La convergencia de modos, como la
denominó a mediado de los ochenta uno de los patronos de la revolución digital,
el politólogo del MIT, Ithiel de Sola Pool, sigue siendo esa fuerza de cambio
en el seno de las industrias temáticas. En sus observaciones, analizaba cómo un
solo medio físico (ya mediante cables u ondas) podía transmitir servicios que
en el pasado se proveían por caminos separados. Fue el inicio de la erosión de
esa relación uno a uno que existía entre un medio y su uso. Desde hace décadas,
estudiosos del tema, como Henry
Jenkins y Jeremy Rifkin, han sostenido que las batallas por la convergencia
redefinirán el rostro de la cultura popular. En efecto, eso es lo que ha estado ocurriendo.
Hace una semana Facebook consiguió la licencia para operar como entidad de
dinero electrónico, esto lo acerca a la cristalización de su sueño de convertirse
en un banco. Este marcateniente tiene una capacidad instalada mundial de más de
1600 millones de usuarios que utilizamos a diario su datósfera; esto le permite
tener al día una envidiable segmentación y analíticas de comportamiento,
insumos fundamentales para los modelos de negocio de la era del taylorismo
digital. Irlanda, país desde donde este marcateniente de la red controla sus
operaciones, le ha otorgado la concesión para ofrecer un servicio de pagos
financieros. En España ha sido inscrito en el registro oficial de
entidades del banco de este país,
bajo el nombre de Facebook Payments
International Limited. Por tanto, es
ya una entidad de dinero electrónico
con licencia para emitir,
distribuir y reembolsar dinero
electrónico; así como ejecutar operaciones de pago, transferencia
de fondos y adquirir instrumentos de pago. Además de enviar dinero y desarrollar productos como donaciones caritativas, algo que ya hace en Estados Unidos a través de Messenger. Asimismo, tiene un acuerdo con el Commonwealth Bank, en Australia, para desarrollar una
aplicación de pagos y otros más con ASB Bank de Nueva Zelanda e ICICI Bank en la India, para dar acceso directo a sus servicios de banca online. Como vemos, esta
convergencia de modos nos termina de instalar en un mundo On Live, en el que
estamos permanentemente conectados.
Existen más casos de convergencia de modos en los que se observa cómo
nos ata cada vez más a las computadoras y dispositivos móviles, reduciendo
nuestras posibilidades de ejercitarnos, conversar y convivir. Considérese el
caso de Nexfilx o Totalplay que ofrecen ya videojuegos, ya no es necesario tener una consola. Esto hace necesaria la implementación de pausas
creativas en nuestra rutina, de lo contrario, entre el trabajo, la realización
de pagos, la consulta del correo, y esa terrible domiciliación de la velocidad
con la que vivimos por aplicaciones como WhatApp, acabarán con lo que nos queda
de vida real. Al paso que vamos, nuestra rutina se podría dividir en dos actividades
en el futuro inmediato: navegar y comer. La infobesidad no solo es esa cantidad de información electrónica que
recibimos a diario, que aumenta nuestra frustración al ritmo que aumenta su
excesivo flujo, sino también la información que nos mantiene atados a los
dispositivos, instalados en una vida cada vez más sedentaria. No todo en ella es navegar, de vez en vez hay que parar en algún puerto
y recordar que somos bípedos. Necesitamos aprender a lidiar con la convergencia
de modos y desarrollar modos de convivencia, para no caer en el deterioro
cognitivo y volver a ser cuadrúpedos. Esta era de los dispositivos móviles, de geolocalización
y la realidad aumentada nos está llevando a la categoría de phonosapiens y a un
civismo digital que, si bien activo en las redes sociales, pachorro en la real plaza
pública.
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