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martes, 25 de noviembre de 2014

La cultura y el multicitado tejido social

El presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Rafael Tovar y de Teresa, dijo que la cultura era lo único que podía restablecer el tejido social. La declaración ya no llama la atención de nadie, entre otras cosas porque esa frase hecha, se ha dicho tanto como eso, como una frase hecha.
Y para frases hechas, respuestas hechas: ¿Cuántos metros o kilómetros se han re-hilvanado en el sexenio de ese multicitado y maltrecho tejido social? Comparto sí, su señalamiento de que la cultura deberá seguir siendo el referente para poder tener una mejor vida colectiva, aunque no su arranque de idealismo: “incluso en momentos aciagos como este en el que observamos en actos de brutalidad tan grandes como la desaparición de los jóvenes de Ayotzinapa”.
La cultura será esto que dice el presidente del Conaculta cuando vaya más allá del discurso institucional. Hoy vuelve a ser llamada por el gobierno para remediar una vez más, los errores provocados por la política y la economía; y contrario a lo que se pudiera pensar de un país que ha sido líder en el desarrollo de políticas culturales, es el mismo gobierno quien la deja a la zaga de las reformas estructurales recientemente aprobadas.
 Cercanos ya a la mitad del sexenio, vemos cómo el discurso presidencial, el Plan Nacional de Desarrollo y el Programa Especial de Cultura y Arte, conciben y promueven a la cultura como el ámbito regenerador del tejido social, pero la dejan fuera de las reformas que le pudieron dar un estatus jurídico al Conaculta, una ley de cultura, o bien, la ley reglamentaria del principio constitucional plasmado en el artículo 4to., que establece el derecho de acceso a los bienes y servicios culturales que presta el Estado. La cultura será eso que dice el presidente del Conaculta cuando el subsector cultura sea un sector y la implementación de sus acciones sean transversales y tengan mayor fluidez en la administración pública. Cuando esté en mejores condiciones de desarrollar la tan anhelada política cultural del siglo XXI.

En tanto, seguirá siendo un atractivo elemento discursivo.
 
Nota publicada en el diario La Crónica
 

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