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viernes, 13 de enero de 2017

Infobesidad y sedentarismo electrónico

La convergencia de modos, como la denominó a mediado de los ochenta uno de los patronos de la revolución digital, el politólogo del MIT, Ithiel de Sola Pool, sigue siendo esa fuerza de cambio en el seno de las industrias temáticas. En sus observaciones, analizaba cómo un solo medio físico (ya mediante cables u ondas) podía transmitir servicios que en el pasado se proveían por caminos separados. Fue el inicio de la erosión de esa relación uno a uno que existía entre un medio y su uso. Desde hace décadas, estudiosos del tema, como Henry Jenkins y Jeremy Rifkin, han sostenido que las batallas por la convergencia redefinirán el rostro de la cultura popular. En efecto, eso es lo que ha estado ocurriendo. Hace una semana Facebook consiguió la licencia para operar como entidad de dinero electrónico, esto lo acerca a la cristalización de su sueño de convertirse en un banco. Este marcateniente tiene una capacidad instalada mundial de más de 1600 millones de usuarios que utilizamos a diario su datósfera; esto le permite tener al día una envidiable segmentación y analíticas de comportamiento, insumos fundamentales para los modelos de negocio de la era del taylorismo digital. Irlanda, país desde donde este marcateniente de la red controla sus operaciones, le ha otorgado la concesión para ofrecer un servicio de pagos financieros. En España ha sido inscrito en el registro oficial de entidades del banco de este país, bajo el nombre de Facebook Payments International Limited. Por tanto, es ya una entidad de dinero electrónico con licencia para emitir, distribuir y reembolsar dinero electrónico; así como ejecutar operaciones de pago, transferencia de fondos y adquirir instrumentos de pago. Además de enviar dinero y desarrollar productos como donaciones caritativas, algo que ya hace en Estados Unidos a través de Messenger. Asimismo, tiene un acuerdo con el Commonwealth Bank, en Australia, para desarrollar una aplicación de pagos y otros más con ASB Bank de Nueva Zelanda  e ICICI Bank en la India, para dar acceso directo a sus servicios de banca online. Como vemos, esta convergencia de modos nos termina de instalar en un mundo On Live, en el que estamos permanentemente conectados.

Existen más casos de convergencia de modos en los que se observa cómo nos ata cada vez más a las computadoras y dispositivos móviles, reduciendo nuestras posibilidades de ejercitarnos, conversar y convivir. Considérese el caso de Nexfilx o Totalplay que ofrecen ya videojuegos, ya no es necesario tener una consola. Esto hace necesaria la implementación de pausas creativas en nuestra rutina, de lo contrario, entre el trabajo, la realización de pagos, la consulta del correo, y esa terrible domiciliación de la velocidad con la que vivimos por aplicaciones como WhatApp, acabarán con lo que nos queda de vida real. Al paso que vamos, nuestra rutina se podría dividir en dos actividades en el futuro inmediato: navegar y comer. La infobesidad no solo es esa cantidad de información electrónica que recibimos a diario, que aumenta nuestra frustración al ritmo que aumenta su excesivo flujo, sino también la información que nos mantiene atados a los dispositivos, instalados en una vida cada vez más sedentaria. No todo en ella es navegar, de vez en vez hay que parar en algún puerto y recordar que somos bípedos. Necesitamos aprender a lidiar con la convergencia de modos y desarrollar modos de convivencia, para no caer en el deterioro cognitivo y volver a ser cuadrúpedos. Esta era de los dispositivos móviles, de geolocalización y la realidad aumentada nos está llevando a la categoría de phonosapiens y a un civismo digital que, si bien activo en las redes sociales, pachorro en la real plaza pública.

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