentro del PAN.
Su desaparición se da en medio de un “sospechisismo” en el que hasta Televisa, por primera vez en su historia, pretende dar muestra de ética y sensatez; en medio de una sesión del Consejo Nacional del PAN, cuya lista de futuros consejeros es palomeada en Washington, en un receso de la visita oficial; en medio de una crisis de partido, marcada por la ausencia de su mal llamado líder moral.

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