Los clicksbaits
en la datósfera de los emotions
seekers han generado una nueva economía, la economía de la atención. Esa que
los marcatenientes de la red tienen bien monitoreada a manera de tendencia. Pero
¿Qué son los clickbaits y qué los emotions seekers? Hace algunas décadas,
quienes estudiamos ciencias de la comunicación o periodismo, solíamos analizar
el impacto de estrategias comunicativas como el soundbite, esa frase, esa idea, ese concepto que las figuras
públicas buscaban incrustar en la agenda pública de forma deliberada, mediante
titulares y encabezados en los medios de comunicación. Eso que daba de qué
hablar, tanto a los medios como a las audiencias. La pregunta era ¿De qué
queremos que hable la gente? La respuesta era el saundbite que aparecía en todos los titulares. En la actualidad, las audiencias ya no se
componen de agentes pasivos e inermes receptores de mensajes, sino de agentes
que también producen (prosumidores); esto ha roto una de las máximas de la
comunicación: “información es poder”. Las nuevas audiencias han demostrado que
“la comunicación es contrapoder”.
La era MuLuhan dejó atrás la era Gutenberg,
misma que fue reemplazada por la actual era Microsoft; esta evolución abrió
paso de forma natural a nuevas estrategias de comunicación, hoy generadas en
las redes sociales, creadoras de una
datósfera sin precedentes. Es así que pasamos del soundbite al clickbait. Esto
es, del diseño de mensajes y discursos, al rastreo de los mismos para tratar de
incidir en la agenda pública y el escenario social. Es así que el clickbait, ese contenido web orientado a
jalar la atención para generar ingresos publicitarios en Internet en detrimento
de la calidad y veracidad de los contenidos, ha establecido una nueva forma de
comunicar ideas, ensalzando una especie de editorialismo de titulares
sensacionalistas que atraigan clics y fomenten el envío y reenvío de ese tipo
de material en las redes sociales. Este tipo de información clickbait llevó hace
dos años a los directivos de Facebook a anunciar medidas para su disminución, por
considerar que lo único que hace es distraer y restar tiempo al usuario. Sin
embargo, hasta el momento no han podido hacer mucho al respecto, lo cual no
debe extrañarnos, pues esta red social vive de eso, de la economía de la
atención que genera su economía del “like”, que lo mismo dispara nuestra
solidaridad mediante campañas de crowdfunding, que nos muestra lo ociosos e
ignorantes que somos al volcar nuestra atención hacia una quinceañera; ejemplo
claro de la economía de la atención, donde han ganado todos: la quinceañera, su
familia, las televisoras y la ociosa audiencia. En síntesis, hoy la pregunta es
¿De qué está hablando la gente? Para actuar en consecuencia.
Comunicadores
clickbaits
Existen estrategias similares tales como
el infotainment y el softnews, utilizados en revistas
matutinas generalmente, que apoyan el propósito de alimentar este tipo de economía,
utilizando información de la agenda pública, mostrada, comentada y discutida de
manera no formal, como extensión del entretenimiento mediante roles de
influencia como actores y actrices, con grandes carencias de elementos
informativos. Recuérdese el caso de la conductora Andrea Legarreta, quien
intentó aminorar los efectos del alza del precio del dólar, convirtiéndose en
el hazmerreir de la memecracia. Pues bien, este tipo de estrategias son las que
apuntalan la economía de la que hablamos, una economía que logra jalar la
atención de los usuarios y televidentes, en modo tal que, termina atrayendo
también a los anunciantes en calidad de patrocinadores, mediante tácticas como
el producto integrado, que ha venido a suplir al product placement. En un mundo como el de hoy, donde los
periodistas y analistas son, como dijera el filósofo Byung-Chul Han,
emprendedores de sí mismos, es precisamente esta condición la que hace que cada
uno de ellos se explote a sí mismo en su propia empresa. Es lo que explica en
parte la reciente columna de Álvaro Cueva acerca de la golpiza que sufrió Ana
Gabriela Guevara. Al igual que otros comunicadores más que, en busca o, mejor
dicho, inmersos en esta economía de la atención, utilizan la información clickbait como mejor conviene a sus
intereses o convicciones; el objetivo es generar polémica. Tenemos el caso de
Nicolás Alvarado que, siendo director de TV UNAM tuvo la osadía de ofender a
los juangalupanos el día menos indicado. El resultado todos lo conocemos. Álvaro
Cueva salió mejor librado porque Ana Gabriela Guevara es ahora política, y ya
no solo la vieja gloria del deporte nacional.
Los
emotions seekers en la economía de la atención
Es aquí que se junta el hambre con las
ganas de comer. Por un lado, los agoreros de coyunturas con información clickbait, por la otra, los emotions seekers (buscadores de
emociones), esa gran mayoría de personas que solo están satisfechas mientras se
encuentran estimuladas; que no soportan el aburrimiento, pero que se aburren
con facilidad, presas fáciles de las adicciones, debido a que necesitan
consumir sensaciones de manera compulsiva. Esa insaciable voracidad perceptiva
hace que cuanto más fuertes sean las experiencias que van probando, más fuertes
deban ser las sensaciones que requerirán experimentar para sentirse gratificadas.
Suelen ser el coro de acompañamiento de denuncias y críticas en redes sociales;
a quienes les basta leer el primer comentario de un post para opinar de la
misma manera, descalificando categóricamente porque les estimula entrar en
discusiones de todo tipo, especialmente en aquellas que reivindican sus
creencias. Cuando las discusiones dejan de ser gratificantes para los emotions seekers, o la atención migra a
otros temas, ellos también lo hacen. Esto explica por qué hay cada vez menos
ataduras éticas y más voracidad sensorial en los contenidos televisivos y de
las redes sociales, es un bucle en el que el contenido es generado sobre la
base de la hiperestimulación.
Este modelo de comunicación viral que
vivimos en la era del phonosapiens,
será cada vez más intenso, de ello se encargan ya los coolhunters (cazadores de tendencias, o cazadores de lo cool), que van buscando, en el marco de
la economía de la atención, inocular lo cool
en forma de virus en todo tipo de productos y servicios. Son ellos quienes
alimentan hoy las barras de opinión del infotainment
y del softnews, son quienes, de la mano
de los comunicadores clickbaits,
mantienen entretenida a la audiencia en esa intensa e insaciable búsqueda de
emociones.
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