lunes, 21 de julio de 2014

El arte como estrategia financiera

Esta vez no estoy de acuerdo con Avelina Lésper “El arte, una inversión segura” (MILENIO DIARIO) http://www.milenio.com/cultura/arte-inversion-segura_0_339566062.html Cinco razones:
1.- El diario Milenio narra el anuncio (publicitario) de BBVA Bancomer en el que una persona está interesado en un cuadro, y una especie de amigo lo juzga de ignorante (dice Milenio) y se dirige al espectador diciendo: “No sé ustedes, pero si voy a invertir me gusta hacerlo donde tengo ganancias seguras”.  Tanto la crítica y curadora, como muchos otros colegas, quieren ver en esto un daño moral, algo que me parece desproporcionado, si consideramos que estamos ante un simple anuncio comercial. Al menos que den por hecho que podemos responder de manera  pavloviana a este tipo de estímulos. Milenio sostiene que el ignorante es quien aconseja invertir en algo seguro, mientras que el otro, una persona en camino de convertirse en rico, creo que esto es pasar al otro extremo.
2.- Lésper señala que el valor del arte en el mercado tiene un precio que no puede tasar un banco ni institución monetaria alguna. Tengo mis dudas. Quizá no propiamente los bancos pero si instituciones crediticias y financieras, a través de fondos de inversión, son quienes dan proyecciones económicas basadas en el mercado y en la bolsa; las que especulan y sostienen que el arte está de moda, que hay que invertir en el arte. Es verdad que el arte, así lo vienen demostrando estudios como el elaborado hace años por Michael Moses y Jianping Mei de la Universidad de Nueva York, es más rentable que la Bolsa, pero sólo a condición de aceptar que estamos ante un mercado supeditado a modas y tendencias, y eso genera incertidumbre, es más, promueve talento artístico donde no lo hay.
3.- Sí, hay que prestar atención a reportes como los de ArtNews,  pero también a los de AtrReport sobre las personalidades más influyentes en el mundo del arte, para darse cuenta que los adinerados inversores que ven en el arte una estrategia financiera, van desplazando a los artistas, curadores, críticos y especialistas. No es gratuito ver que los museos comienzan ya a ser dirigidos por economistas.
4.- Lésper señala “No solamente es negocio, comprar arte te reditúa económica y socialmente. No hay pérdida cuando compras obra porque su precio aumenta o se mantiene; además, si compras un terreno, socialmente no eres nadie; en cambio, compras arte y socialmente te posicionas”. Estoy de acuerdo con lo primero, lo peor que le puede pasar a una obra de arte, es que suba de precio. Pero cuestionaría lo segundo. Invitar a comprar arte porque te coloca en un escenario social plausible; porque te confiere un estatus y un referente social, es ir al otro extremo del anuncio comercial. Además, conozco demasiados artistas que ante la incapacidad técnica de poder dibujar, ya no digo unas manos o un dorso, sino algo figurativo, se dedican a hacerse famosos. Aprovechan esa alianza perversa que hay entre algunos creadores, críticos, coleccionistas, así como la supremacía del adinerado (que es hoy en día quien pone valor a las obras) y el museo que las exhibe.
 
5.- Lo anterior ha alimentado un aligeramiento efectista que tiene al arte en el peor de sus etapas creativas, pero en el mejor de sus momentos económicos. Hay que ver cómo se las ingenian las galerías y casas de subastas para invitar a roles de influencia a sus eventos, roles como la presentadora Opra Windfrey, cantantes como Bono, quien además dice que pinta y amenaza con publicar sus pinturas, lo mismo que Joaquín Sabina… Todo esto es lo que mantiene inflado al niño mimado de Londres que gusta jugar con el formol. Al paso que vamos los museos acabarán siendo galerías.

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