Un nuevo modelo de promoción cultural basado en el contagio y el dirigismo corporativo
En una reciente entrevista con la revista de publirreportajes "Quién",
el presidente del Patronato del Museo Tamayo, David Cohen
Sitton fue presentado como “el hombre detrás del éxito de la
exposición de Yayoi Kusama” titulada "Obsesión infinita". La revista le
dio la portada y 12 largas páginas a quien por cierto es
también integrante de su Consejo Editorial. En fin, un descaro editorial propio
de este tipo de publicaciones. Lo ensalza como el modelo de promoción cultural por
las 335 mil visitantes que generó en el citado museo, y que si nos descuidamos,
el CONACULTA y el INBA fueron meros espectadores del trabajo de este nuevo
Quijote de la promoción cultural. Dichas instituciones refutaron ya a Cohen su pedante
actitud.
Un grupo de colegas y
yo expresamos lo que pensamos al respecto a través de Facebook. Para unos es
indignante la forma en que la revista y el adonis de la portada dejan de lado a
las instituciones; otros, reconociendo que faltó humildad ven en este tipo de
acciones una nueva forma de gestión cultural, basada en esa asociación
público-privada…Para quien esto escribe, estamos ante el modelo del
patrocinador empresarial Chico Pardo y compañía, que podríamos denominar Modelo
de Contagio Cultural Pabloviano, que cuenta con el apoyo de revistas como
estas, de la banalidad y la cursilería que tratan siempre de vender arte e
ingenio donde arte e ingenio no hay. Ahora bien, es verdad que la exposición, a
la que por cierto asistí por invitación de las tiendas Elektra (parte del
modelo al que hago referencia), tuvo éxito porque en la actualidad la mayoría
de la gente acude a los museos, más por el contagio cultural que genera la
publicación del estatus en sus redes sociales, que por las invitaciones que
hacen las instituciones.
Cuestiono el tipo y la forma en que estas revistas buscan
incidir, inducir y plasmar ideas con un irresponsable aligeramiento efectista
basado en el publirreportaje pagado. Respecto a las visitas corporativas que
impulsa este nuevo modelo de promoción cultural, considero que es un buen
ejercicio de iniciación para el público, pero me niego a aceptarlo como lo
impulsa la citada revista como el canon de medición del consumo cultural
actual. Por revistas como estas, del género del "famoseo", tenemos
como virtuosos al flautista Horacio Franco y a la directora Alondra de la
Parra...Podrían ser de verdad muy virtuosos si se dedicaran menos a hacerse
famosos. Las alfombras rojas achatan el talento, es el caso del flautista.
Me dice un colega a través del chat que los fundadores de
Museo Tamayo supieron granjearse el apoyo de importantes empresas y
empresarios, por lo que vería incongruente que afloraran ahora los celos de
Estado. Estoy de acuerdo, pero solo a condición de aceptar que todo ha cambiado;
que ya no existe el mal llamado mecenazgo, que por cierto en México fue siempre
corporativo. Hoy tenemos un patrocinazgo y los patronos son gente como Carlos
Hank Rhon, quien tiene en el Museo Tamayo la sala 1 con su nombre.
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