Cada quien su reforma
Publicado el 6 septiembre, 2014. Disponible en
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Las presidentas de las
respectivas comisiones de Cultura en las cámaras de Senadores y Diputados,
Blanca Alcalá y Margarita Saldaña, dicen –por correo electrónico– apoyar el
proyecto de reforma cultural del Grupo de Reflexión en Economía y Cultura
(Grecu), pero no del todo: anteponen desde el tiempo que implicaría hasta
diferencias en la concepción. Mientras para los integrantes del grupo la
cultura es un asunto de Estado (que involucra a los poderes Ejecutivo,
Legislativo y Judicial, los tres órdenes de gobierno, sociedad civil e
instituciones de educación) y por lo tanto la reforma es un paso obligado luego
de las reformas estructurales, la senadora Alcalá disiente:
“Creo que impulsar una
reforma cultural es válida pero no la concibo como una reforma de Estado, pues
no vamos a modificar ninguna decisión o valor fundamental señalado en la
Constitución o a la naturaleza jurídica que le hemos conferido al legado
cultural de nuestro país. Más bien se trata de modificaciones a la forma de
gobierno que pueden concretarse en modificaciones al régimen legal, al
establecimiento o reencauzamiento de políticas públicas, a la redefinición de
conceptos y a la alineación de objetivos.”
Establece que antes que
nada la propuesta del Grecu debe ser analizada y resolver algunos temas como la
creación o no de una Secretaría de Cultura, pues implica “un costo estimado de
más de mil millones de pesos, sólo por concepto de homologación de plazas
laborales”. Sin embargo coincide en que es necesario establecer la normatividad
para la reforma al artículo 4º Constitucional. La senadora tiene aún tres años
de trabajo por delante y anticipa que además de apoyar el proyecto del Grecu en
los aspectos en los que tenga acuerdo, tiene una agenda propia que contempla:
Una Ley General de Acceso,
Fomento y Disfrute de la Cultura, la Ley Orgánica del Consejo Nacional para la
Cultura y las Artes (Conaculta), una reforma a la Ley de Fomento para la
Lectura y el Libro, y reformas a la Ley sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos,
Artísticos e Históricos en materia de planes de manejo y operación en zonas
arqueológicas.
Saldaña
La presidenta de la
Comisión de Cultura y Cinematografía en la Cámara de Diputados, dice a su vez
que la reforma cultural forma “parte del compromiso adquirido por los partidos
políticos”, pero tendrá que darse gradualmente pues involucra a diversos temas
y actores. Lo importante, añade, es comenzar a desarrollarla. Contrario a lo
expresado por el investigador del Grecu Carlos Lara en el sentido de que los
grupos parlamentarios de esta Cámara no tienen propuestas en materia de
cultura, la diputada afirma que hizo una agenda “con acciones en favor de la
protección y difusión del patrimonio”, aunque no las detalla ni habla de
proyectos concretos.
Menciona solamente que se
deberá dar el siguiente paso de la reforma al 4º Constitucional con la
mencionada Ley General de Cultura, y la comisión que preside está trabajando en
el estudio y análisis de esa idea. Y a la pregunta de cuál es su tarea en una
reforma cultural del subsector, responde: “En efecto, lo jurídico es la base de
todo, y por ello, estamos estudiando cuidadosamente cuál sería la mejor forma
de legislar el derecho de acceso a la cultura y al mismo tiempo dar certeza a
ámbitos como la industria creativa en general, al turismo cultural y a todos
aquellos que han hecho de la cultura el sector económico que es hoy.” Agrega
que el tercer paso será el fortalecimiento jurídico del Conaculta, y “el resto
de la pretendida reforma cultural sería materia de política pública, tarea
central del Poder Ejecutivo”.
Mercado
Entrevistado vía
telefónica, el diputado Fernando Mercado, presidente de la Comisión de Cultura
de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, expresa apoyo a la iniciativa
del Grecu, que en su opinión ha trabajado “más de lo que llevan estos
gobiernos” para elaborar “una propuesta más aterrizada”:
“Lo que propone el Grecu
cambia la visión para entender a la cultura sobre todo como una actividad
económica, cambia la concepción del mecenazgo como la única forma de influir y
convertirla en empresa, plantea que puede funcionar con incentivos de forma
autónoma, y a partir de ahí puede generar una rentabilidad y además generar
empleo.” Considera que este esquema no significa mercantilizar la cultura, sino
“ciudadanizarla”, “darle un marco institucional más flexible” para cambiar la
situación de muchos artistas. En este sentido, comenta que ha hablado con
creadores que han manifestado como algunos de sus principales problemas la
falta de recursos para invertir en sus proyectos y la falta de públicos.
Habla entonces, a manera de
ejemplo, de los cineastas a quienes cuesta llevar hasta buen término sus
proyectos por falta de incentivos y de recursos para promocionar un filme una
vez que lograron realizarlo: “¿Cuántos artistas tienen que abandonar su
vocación para trabajar en una empresa y terminan filmando comerciales? Actores
que acaban manejando un taxi porque no
tienen empleo. Esos fundamentalismos (la idea de no mercantilizar la cultura)
llegan a ser anticuados y alejados de la realidad. Esa política nos va a llevar
a que haya menos dinero para la cultura.”
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