El
término resiliencia como muchos saben es propio del campo de la física. Sin embargo, recientemente diversos especialistas
lo han trasladado al terreno de la psicología y las relaciones humanas. Como
concepto está relacionado a la resistencia a los materiales, y es precisamente
esa idea de resistencia la que atrae para sugerir su adopción para el
terreno de la cultura, y más particularmente de la gestión cultural, como un conjunto de procesos socioculturales e intrafísicos
que pueden posibilitan una vida sana en un medio insano. Lo anterior, teniendo claro que es
necesario cambiar las circunstancias externas para llevar una vida sana, pero
más importante es desarrollar habilidades internas (de resistencia y templanza)
que permitan tener una vida sana en un medio cada vez más insano.
Pienso
en la reflexión del colega Carlos Villaseñor, acerca de la necesidad de
revalorar las Casas de la Cultura en el país. Es necesario elaborar e
implementar una política orientada a su óptimo funcionamiento; enmarcarlas en
ese pretendido desdoblamiento de la dimensión social de la cultura y el
restablecimiento del tejido social. Una
política pública para el desarrollo de estos espacios que han demostrado ser, a
golpe de acciones culturales, escuelas de sana recreación y convivencia.
Herencia de la política cultural francesa André Malraux, quien estableció la
primera casa de la cultura en junio de 1961 en la ciudad de Le Havre. Con esta
acción marcó de manera simbólica una etapa en la política de descentralización
cultural que se planteó. Las Casas de la Cultura en México deben ser los ojales
por donde se enhebre el hijo que urda el tejido social. Considérese que en la
mayoría de pueblos y localidades del país puede no haber infraestructura para
otros servicios, pero una casa de cultura siempre; son como el kiosco, ahí
están, a la deriva de las ocurrencias de alcaldes y funcionarios, que a falta
de sentido común las convierten en oficinas del DIF, en caseta de policía…Y
todo por falta de una política pública en la materia.
Como
se señala al inicio, la propuesta de resiliencia cultural puede ser entendida por
extensión metafórica, como la capacidad que tiene un material para recobrar su
forma, luego de haber estado sometido a altas presiones. Esa característica
elástica es la que resaltan algunos especialistas en el terreno de las ciencias
sociales para sugerir que un ser o un grupo resiliente no retorna a un estado
anterior al estrés o situación de adversidad debido al contrario a la facultad
demostrada por el ente afectado para transformar dicha presión en oportunidad
de impulso. En ese sentido, la resiliencia no debe ser entendida como
invulnerabilidad, sino como esa capacidad voluntaria de superación. Su
resultado más incuestionable es la adaptación exitosa frente y pese a
circunstancias azarosas, como bien señala el Dr. Michel Duquesnoy de la Universidad
Bernardo O´Higgins de Santiago, Chile. Especialistas como Aldo Melillo y Néstor
Suárez Ojeda reconocen en el concepto de resiliencia dos vertientes
importantes, por un lado la virtud de aguantar las desgracias; por el otro, la
capacidad de fortalecerse a partir de ellas. Esto es, dos componentes positivos
íntimamente vinculados actuarían de forma complementaria e interactiva: la
resiliencia a la desintegración y la capacidad para reconstruir sobre
escenarios o factores hostiles. Ahora
bien, para Stefan Vanistendael, el concepto tiene igual relevancia en la
persona que en grupos enteros, los que en definitiva se componen de entes
(agentes) particulares. Señala incluso que la mayoría de las publicaciones
actuales aplican el instrumento “resiliencia” al entendimiento de ciertos
comportamientos de superación tanto a individuos como a colectividades. Afirma
que la resiliencia “es la capacidad de un individuo o de un sistema social de
vivir bien y desarrollarse positivamente y de un modo socialmente aceptable, a
pesar de condiciones de vida difíciles.
En
lo personal considero que el lazo social que apoya e impulsa la integración y
desarrollo de las familias mexicanas, puede ser el elemento primario que dé
cabida a un proceso de resiliencia cultural, encaminado a cohesionar los
elementos de identidad mínimos de las personas que permitan su convivencia. Un espacio secundario sería la
recuperación de espacios públicos para el sano esparcimiento; de esta manera el
lazo se extiende al tejido social, haciendo vivible el entorno inmediato,
aunque el ambiente general siga siendo insano y decadente. En esto las casas de
la cultura desempeñan un papel fundamental como la red de espacios estratégicos
que pueden hacer del lazo un tejido y una urdimbre sociocultural importante
para el desarrollo humano integral de las personas y las comunidades del país.
A 55 años de la instalación de la primera casa de la cultura en el mundo, es
pertinente pensar en sus valiosas contribuciones al proceso de resiliencia
cultural que requiere la sociedad mexicana, una sociedad que no será la misma, de acuerdo a las reglas de la resiliencia, al terminar la pesadilla de inseguridad y debilitamiento del Estado que está viviendo en estos momentos.
1 comentario:
Desde que elaboramos el primer borrador para la Ley de Cultura en el DF allá por los años noventa del siglo pasado, cuando los directores se negaron a reunirse para conocerse, propusimos que las casas de cultura fueran un primer acceso del ciudadano a la cultura y al arte, y que siendo potestad del municipio tuviera una estrategia educativa y de ocio exotelico más orientada a los habitantes que a los públicos más especializados como parte de un "esfuerzo cultural" inmediato al barrio y abastecerlos de servicios simplemente para mantener la tradición y resolver el amateurismo. Pero la idea que sigo teniendo es que es el lugar idóneo para comenzar las capacidades estéticas o sensibles de una manera organizada. Por ejemplo aún tienen sin enlazar las escuelas del GDF (del teatro, del poeta, de la música mexicana, la de danza) con las casas de cultura. Entonces propusimos un sistema educativo con ese enfoque. Si la resilencia en psicología es entonces la capacidad de sobreponerse a los embates la sociedad defeña no ha logrado hacer mejor uso de las casas de cultura pues debería servir para ejercitar mejor el arte a nivel popular (me refiero al cantante de camión, al mariachi al trio de cantina etc) y al joven que quiere tocar guitarra o aprender poesía... ¿Dónde mas que en tu casa de cultura? ¿O preferirías Bellas Artes?
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