El
interesante ejercicio de reprocultura que exhibe el Centro Nacional de las
Artes, a través de 57 reprografías de obras maestras de tres grandes de la
pintura italiana, en la denominada Muestra Imposible, es una exposición digna
de análisis por el contagio que está generando. Se trata de una serie de reprografías
digitales a escala uno a uno, de lo mejor de Leonardo da Vinci, Rafael y
Caravaggio. Una exposición que como su nombre lo indica sería imposible si se
quisiera presentar los originales, debido a que estas se encuentran en diversas
iglesias, museos y colecciones privadas. Sin embargo es grato saber que ha sido
vista por más de diez mil personas, en su mayoría jóvenes que ante esta novedosa forma de apreciar el arte, exhiben
también sus nuevas formas de relacionarse con este; con sus smartphones en
mano, se hacen selfies, fotografías y tomas de las cédulas informativas, así como de cada
uno de los detalles de las obras que la técnica reprográfica permite apreciar.
En
lo personal, hacía tiempo que no veía a un público tan satisfecho por una
exposición. Esto se debe en parte a la tecnología; van publicando su estatus en
redes sociales; van dando testimonio en tiempo real de que estuvieron al lado
de una serie selecta de obras maestras, luego de una larga fila y medianas
aglomeraciones en cada sala para hacerse el selfie en La última cena, con la
Gioconda, con el Tañedor de Laúd o al lado de La escuela de Atenas.
Un
purista de la cultura diría que esta no es forma de apreciar el arte, y menos
tratándose de obras maestras; diría también que como los originales no hay nada
igual. Respecto a la manera de apropiarse de ellas por parte del público,
seguramente desaprobaría ese comportamiento en un recinto museográfico. Sin
embargo, un analista de la reprocultura como el que esto escribe, no se lleva
las manos a la cabeza, puesto que sabe que en el desarrollo del nuevo consumo cultural las instituciones
museísticas se limitan cada vez más a mostrar, y cada vez manos a explicar;
que en la actualidad la mayoría de la gente acude a los museos, más por el
contagio cultural que genera la publicación del estatus de los asistentes en sus
redes sociales, que por las invitaciones institucionales. El selfie está dando
vida a las exposiciones y a los museos, instituciones que estaban condenados a las
dos consabidas visitas en la vida de un consumidor cultural: la de cuando es
niño y la de cuando es padre. El éxito de la muestra imposible que exhibe el CENART se explica a partir de una de las tesis del semiólogo Umberto Eco, en su sesudo trabajo La estrategia de la Ilusión, donde afirma: "Para que la réplica sea deseada, el original debe ser idolatrado". En lo personal celebro la apropiación que hace el público
de esta exposición, que reúne lo mejor del Renacimiento italiano en la era de
la reproducción digital, pues es la nueva forma de vivir la cultura, por
contagio reprocultural.
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